El 1 de julio de 2020 se cumplieron dos años de la elección más importante de las últimas décadas, no sólo en México, sino en el mundo. Con la victoria de Andrés Manuel López Obrador , se inició el proceso de cambio que tiene que ver con la erradicación de una moral capitalista salvaje, de acumulación irracional y obsesiva del dinero. Ahora estamos practicando el regreso a una visión social del ejercicio de gobierno, orientada a la superación de las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la población; se está consolidando el tan necesario Estado de bienestar.
Sin embargo, tenemos que reconocer que mientras el gobierno de Andrés Manuel López Obrador avanza hacia el cumplimiento de sus objetivos, el vehículo a través del cual se obtuvo la victoria democrática de hace dos años, el partido Morena , no ha podido mantener un rumbo firme para acompañar su proyecto y, sobre todo, para allanar el terreno que permita consolidar la Cuarta Transformación de la vida pública de nuestro país.
Esto es especialmente importante, pues hace dos años la izquierda mexicana se convirtió en la válvula de escape de la sociedad, precisamente porque pudo encontrar un mecanismo para presentarse como alternativa viable. Si queremos sobrevivir, si realmente anhelamos lograr el cambio de régimen, entonces el movimiento que logró la victoria hace dos años y todas las personas que lo integramos debemos:
I. Recuperar y mantener la esencia democrática.
II. Organizar las estructuras y representaciones en el país, en los estados, los municipios y los barrios. Debemos reconocer que uno de los puntos débiles que tenemos es la ausencia de una estructura de representación eficaz.
III. De la mano con lo anterior, debemos centrar nuestro esfuerzo profesional, moral y hasta económico en la formación de nuevos liderazgos de mujeres y hombres comprometidos.
IV. Dar prioridad a la capacitación en todos los niveles, y que ahí se destine la mayor parte de los recursos que, vía prerrogativas, recibe Morena.
V. Seleccionar dirigentes, candidatas y candidatos mediante métodos democráticos amplios, de conformidad con los estatutos y las resoluciones del Tribunal Electoral; no obstante, en este momento de coyuntura por la emergencia sanitaria, actualizar los liderazgos regionales, municipales y nacionales, atendiendo siempre las recomendaciones de las autoridades de salud.
VI. En este proceso, observar también una recomendación que hace más de un año expresó el presidente de la República, como una opinión: utilizar, para evitar la división, el método de encuesta para seleccionar dirigentes y aspirantes, lo cual se tendrá que lograr de manera democrática, con el respaldo de la militancia, y descontando los negativos, para que sean elegidas las personas más aceptadas entre la base social.
VII. Aquellas personas que aspiren a contender por una candidatura se deberán mantener fieles a los principios del movimiento, al tiempo que el partido mismo tendrá que hacer valer la democracia, pero no alimentar las ambiciones de aquellos grupos que buscan impedir un cambio verdadero.
VIII. Actuar con consistencia ideológica, defendiendo con argumentos el rumbo que el país ha tomado y, sin titubeos, acompañar y respaldar las acciones llevadas a cabo por el presidente López Obrador.
IX. Mantener una relación indispensable entre dirigentes del partido y representantes populares, entendidos éstos como las y los gobernadores, presidentes municipales, legisladores, regidores y síndicos, para establecer líneas de acción y conducción política homogéneas.
X. Insistir en la unidad, y mantener cohesionadas las estructuras, para evitar deserciones, renuncias o fugas de personas que nos representaron en la contienda de 2018 o que nos respaldaron abierta y decididamente en la misma.
XI. No acudir a la exclusión de militantes y simpatizantes, al contrario: abrir los espacios de participación ciudadana, recuperar a quienes, habiéndonos acompañado en el 2018, ahora muestran vacilación o decepción por las tareas emprendidas. Aceptarlos y deliberar con ellas y ellos, no excluirlos ni actuar de manera sectaria.
XII. No servir a intereses particulares en perjuicio del interés nacional.
XIII. Evitar que dirigentes y representantes populares o funcionarias y funcionarios de gobierno pertenecientes a nuestro movimiento se corrompan y actúen alejados de los principios que dieron origen a nuestra organización política.
Debemos recordar que, como lo muestra la historia, las grandes victorias pueden ser efímeras, si a partir de éstas no se construyen bases sólidas que den paso a la estabilidad y al cambio verdadero.
Por eso, aunque el 1 de julio de 2020 pasará a la historia como una fecha en la que el pueblo de México finalmente pudo decidir su rumbo a través de mecanismos democráticos, no debemos lanzar las campanas al vuelo. Necesitamos trabajar para que la esencia del movimiento no se diluya, para que no se aparte de sus bases y para que atienda, por encima de todo, los principios en los que se sustenta y que lo convirtieron en la opción que más de 30 millones de mexicanas y mexicanos decidieron apoyar y legitimar.
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