Hay que decirlo con todas sus letras: la 4T es un monstruo panzón y decrépito, pero de un apetito insaciable que quiere devorarse todo a su paso.
El gobierno de López Obrador ya tuvo desde el principio en sus entrañas a las dos cámaras del Congreso. Luego quiso engullirse a la Corte con la permanencia ilegal de la prolongación de mandato de su empleado Arturo Zaldívar en esa presidencia, y más tarde de su incondicional y fraudulenta Yasmín Esquivel con las consecuencias que todos conocemos y el entripado furioso contra la ministra presidenta Norma Lucía Piña. Lo que se ha prolongado contra el ministro Laynez Potisek por haber bloqueado el tristemente célebre Plan B impulsado desde la presidencia lopezobradorista para “descuartizar” al INE y luego apoderarse de él, como un árbitro desvencijado y dúctil para la elección presidencial del 2024. Una obsesión que continúa cuando el propio López Obrador anuncia risueño que tiene un Plan “C”. La obviedad es apoderarse de los cuatro cargos vacantes de consejeros del INE y sobre todo de su presidencia, para la que ha perfilado a una incondicional suya como Bertha Alcalde, hija de una compañera de décadas como Bertha Luján, hasta hace poco presidenta del Consejo Nacional de Morena y hermana de la actual secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde. Por supuesto que AMLO no ha hecho la menor mención ni al nepotismo ni al conflicto de intereses.
Su táctica —que no llega a la categoría de estrategia— ha sido siempre la misma: golpear y debilitar a las instituciones y luego apoderarse de ellas; así con la Corte y luego con el INE. Pero tiene en la mira otras grandes entidades que le son incómodas: por lo pronto el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, al que ha cuestionado y denostado cada vez que puede; ahora asfixiándolo con la falta de propuestas de su senado morenista para dos de sus comisionados, lo que paralizaría al Inai por falta de quórum. Habrá que defenderlo como un organismo fundamental para nuestra democracia. El Inai no se toca.
A ver: el actual gobierno ya se engulló a entidades supuestamente autónomas tan importantes en la vida pública como el Banco de México y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, entre otras. Pero se quiere acabar de devorar a otras como la Comisión Federal de Competencia, Cofece, el Inegi y el Instituto Federal de Telecomunicaciones; lo que se pueda.
Pero en este abecedario amenazante, el lopezobradorismo quiere llegar a la letra “U”: la Universidad Nacional Autónoma de México. No es una suposición; en la Presidencia se trabaja desde hace meses para imponer un mando afín al gobierno de Morena a propósito del cambio en la rectoría. Por eso el golpeteo del presidente hacia nuestra UNAM, argumentando, sin prueba alguna, de que se ha “derechizado”. Y es que López Obrador detesta todo lo que represente conocimiento, porque lo interpreta como crítica y hasta rebeldía.
A propósito, debería leer el Real Diccionario; para que entienda por qué lo podemos calificar como “heliogábalo”: tragón, voraz, glotón, devorador y otros sinónimos.