Seis de cada diez muertos en la guerra de Calderón tuvieron como responsable al Cártel de Sinaloa.
La fuente es Alejandro Poiré, último secretario de Gobernación de ese presidente.
Esto querría decir que el 40% restante de las víctimas estarían repartidas entre las demás empresas criminales vigentes entre 2007 y 2012: La Familia Michoacana, Los Zetas, el Golfo, los Beltrán Leyva, los Valencia, los Matazetas o el posterior Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
¿Por qué si el grado de letalidad del Cártel de Sinaloa era en esos años significativamente superior al de sus adversarios, el gobierno encabezado por Felipe Calderón decidió combatir de manera prioritaria a los competidores de tal empresa criminal?
El juicio que comenzó esta semana en la ciudad de Nueva York en contra de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública, podría ofrecer respuesta: gracias a este sujeto el Cártel de Sinaloa habría recibido protección desde los escalones más elevados del gobierno federal.
La acusación enderezada por el fiscal de Nueva York, Richard P. Donoghue señalaría a García Luna como cómplice y conspirador de la mafia.
Esto querría decir que los recursos, la inteligencia y el poder —concentrados entonces en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP)— habrían sido utilizados para beneficiar al Cártel de Sinaloa en su guerra para arrebatar territorios, mercados y negocios a las empresas enemigas.
De confirmarse las acusaciones de Donoghue, durante el gobierno de Calderón, la SSP habría sido usada por los sinaloenses como pistola para eliminar a sus competidores.
El caso más extremo de este comportamiento habría ocurrido cuando dicha organización se fraccionó dando lugar al Cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
Ese divorcio hizo que el gobierno calderonista optara por perseguir de manera encarnizada, a los líderes de la disidencia. Fue justo este pleito el que elevó la tasa de homicidios en el país, entre 2008 y 2009. De la acusación presentada por Donoghue puede desprenderse que García Luna habría sido, en parte, responsable de este preciso episodio.
El exfuncionario puso a disposición de Sinaloa la acción violenta del Estado para castigar la sedición de los Beltrán.
Las consecuencias del proceso recién iniciado en Nueva York son todavía difíciles de calcular. Pero, en cualquier escenario, García Luna terminará como un personaje nefasto de la ignominiosa historia de la violencia mexicana.
Su comportamiento traicionero y arbitrario encontrará probablemente castigo en los tribunales estadounidenses, sin embargo, la condena final ocurrirá en los libros de la memoria: el haber de García Luna tendría demasiados muertos, desaparecidos, descabezados, torturados, acribillados.
ZOOM:
Si Genaro García fue la pistola con que disparó el Cártel de Sinaloa, ¿qué papel jugó entonces Felipe Calderón Hinojosa? ¿Ingenuo? ¿Cómplice? ¿Tapadera?
Haiga sido como haiga sido ese hombre también es culpable de tanta mortandad.
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