El profesor James Crawford, juez de la Corte Internacional de Justicia y reconocido jurista, refiriéndose al Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), señaló recientemente que se trataba del “mecanismo de apelación más exitoso en la historia internacional… si se rompe, retornaríamos al punto de partida”.
El Órgano de Apelación, la máxima instancia para resolver controversias comerciales internacionales, se quedó solamente con un integrante. Habría que recordar que el Órgano de Apelación se conforma de siete miembros o jueces. Cada apelación es revisada por tres de ellos. Ayer, dos de los últimos tres miembros terminaron su encargo de ocho años. La razón por la que los jueces faltantes no han sido nombrados radica en que Estados Unidos desde hace más de dos años ha impedido el inicio del proceso de selección de nuevos jueces.
Las causas por las que Estados Unidos se ha rehusado a renovar al Órgano de Apelación se pueden englobar en dos grandes rubros. Por un lado, objeciones con respecto a la naturaleza del Órgano de Apelación. A diferencia de otros miembros de la OMC, para Estados Unidos el Órgano de Apelación no es una instancia jurisdiccional independiente o tribunal. Por el contrario, considera que cualquier facultad no expresamente otorgada al mismo debe consultarse con la membresía de la OMC. La otra razón tiene que ver con la sustancia de algunas de sus decisiones. Al respecto, argumenta que a través de éstas se han creado obligaciones que no fueron acordadas por los miembros de la OMC. Mucha tinta se ha utilizado para apoyar o rechazar esta visión o posición de Estados Unidos. Lo único cierto es que, por un lado, Estados Unidos no ha presentado una propuesta concreta que atienda sus preocupaciones y, por el otro, los demás miembros de la OMC no han sido lo suficientemente creativos o asertivos para tratar de inducir una solución negociada.
Al no contar con una instancia de apelación, el mecanismo de solución de controversias deja de ser funcional y con ello, se pone también en jaque la vigencia de la OMC como el principal foro en materia de derecho económico internacional. Pero como dice el profesor Crawford, no sólo pierde el derecho comercial internacional. Las normas de la OMC de la mano de su mecanismo de solución de controversias constituyen el primer gran experimento de gobernanza global. Por primera vez las principales economías del mundo se habían puesto de acuerdo en un ambicioso cuerpo normativo de casi 500 páginas (cuyo contenido abarca disciplinas en materia de comercio de bienes, servicios y propiedad intelectual). Dichas disciplinas se encontraban ancladas en un mecanismo de solución de controversias no sólo robusto y eficiente sino, con una característica única en el mundo del derecho internacional público, que gozaba jurisdicción permanente.
El país que acudía al mismo podía estar seguro de que su controversia se resolvería conforme a un método, respetando sus garantías procesales y de manera imparcial y objetiva. Sin embargo, el Órgano de Apelación no era infalible. La discusión para mejorar su funcionamiento era muy necesaria pero cualquier traspié que se haya cometido no ameritaba una muerte por asfixia.
Para todos debería resultar preocupante la crisis por la que atraviesa este mecanismo. Hoy, más que nunca el mundo necesita normas globales e instituciones fuertes que las hagan cumplir. Lo que está pasando hoy en la OMC es el reflejo de algo más profundo que una guerra comercial.
Finalmente, tarde o temprano y con o sin instancia de apelación, el impasse llegará a su fin y la OMC tendrá un nuevo o modificado mecanismo de solución de controversias. La pregunta es cuáles serán las características de dicho mecanismo y qué tan rápido se ganará la confianza de los miembros. Lo único que no es negociable es la obligatoriedad de sus decisiones y la independencia e imparcialidad de los individuos que resuelven las mismas. De no ser así, no solamente habremos empezado de cero sino que nos regiremos por la ley de la selva.
Profesor Titular. Facultad de Derecho. UNAM. Exjuez del Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio. Presidente de la Comisión de Comercio y Políticas de Inversión de la International Chamber of Commerce (ICC México).