La alternancia en la política implicó también alternancia en el nombre de los beneficiarios de la corrupción. Entre otras dependencias, Pemex fue campo principal de batalla entre los cachorros aventajados de la transición encabezada, primero, por el Partido Acción Nacional, y luego expoliada de vuelta por el Revolucionario Institucional.
Cuánta no fue la decepción con el foxismo cuando se hizo público que Manuel y José Alberto Bribiesca Sahagún, hijos de Marta Sahagún, obtuvieron cuantiosas ganancias, gracias a su sociedad con Amado Yáñez Correa, dueño de Oceanografía.
Esa empresa obtuvo jugosos contratos por parte de Pemex durante el mandato de Vicente Fox, presumiblemente gracias a la mediación de los hijastros del presidente. Cuando una comisión en el Congreso quiso ahondar en la investigación por tráfico de influencias, todo el aparato presidencial cayó encima para impedir que se hiciera justicia.
Otro ejemplo del cachorrismo corrupto de la transición lo encabezó la empresa Oro Negro, fundada por Gonzalo Gil White, hijo de Francisco Gil Díaz, quien fuera secretario de Hacienda, también durante la gestión de Fox.
Esta empresa, que nació en 2009, obtuvo con sorprendente facilidad contratos por parte de Pemex para administrar plataformas petroleras en el Golfo de México, gracias a las cuales cobró réditos nada despreciables.
Llama la atención que, en su existencia, Oro Negro no haya tenido un cliente distinto a Pemex. En solo tres años sus dueños tocaron el sueño dorado del Mirreynato: hacerse millonarios, sin esforzarse demasiado.
A partir de diciembre de 2012 Emilio Lozoya Austin tomó la decisión de cerrar la llave a los cachorros que le antecedieron. Fue entonces que colocó como cadenero de la paraestatal a Froylán García García, coordinador ejecutivo de la dirección general de Pemex.
Muy pronto comenzaron a correr rumores a propósito de la comisión que García solicitaba a cambio de abrir un espacio en la agenda de su jefe.
Las cifras de 50 o 100 mil dólares por reunión se repetían de boca en boca, entre los agentes del sector petrolero. Más que todo la comentaban quienes no lograron obtener tal cita.
Fue en este contexto que Gonzalo Gil contrató a Black Cube, una empresa de espionaje —presuntamente integrada por exagentes israelíes— para que consiguiera pruebas a propósito del estilo corrupto impuesto por Lozoya.
La hiena carroñera ladrándole a la hiena carroñera, pues.
De acuerdo con el diario The Wall Street Journal (11/10/19), hoy estas grabaciones forman parte de la evidencia investigada en Estados Unidos por la Securities and Exchange Comission (SEC), respecto de la corrupción que hizo pedazos a Pemex.
En el mundo no hay una empresa petrolera peor endeudada que la mexicana: más de 100 mil millones de dólares. Y la percepción sobre su porvenir continúa muy deteriorada.
Dice el presidente Andrés Manuel López Obrador que el cambio en los directivos de Pemex, y también el compromiso de su administración para rescatar a la paraestatal, deberían modificar estas malas impresiones.
Sin embargo, la buena voluntad no alcanza; no es garantía que el presidente tenga confianza en sus colaboradores. La incertidumbre se funda en las prácticas del pasado. ¿Cómo asegurar que el actual gobierno no estaría haciendo lo mismo que los anteriores? Es decir, sacar a los contratistas adversos para traer a los propios. Este es uno de los principales cuestionamientos que el actual director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, debe refutar.
El otro desafío mayúsculo será demostrar que, a diferencia del pasado, no son motivaciones ni intereses meramente políticos los que guían la gestión de la paraestatal.
ZOOM: Los beneficiados fueron cachorros de la transición, hijos de funcionarios que se volvieron larvas incrustadas en las ubres de Pemex. Entre otros, los hijos de Martha Sahagún y Francisco Gil, así como el propio Emilio Lozoya Austin.
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