No habrá más besos ni abrazos para Nita y sus cuatro hijos, para Dawne y sus dos menores, tampoco por Faith que levantó las manos para avisar a sus ejecutores que estaban disparando contra sus cuatro niños.

Es difícil de sostener la explicación del fuego cruzado entre criminales, como causa de la muerte de tres mujeres y seis pequeños de la familia LeBarón, en los alrededores de Bavispe, Sonora.

Nita conducía una camioneta Tahoe cuando una ráfaga tremenda hizo estallar el tanque de gasolina del vehículo donde ella y sus cuatro hijos viajaban. Ese acto de terror ocurrió poco antes de las diez de la mañana. La luz de la mañana pone en duda la supuesta confusión: los criminales son malvados, pero no estúpidos.

Los hijos de Faith declararon que la madre bajó de su camioneta, alzó los brazos y avisó a gritos que dentro solo viajaban niños. Con todo, los sicarios abrieron fuego y ella perdió la vida.

Cabría intuir que los perpetradores dispararon deliberadamente porque querían provocar el escándalo y el terror que en estos días tiene ocupado al país entero.

Una de las camionetas donde viajaban las víctimas fue hallada a 16 kilómetros de distancia de las otras dos. Esto querría decir que el operativo criminal se dispersó para atacar a esas mujeres y niños en coordenadas diferentes de la geografía.

Esta pieza de información abona para contradecir la teoría del fuego cruzado. No habría de descartarse la posibilidad de que los sicarios hubiesen intencionalmente atacado a población civil para mandar un mensaje al gobierno.

Esta línea de investigación se sostendría, además, por los episodios de violencia ocurridos en la región durante la última quincena.

Hacia mediados del mes de octubre la Guardia Nacional llegó al municipio de Agua Prieta, Sonora, con el objeto de controlar una frontera que se encuentra bajo la influencia del Cártel del Pacífico; es decir, la empresa criminal dirigida por Ismael Zambada, Iván Archivaldo y Ovidio Guzmán.

En ese mismo municipio, la madrugada previa al atentado cometido contra la familia LeBaron, ocurrieron actos violentos en donde habrían muerto dos personas, varios vehículos fueron incendiados y se escuchó, durante un par de horas, metralla disparada con armas de alto poder.

La única comunicación oficial relativa a estos hechos la ofreció en sus redes sociales el presidente municipal Juan Alfonso Montaño Durazo: “Desde las 3:15 de la mañana nos hemos mantenido al pendiente y en constante coordinación todas las corporaciones e instituciones, por los sucesos de esta madrugada en los que se registraron disparos de armas de fuego en más de un punto en la zona urbana de Agua Prieta. En estos momentos se patrulla la ciudad en un operativo conjunto y se encuentra en calma. Sin embargo, pudieran existir riesgos aun impredecibles.”

¿Quién podía predecir que, siete horas después, esos hechos impredecibles implicarían a las mujeres y los niños?

Es difícil desconectar los eventos previos —la llegada de un destacamento de la Guardia Nacional y los disturbios en Agua Prieta— de los trágicos hechos acaecidos en Bavispe, la mañana del lunes.

A lo anterior se suman los ataques que se celebraron en Ciudad Juárez el martes pasado, por la noche: al menos veinte vehículos fueron incendiados de manera concertada. Uno de ellos transportaba trabajadores de una empresa maquiladora y nueve personas fueron a dar al hospital con quemaduras de hasta tercer grado.

Pareciera que la mecha de la violencia encendida en Agua Prieta cobró fuerza en la tragedia de Bavispe y habría escalado por la noche del martes en Ciudad Juárez.

ZOOM: Hace dos semanas fueron víctimas directas del rescate de Ovidio Guzmán mujeres y menores familiares de militares; personas secuestradas para extorsionar al gobierno. Esta semana, de nuevo, perdieron la vida seres humanos inocentes que podrían haber sido utilizados, nuevamente, como letras de un mensaje dispuesto para desafiar al mismo interlocutor.

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