No sé si fue una incontinencia verbal, una mea culpa o la confesión del truculento eje de su gobierno: “Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya saben que cuando se necesite defender –en este caso la cuarta transformación- se cuenta con el apoyo de ellos. No así en los sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios ni con la intelectualidad. Entonces, no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.
Así que al carajo la aparente convicción ideológica de que “por el bien de todos, primero los pobres”. No. Porque ahora resulta que para el presidente Andrés Manuel López Obrador los pobres son de úsese y tírese, en sus propias palabras para apuntalar su proyecto cuando haga falta.
En el descaro total, no hay en su propia definición una propuesta de solución para la pobreza. Ni siquiera una vía para erradicarla, disminuirla o salir de ella. En cambio, según el propio presidente, sí se trata de utilizarla “para defender su modelo de país”. En otras palabras, legiones de millones de pobres, para votar en favor de su partido, Morena, y seguir controlando el territorio nacional. Lo que nos lleva a recordar lo dicho en 2019, cuando justificó sus programas sociales de reparto de dinero con las dádivas a perritos y gatitos: “La justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre. Esa es la función del gobierno… hasta los animalitos tienen sentimientos… ni modo que se le diga a una mascota: a ver, vete a buscar tu alimento… se le tiene que dar su alimento”. Para concluir que en la concepción neoliberal esto es paternalismo o populismo y que en cambio las acciones de rescate financiero (estábamos en crisis de pequeños y medianos empresarios en pandemia) se consideraban fomento al empleo y desarrollo.
Así que la reafirmación de que lo que más nos conviene es que haya cada vez más millones de pobres, porque estos sustentan el esquema económico de la 4T. Un destino terrible y despiadado: más pobres, más votos.
Pero el drama no termina ahí: según sus propias palabras, que en cualquier nación del mundo serían su epitafio político, el gobierno no cuenta ni con la clase media, ni con los de arriba, ni con los medios de comunicación, ni con la intelectualidad. En síntesis, para el gobierno actual su ideal republicano sería el de millones de seres humanos, lo más parecido posible a los animalitos y mascotas, a los que hay que darles lo indispensable para la sobrevivencia; pero eso sí, llevarlos a votar por un proyecto eternomegalomaniaco.
En paralelo, el ataque permanente a todo lo que signifique conocimiento e inteligencia. En su concepción autoritaria, la prohibición de la libertad de pensamiento y, por tanto, la posibilidad de votos en contra.
Resumiendo: un párrafo imperdible que desnuda al actual gobierno en su aviesa intención fundamental: un México pobre, sumiso y maleable para mantener la vida en un Palacio, la mansión en Houston, la finca en Palenque, la decena de Suburbans blindadas y la sonrisa socarrona de todas las mañanas: “El Estodo, soy yo”.
Periodista. ddn_rocha@hotmail.com