El Estado Nacional tiene una gran deuda con esta región. Es una asignatura pendiente que urge saldar. El Gobierno Federal no ha logrado construir un modelo económico capaz de garantizar justicia, bienestar y combatir con eficacia la pobreza. Las cifras que miden la justicia social y el desarrollo, son verdaderamente preocupantes: pobreza extrema, falta de oportunidades, parálisis económica, desocupación, inseguridad, violencia y déficit de salud. Los datos del INEGI y CONEVAL confirman estas afirmaciones.
El Gobierno debe instrumentar un nuevo modelo económico para el Sureste, el actual esta desgastado y no ha funcionado. Se requiere una nueva política pública diferenciada, específica y focalizada a esta población objetivo. Una política distinta a la aplicada como manual en todo el país. “Un trato igual a desiguales es un trato desigual”. Somos distintos, diferentes realidades en cada región y Estado. Hay muchos Mexicos en México.
El sureste es tierra rica y gente pobre, expresión lastimosa de la presencia de un fenómeno de colonialismo interno. La región no ha tenido un tratamiento correspondiente a su importancia. Existe un grave déficit de atención. La Federación ha orientado sus recursos y presupuestos a otros Estados de la República: Autopistas, gasoductos, sistemas de riego, telecomunicaciones, industrias. El Tratado de Libre Comercio no ha favorecido a esta zona.
Los diferentes gobiernos han tratado de combatir la pobreza con políticas asistencialistas. Los programas sociales son apoyos fundamentales para la gente pobre y deben fortalecerse, pero no son los motores de la reactivación económica, se requieren otros instrumentos para garantizar empleo y bienestar. El nuevo modelo económico debe consistir en un gran programa de facilitación para la inversión pública, privada y mixta, nacional e internacional.
La región cuenta con sobrados recursos humanos y naturales para atraer flujos de capital y hacer sustentable el crecimiento económico. La estrategia para el fomento y desarrollo turístico en México ha sido exitosa; una réplica similar o parecida, con los ajustes que se tengan que hacer en la acción promotora del gobierno, se debe poner en práctica para el Sureste. Declarar la región como recinto o ámbito territorial, en donde se otorguen todas las facilidades para hacer atractivas las inversiones.
El gobierno debe ir por delante coordinando, promoviendo y creando infraestructura para el asentamiento de empresas productivas. Ofrecer además, un paquete concreto de apoyos fiscales, terrenos, seguridad, agua, electricidad, gas, todo lo que sea necesario para atraer la inversión y para detonar grandes conglomerados industriales, agrícolas, comerciales y de servicios; instalar empresas interconectadas con las compañías del Tratado de Libre Comercio, creando nuevas redes de valor y sumándolas a esta importante cadena productiva. En otras palabras, poner en marcha un programa económico de gran calado.
Ante la crisis económica, fortalecer el mercado interno es una prioridad nacional; volver los ojos a lo nuestro con dimensiones externas. Éste modelo es una salida airosa para emprender la reactivación económica, es una propuesta que responde a una exigencia del país y a un legítimo y auténtico reclamo de millones de almas que deambulan tristes y sin esperanzas en los caminos del Sureste Mexicano.