En agosto de 2022, la Junta de Coordinación Política del Senado de la República de México recibió a una delegación de congresistas estadounidenses. En aquella ocasión pude expresar la necesidad de que los Gobiernos de ambos países siguieran atendiendo de fondo el fenómeno migratorio. Hacerlo requiere que el tema no se politice, y encontrar soluciones conjuntas para atacar las causas raíz que orillan a cientos de miles de personas a dejar sus hogares.
Como antecedente de los intentos que se han llevado a cabo para tratar de atender ese fenómeno, se puede mencionar la implementación del conocido como Programa Bracero, firmado entre los Gobiernos de Estados Unidos y México e implementado entre 1942 y principios de la década de 1970. Asimismo, uno de los principales programas desarrollados en los años setenta del siglo XX entre nuestro país y Canadá fue el de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT), que sigue vigente y fue diseñado para cubrir la necesidad de mano de obra en el campo canadiense.
Estos ejemplos demuestran el papel preponderante que las y los migrantes tienen en la agenda de la región. Son además un signo inequívoco de que, a pesar de los cambios en las dinámicas del comercio internacional, la cooperación entre los tres países de América del Norte se debe centrar en generar un desarrollo compartido, enfocado a brindar condiciones dignas y de seguridad a quienes migran al norte para cubrir la demanda de mano de obra.
No obstante, recientemente la Cámara Baja de Estados Unidos eligió como su presidente al congresista Kevin McCarthy, quien ha sostenido una postura antimigratoria. A ello se suma que en ambas cámaras del Congreso estadounidense las posturas republicana y demócrata en torno a la migración se encuentran altamente polarizadas y serán un elemento político rumbo a las elecciones presidenciales de 2024.
En este contexto, a partir de hoy y hasta el 11 de enero se dará la Cumbre en la que el presidente estadounidense Joe Biden y el primer ministro canadiense Justin Trudeau serán recibidos por el presidente de México Andrés Manuel López Obrador. Se prevé que la agenda, además del tema migratorio, incluya los ejes de salud, seguridad, equidad e inclusión, diversidad, medio ambiente y cambio climático, y competitividad con el resto del mundo. Todos ellos son importantes, pero el relativo a la migración irregular ha sido el más mediático debido a sus implicaciones y, desgraciadamente, al uso electoral que se le imprime.
Las cifras demuestran la complejidad de este fenómeno. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos registró en el año fiscal 2022 un récord de casi 2.4 millones de “encuentros fronterizos” (expulsiones y detenciones), lo que representa un aumento del 37 por ciento con respecto a 2021. La nota optimista es que existen coincidencias sobre la necesidad de diseñar estrategias integrales que incluyan a los países expulsores, de tránsito y receptores, en aras de lograr movilidad ordenada, segura y regular.
Por ejemplo, hace unos días, el presidente de Estados Unidos anunció nuevas medidas para enfrentar la migración. Señaló que promoverá vías adicionales —ordenadas y legales— de movilidad. Así, cada mes su país podrá recibir temporalmente hasta 30,000 personas de Venezuela, Nicaragua, Haití y Cuba, que tengan un patrocinador elegible y pasen la verificación de sus antecedentes. Sin embargo, quienes no sean elegibles estarán sujetos a una expulsión acelerada a México.
La importancia de ocuparse de la migración irregular radica también en los efectos que produce sobre otro tema que requiere atención prioritaria: el combate a la inseguridad y al crimen organizado, sobre todo en lo relacionado con el tráfico de personas, armas y drogas.
Actualmente, la amenaza del fentanilo es la más letal que enfrenta Estados Unidos. Se trata de un opioide artificial altamente adictivo y 50 veces más potente que la heroína; tan solo dos miligramos pueden causar la muerte. Las confiscaciones de esa sustancia ilegal en aquel país y en el nuestro aumentaron, pero aun así, ha provocado anualmente más de 100,000 decesos por sobredosis en los últimos años. Su tránsito de México hacia el norte, en donde encuentra su mayor demanda, hace que la seguridad sea un tema ineludiblemente compartido.
La cumbre que a partir de hoy tiene lugar en nuestro país se da también en un nuevo entendimiento de la conducción de la política exterior mexicana, pues desde la transición iniciada en 2018, además de defender nuestra soberanía, el Gobierno de México se posicionó como un actor fundamental para que las relaciones internacionales pongan en el centro el desarrollo y bienestar de las personas. Solo así se podrán encontrar soluciones duraderas que permitan disminuir el desplazamiento forzado, ordenar los flujos migratorios y poner fin a la violencia que se vive en parte del continente debido al tráfico de drogas.