Ni remotamente se parece a aquella planteada por el inmenso Atahualpa Yupanqui con una profundidad eterna: “Un día pregunté yo; padre, dónde está Dios; mi padre me vio a los ojos y nada me respondió; mi padre murió en la mina, sin doctor ni confesor; olor a sangre minera, tiene el oro del patrón”.
La preguntita a que me refiero la pongo así, en diminutivo, por su ínfima dimensión en lo que hace a la moral pública. Porque representa un engaño, una burla cruel para México y los mexicanos: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”
Más allá del mamotreto de redacción y la total carencia de sintaxis, hay un sinfín de incertidumbres y cuestionamientos a la estúpida consulta impulsada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, avalada por su Corte y organizada a regañadientes por el INE:
-Cómo justifica el presidente su doble discurso de apoyar inocultablemente su capricho y al mismo tiempo decir que él no está de acuerdo porque no es hombre de venganzas. Aunque se siente obligado a corresponder a los reclamos del “pueblo bueno”.
-No será que la mentada consulta es tan solo para justificar su mensaje repetido hasta la náusea de que todo lo malo que nos sucede ahora se debe a los gobiernos neoliberales y conservadores.
-Que nos explique López Obrador por qué insiste en reducir el presupuesto del INE y al mismo tiempo malgastar más de 500 millones de pesos en 377 mil spots y 57 mil mesas receptoras del voto.
-Y a propósito, por qué habría de votarse la aplicación de la justicia en este país.
-Acaso el actual gobierno tiene pruebas de crímenes de regímenes anteriores y se las está guardando.
-Por qué la Corte se ha prestado al perverso juego de espejos para complacer al gobierno federal y disimular con el galimatías de la preguntita.
-En ese orden: ¿cuándo empieza el pasado? Digo, para poder juzgar también a Bartlett por el 88, a Claudia por el Rébsamen, a Marcelo por la Línea 12 y a Andrés Manuel y su Titino Huguito por la pandemia; ya entrados en gastos, juzguemos a Santana por la venta del territorio y a Victoriano por el crimen de Madero.
-Por qué el gobierno de la 4T engaña a los incautos con que los únicos presuntos culpables son Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.
-Es casualidad o causalidad que el mago todopoderoso se haya sacado de la manga un gran distractor como éste, para que no veamos ni el hambre, ni los hospitales, ni los muertos, ni las balas, ni la sangre.
-De verdad alguien cree que votará el 40 por ciento de la lista nominal de electores, o sea 37 millones de paisanos. Nunca. Si acaso lo harán cuatro o seis millones.
-Por qué AMLO quiere jugar siempre el Toma Todo de la perinola. Si pierde, que fue culpa del INE, de la clase media o que eso les pasa por pamboleros y menospreciar el beisbol. Pero si gana, será el único que decida quién debe ser o no juzgado.
-Lo que no ha calculado es que, a querer o no, este será una suerte de referéndum para decirle con una gran voz colectiva que no; que no estamos dispuestos a seguir siendo conejillos de Indias de sus ocurrencias estomacales.
A ver: la consulta del 1º de agosto es la farsa pseudodemocrática del siglo. Así que lo importante no será la preguntita, sino la respuestota.
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