Aunque a algunos les parezca exagerado, yo creo que buena parte del destino de este país está en el cerebro, el corazón y, como diría mi amigo Hugo Sánchez, en las “amígdalas” de Alfredo del Mazo. Y es que en los próximos días, y tal vez horas, el gobernador de la entidad más poblada del país, con 17 millones de habitantes, habrá de tomar decisiones trascendentales no solo para él y su partido, el PRI, sino para su prosapia congénita en el Estado de México, que ya han gobernado su abuelo y su padre. Y todavía más, lo que decida el Del Mazo actual, también puede ser decisorio para la gran determinación colectiva que significará la elección presidencial del 2024: la continuación del mandato lopezobradorista o el cambio de rumbo hacia un México distinto al que se nos ha impuesto en los años recientes.
Los desafiantes escenarios que se plantean al político mexiquense ya están aquí y lo obligan a optar por una alternativa:
Plan A.- El ideal: que, más allá de un arreglo cupular a nivel nacional, logre reconfigurar una alianza de “Va por México” a nivel estatal entre su partido con el apoyo del PAN y el PRD, lo que implicaría convencer a los panistas de bajar de la contienda a su precandidato Enrique Vargas. El argumento es que el expresidente municipal de Huixquilucan y ahora coordinador de los panistas en el Congreso local, tiene algunos demonios en el closet que podrían reventarle una campaña. En paralelo, Del Mazo tendría que convencer a sus potenciales aliados de PAN y PRD de que una candidata de gran imagen, trayectoria y fortaleza como Alejandra del Moral, actual secretaria de Desarrollo Social, será más competitiva por la gubernatura.
Plan B.- El suicida: que el PAN y Vargas se empeñen en ir por su cuenta, lo que significaría la ruptura de “Va por México”, obligar al PRI a ir también solo y una derrota segura, porque sería entregarle el Edomex al presidente López Obrador, a Morena y a Delfina Gómez, quien a pesar de sus negativos políticos cuenta con un hándicap de conocimiento importante puesto que ya fue candidata en la contienda anterior, aunque haya sido derrotada por el propio Del Mazo.
En cualquier caso, lo que ocurra en el Estado de México durante los próximos días y meses, será un detonador fundamental en la carrera por la Presidencia de la República en el 2024. Paradójicamente si Del Mazo decide pelear hasta el final y consigue el triunfo para su candidata y su partido, él mismo se convertiría en un precandidato presidencial formidable para el PRI y sus probables aliados.
Desde luego que el reto es gigantesco. Y requerirá no solo de una alianza de partidos de oposición sino un frente amplio que incluya empresarios, organizaciones no gubernamentales, académicos y activistas sociales. Porque enfrente se pondrá en operación una gigantesca máquina de guerra de la 4T, que quiere dar un manotazo feroz y demostrar que no hay más futuro que el suyo. No más religión que la de AMLO. Y no más partido que Morena. Así que, además de adueñarse de la mayor cantidad de los millones de votos posibles, buscará quedarse también con el gigantesco presupuesto que está en juego. Lo dicho. El presidente López Obrador quiere gobernar el Estado de México, desde el Palacio Nacional. Solo hay un factor que podría impedirlo, se llama Alfredo y se apellida Del Mazo.