Luego de su visita por Guatemala, la vicepresidenta de los Estados Unidos Kamala Harris llega a nuestro país como parte de su primera visita oficial a Latinoamérica y con una encomienda por demás retadora: establecer acuerdos para frenar el flujo migratorio hacia la frontera sur de la Unión Americana, mediante la inversión conjunta y la colaboración para el desarrollo económico que contribuya, entre otros aspectos, a pacificar las regiones con mayores índices de violencia, que generan desplazamientos forzados y favorecen la migración, principalmente hacia el vecino país del norte.
Aunque son muchos los motivos por los que Latinoamérica enfrenta los mayores estragos de la pandemia, no se puede obviar el papel que ha jugado el modelo de economía neoliberal promovido por Estados Unidos en los países al sur de su frontera, y que propició un recrudecimiento sin precedente de la desigualdad, por lo que existe una tendencia política en la región hacia la reconstrucción de los Estados de bienestar, para lo cual en el mismo Senado mexicano se han establecido comunicaciones con distintos parlamentos de la región.
Con los mismos objetivos y pese al enorme interés de la Cámara Alta mexicana por estrechar lazos con la vicepresidenta Harris, quien también es presidenta del Senado de su país, la crispación política propia de nuestro proceso electoral habría opacado la importancia de la agenda bilateral que, además del tema migratorio, se extiende a áreas como el respeto de la soberanía nacional, el mercado de armas y su influencia en la violencia al sur del río Bravo, la política antidrogas y la energética, así como el cambio climático, entre otros. No obstante, pasados los tiempos de agitación, es posible un encuentro con ella, para delinear acuerdos en materia de política exterior, que son de competencia y conveniencia mutuas.
En definitiva, las elecciones del pasado domingo han modificado el mapa político de México, pero han reafirmado la voluntad del pueblo soberano de continuar con la transformación del país, caracterizada por la austeridad republicana para eliminar privilegios de la clase política; el combate a la corrupción, y la inversión en los sectores históricamente desprotegidos, como los pequeños productores agropecuarios, las personas trabajadoras del hogar, las personas con discapacidad y las comunidades originarias, lo que a su vez genera un compromiso por parte de quienes vencieron en las urnas, para seguir impulsando una agenda de desarrollo basada en el respeto y la promoción de los derechos humanos.
En este sentido, la misma cooperación multilateral se deberá centrar en la generación de oportunidades y accesos a una mejor calidad de vida, evitando caer en el círculo vicioso de repetir las mismas estrategias y esperar nuevos resultados.
Los proyectos de desarrollo se deben adecuar a cada región, y estar diseñados con el conocimiento directo de las necesidades concretas de cada comunidad, respetando la soberanía de las naciones y aprovechando al máximo cada fracción monetaria que se invierta, sin olvidar que los resultados de este tipo de estrategias se proyectan a largo plazo y deben generar cambios estructurales más que nichos de inversión que focalicen los apoyos, sin impactar en las masivas movilizaciones de personas por el continente.
Como lo ha advertido la misma vicepresidenta Harris, el progreso en el Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) no será posible sin un combate frontal a la corrupción, situación que se replica en nuestro país y en toda la región, lo que abona a las coincidencias entre el gobierno estadounidense y el mexicano. Los retos de esta visita de Estado implican comenzar a dibujar nuevas estrategias de cómo lograr los objetivos en común, rompiendo con las fórmulas del pasado y repercutiendo en las estructuras sociales, pero que a la vez se respeten las respectivas soberanías.
La complejidad de la cuestión migratoria y de las demás que integran la agenda bilateral requiere de un acompañamiento integral de las instituciones mexicanas para impulsar una política migratoria congruente tanto con las personas migrantes que salen de nuestro país, como con quienes lo atraviesan en su tránsito hacia Estados Unidos y con quienes lo toman como su destino.
La agenda legislativa del Congreso mexicano, que iniciará en septiembre su LXV legislatura, tiene contempladas, entre otras modificaciones al sistema jurídico, nuevas legislaciones en materia de control de armas y de regulación del uso adulto e investigación del cannabis, que deberán contribuir con los objetivos bilaterales en estos rubros.
El presidente Andrés Manuel López Obrador recibirá a la vicepresidenta Kamala Harris con el respaldo y la aprobación de la mayoría ciudadana, lo que le permite negociar exclusivamente en favor de los intereses de la nación, dejando de lado las presiones de particulares, por lo que existe la expectativa de que sea una visita de mucho provecho para ambos países. Con la certeza de que la Cuarta Transformación se sigue profundizando en nuestro país, se renuevan las esperanzas de tener éxito en los temas que en el pasado han quedado como grandes pendientes.
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