La cabeza de EL UNIVERSAL, apenas antier, es una alerta roja. Solo los ciegos y los convenencieros no la están viendo: “Inflación y Covid presionan cifras de pobreza”. Y no se trata de una visión pesimista o de un mal augurio. Es una advertencia muy seria del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.

En su diagnóstico, el Coneval establece que la inflación, que ya supera el 7% y contando, provoque un fatal cruce de variables en el que a millones de mexicanos, aun con ingreso laboral, ya no les alcance para comprar la canasta básica alimentaria cuyo costo, al cierre del 2021, alcanzó un alza récord de 12 por ciento. A lo que se añade el otro factor omnipresente, el de la pandemia, ahora liderada por ómicron. En la misma edición de EL UNIVERSAL se estima que en este mes de enero habrá más de 500 mil nuevos contagios: 24 mil en promedio en los primeros 15 días del año, durante los cuales se rebasó la cifra de 40 mil diarios, la más alta a lo largo de dos años de una pandemia que crece exponencialmente, amenazando la actividad económica y afectando, como siempre, a los más pobres. Así que hoy podemos afirmar, que en este 2022 estaremos pagando la falta de apoyos económicos para las pequeñas y medianas empresas en 2020 y 2021. “Si tienen que quebrar que quiebren”, dijo el presidente López Obrador cuando el primer embate furioso del Covid-19 en mayo del 20. Una prueba dolorosa de la aversión enfermiza de la 4T hacia todo lo que implique la palabra empresa, desde una taquería o una papelería hasta los grandes conglomerados. Lo que ha derivado en despidos, pero sobre todo en el cierre de micros, pequeños y medianos negocios con el consecuente desempleo de 4 millones y 10 millones de nuevos pobres.

En paralelo, el actual gobierno ha destinado la mayor parte de los recursos públicos en sus cuatro obras faraónicas, todas con síntomas preocupantes y hasta alarmantes: el Corredor Transístmico, bajo sospecha de que servirá para el trasiego de drogas del Pacífico al Atlántico; la refinería de Dos Bocas, cuyo costo se ha triplicado sin que se argumenten sus reales beneficios; el Aeropuerto Felipe Ángeles que por su mínima operatividad y máxima distancia se hace cada día más chiquito; y el que apunta a ser el gran fracaso del sexenio, el Tren Maya que nadie pidió, pero cuya terminal principal estará casualmente en Palenque, a unos pocos kilómetros del rancho presidencial. Esta obra representa el peor —o tal vez el mejor— ejemplo de las costosísimas ocurrencias de cientos de miles de millones de pesos, con sus secuelas de improvisación y apresuramientos que están derivando en los cuatro Frankestein del gobierno de López Obrador. Baste mencionar el cambio del responsable del proyecto, un arquitecto especialista en infraestructura, por un incondicional en programas sociales. Algo huele mal en el Tren Maya.

Pero, lo más preocupante es la miopía fanática del actual gobierno: los expertos le dicen que creceremos si acaso al 2 por ciento y él insiste en el 4; y que la inflación llegará hasta el 9, mientras que la 4T asegura que la bajará a 3; que los muertos por la pandemia suman ya medio millón y los criminales de la salud que son solo 300 mil; que todos son signos de alarma, aunque la muñeca del ventrílocuo insiste en que la prioridad son las croquetas de los perros vigilantes del INE. Así las prioridades de quienes nos gobiernan. Hay que rezar.

Periodista.
ddn_rocha@hotmail.com

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