No sé qué son más violentos, si los crímenes o las palabras del presidente.

Y es que a la petición respetuosa de la Compañía de Jesús para que revise su estrategia de seguridad, porque “los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, Andrés Manuel López Obrador ha respondido que los religiosos “están apergollados por la oligarquía”. Además, ha calificado a sus cuestionadores de “cretinos, malinformados, de doble moral e hipócritas”.

Lo que no ha hecho es condolerse del crimen aberrante del guía Pedro Palma y los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora, quienes consagraron su vida a una admirable labor pastoral en la desafiante Sierra Tarahumara de Chihuahua. Por el contrario, se limitó a señalar que se trató de un delito del fuero común, donde “por mucho tiempo ha estado el crimen organizado”. ¿Un delito común, perpetrado por el Crimen Organizado? Solo le faltó decir que eso les pasó a los curas por meterse donde no debían, ignorando una presencia de siglos.

Lo que sí arroja el presidente son mentiras flagrantes. Acusando a los jesuitas de haber olvidado masacres y ejecuciones extrajudiciales ordenadas por el Estado, durante la guerra contra el narcotráfico. ¿Cuáles? O el “mátenlos en caliente” que data del porfiriato. Y asegura que, de haber seguido con la política de antes, el país estaría en plena descomposición. ¿Más que ahora? Por eso AMLO miente también cuando afirma que vamos muy bien. ¿Qué de verdad ignora las cifras oficiales? Porque lo cierto es que en tan solo los primeros 42 meses que lleva su gobierno de la 4T, se reportan 121,655 muertes violentas. Ya más que las 120,463 ocurridas durante todo el sexenio de su odiado Felipe Calderón con todo y su criticada guerra contra los cárteles; y más del doble de homicidios dolosos registrados durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. Y acaso nadie le ha informado que el pasado mes de mayo ha sido uno de los más violentos de nuestro país en las décadas recientes, con más de dos mil asesinatos, tan solo 1,226 en la primera quincena. Y siguiendo con reportes oficiales, dos fechas de mayo batieron “récords” con más de 100 crímenes por día. ¿Y los 12 feminicidios cotidianos? Por los cuales, el presidente ha mostrado la misma actitud de indiferencia que con los niños con cáncer y sin medicamentos.

Lo que ni AMLO ni sus “otros datos” pueden negar, es que los cuestionamientos a su presunta estrategia de “abrazos y no balazos” ―manifiesta en la liberación de Ovidio, hijo del Chapo, para quien pidió un trato respetuoso de Don Joaquín Guzmán Loera― son ya un clamor no solo nacional sino internacional que incluye organismos como la ONU y Amnistía Internacional. Aquí dentro, tal vez la mejor síntesis se contiene en el comunicado del Episcopado Mexicano: “El crimen se ha adueñado de las calles con niveles de crueldad inhumana, que han hecho de nuestro país uno de los más inseguros y violentos del mundo… es tiempo de escuchar las voces de los familiares de los asesinados y desaparecidos… de escuchar a los académicos, las denuncias de los medios, a las fuerzas políticas, a las sociedades civiles y religiosas…”

Hace unos días le pregunté a la gran Elena Poniatowska qué le pediría a Andrés Manuel de tenerlo enfrente: “¡Que escuche, que escuche!”, me contestó de inmediato. Yo creo que no lo hará. Pero ojalá me equivoque, Elenita.

Periodista. ddn_rocha@hotmail.com