Sé que es bastante chocante citarse a uno mismo, pero hace un mes, a propósito de la Consulta de Revocación de Mandato impulsada por el presidente López Obrador sostuve que: “…inusitadamente, la iniciativa ha partido del poder omnímodo que detenta el presidente para refrendar su autoritarismo y justificar –hay que decirlo con todas sus letras– una dictadura o al menos una dictablanda; todo ello con miras a un proyecto transexenal encabezado por él mismo como voz única o en su carácter de ventrílocuo a través de algún Neto o cierta Titina. Y es que “El Estodo soy yo” quiere eso, la totalidad, el estadio, la cancha, el balón, pero sobre todo los árbitros, hasta los del Var. Por eso, el ataque sistemático y el intento de aniquilación del presidente contra el INE y el Trife, pero especialmente contra sus consejeros y magistrados, a los que quiere suplir “mediante el voto popular” con sus vergonzantes amlovers y contlapaches que a todo le dirán que sí. En pocas palabras, el fin de la democracia en este país.
Hoy, debo y quiero refrendar lo dicho, luego de conocer el mamotreto descarado y amenazante de la Reforma Constitucional en Materia Electoral presentado por AMLO y Morena. Una estrategia gástrica que muestra, por si hiciera falta, el rostro autoritario y dictatorial de la 4T, por múltiples razones:
-Nuevamente, la propuesta emana desde las alturas del poder y no de los involucrados en el proceso democrático, como serían los partidos, académicos o la sociedad civil organizada.
-Ya lo dijo el propio López Obrador apenas antier, refiriéndose a sus candidatos antes corcholatas: “tenemos pitchers para volverles a ganar por paliza”. Reafirmando así que él no gobierna para todos los mexicanos y todos los partidos, sino solo para quienes lo siguen con obediencia ciega.
-La propuesta es acabar con INE y Trife y crear –a estas alturas– un solo y nuevo órgano llamado Instituto Nacional de Elecciones y Consultas que contenga un Tribunal. Se reducirían de 11 a 7 los consejeros, que se elegirían por voto universal; aunque no especifica el método, si plantea que 20 candidatos serían propuestos por el Presidente, 10 por la Cámara de Diputados, 10 por la de Senadores y 20 por la Corte. Una propuesta por sí misma abusiva. O como dirían mis ñeros tepiteños, el puritito agandalle. Además, López Obrador ha argumentado que se trata de tener consejeros honestos e incorruptibles, como si los actuales no lo fueran. Lo que refleja un encono personal ya inocultable.
-Los otros argumentos de que se trata de instaurar procesos electorales confiables y una democracia más barata, se estrellan contra la realidad: el actual gobierno surge de un proceso conducido impecablemente por el actual INE que, según todas las encuestas, es el órgano público más confiable para los mexicanos. En cuanto a los dineros, el Tren, el Aeropuerto y la Refinería son la prueba incontrovertible de que a este gobierno siempre le sale más caro el caldo que las albóndigas.
Coincido plenamente con Lorenzo Córdova, el consejero presidente del INE: “La propuesta está enfocada a un control autoritario; cualquier propuesta tendría que ser la suma de muchas cabezas y no la suma de muchos hígados”.
Lo malo es que ese es el estomacal concepto de la democracia en el actual gobierno.