La relación de México con Estados Unidos es especialmente importante para nuestro país, ya que con el vecino del norte existe una gran cooperación en materia económica, migratoria y de seguridad. Más de tres mil kilómetros de frontera nos unen a un mismo destino, especialmente cuando hablamos de migración y del combate a la violencia. En vista de que las estrategias de seguridad diseñadas de manera unilateral resultan insuficientes ante la magnitud de los problemas transfronterizos, se extiende un amplio camino por recorrer en forma conjunta a favor del bienestar social.
Ante este panorama, ambas naciones retomaron el mes pasado el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN), que no se realizaba desde 2016, tras la visita que hizo a México en junio de este año la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, y que tuvo como tema principal la migración ilegal de, fundamentalmente, Honduras, El Salvador y Guatemala, lo que marca una diferencia clara entre la pasada administración del expresidente Donald Trump, quien suspendió estos encuentros que se verificaban desde 2013, y la administración de Joe Biden, para quien las relaciones bilaterales con nuestros país son un tema fundamental, basado en la cooperación para el desarrollo y no en la presión y los condicionamientos.
La visita del secretario de Seguridad de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, para la celebración del DEAN el pasado viernes es otra buena noticia para las relaciones binacionales, pues puso de manifiesto el interés del Gobierno de la Unión Americana de crear nuevas estrategias contra los grandes problemas que existen en la región, especialmente los relacionados con el tráfico de drogas y de armas, los cuales se asocian con otros delitos, como la trata de personas, el secuestro, la extorsión y los homicidios dolosos.
En este sentido, durante su reciente visita al Senado de la República, el canciller Marcelo Ebrard informó que luego de la gestión de vacunas para la población mexicana y otros países del mundo, la prioridad de la política exterior ha sido establecer buenas relaciones con nuestros vecinos del norte, dejando atrás mecanismos como la Iniciativa Mérida, que dio lugar a operaciones como la llamada “Rápido y Furioso”, por medio de la cual se introdujeron 2,500 armas estadounidenses a territorio nacional, lo que resulta incompatible con la nueva estrategia del Gobierno federal, fundada en el trato recíproco, en el respeto a la soberanía de todas las naciones, así como en los principios de no intervención y autodeterminación.
La visión y la misión del Entendimiento Bicentenario sobre Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras entre México y Estados Unidos tiene esos mismos principios, y están enfocadas en detectar las causas estructurales de la violencia, como la falta de oportunidades, el subdesarrollo y la pobreza, por lo que la cooperación para el desarrollo es la principal apuesta de ambas naciones. Con este enfoque, se plantearon tres objetivos principales, el primero de los cuales se denomina “Proteger a nuestra gente”, en el cual se abordan distintos temas, entre ellos, el consumo de sustancia ilícitas como un problema de salud pública, la explotación de grupos vulnerables por parte del crimen organizado, y la reducción de homicidios y otros delitos de alto impacto.
El segundo objetivo es reducir la comisión de delitos transfronterizos, previniendo el tráfico de drogas, armas, personas, fauna y flora silvestre, así como la trata de personas, para lo cual se propone reforzar la vigilancia del transporte terrestre, marítimo y aéreo, y los servicios de paquetería que han recobrado importancia durante el confinamiento provocado por la COVID-19; desmantelar la capacidad de las organizaciones criminales transnacionales y combatir el tráfico de armas.
El tercer objetivo es perseguir a las redes criminales, para lo cual se propone promover la cooperación entre la policía, investigadores, analistas y fiscales, teniendo como base el respeto a los derechos humanos de las víctimas, compartiendo información y facilitando la extradición según las leyes de cada país.
Considerando que cada año más de medio millón de personas son asesinadas violentamente en todo el mundo, principalmente por armas de fuego pequeñas, y que en México el 70 por ciento de las armas de fuego aseguradas a organizaciones criminales provienen de Estados Unidos, en agosto de este año acompañé al canciller mexicano en la presentación de la demanda por negligencia a distintas empresas norteamericanas que pudieran estar facilitando el tráfico de armas.
Contrario a lo que la crítica ha sugerido, respecto a que estas acciones podrían generar desencuentros diplomáticos con nuestro principal socio comercial, se trata de una nueva política exterior fundada en el respeto mutuo de las soberanías nacionales, en la reciprocidad y en la cooperación para la consecución de objetivos comunes, que en el Senado de la República se han cristalizado en reformas aprobadas, como la regulación de la actividad de agentes extranjeros en el territorio nacional, lo cual ha sido bien recibido por las autoridades de la Unión Americana.
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