Con mi solidaridad a Rubén Rocha Moya.

En La república, Platón afirma que la verdad es el mayor tesoro de la humanidad, subrayando también que es fundamental para la justicia y el buen gobierno, ya que guía la acción justa y sostiene el orden social.

Cuando la verdad se distorsiona o se oculta, se abre la puerta a la manipulación y al abuso de poder. Este pensamiento del filósofo griego es especialmente relevante hoy en día, cuando la desinformación se convirtió en un arma poderosa, capaz de dar pie a la infamia y al desprestigio de figuras públicas.

La política en México ha experimentado mejoras significativas a lo largo de los años, pero algunos vicios persisten. A pesar de los avances democráticos, seguimos viendo cómo el infundio, el denuesto y la desinformación se emplean como armas para desprestigiar a oponentes, personas y Gobiernos.

Yo mismo, hace tiempo, fui objeto de una campaña de desprestigio y desinformación que intentó dañar no solo mi imagen pública, sino también a mi familia y mi carrera política. Me crearon un expediente negro y trataron de enlodar mi trayectoria. De todos esos hechos di cuenta puntual en mi libro La infamia, en el cual expuse cómo la mentira y la manipulación pueden ser capaces de destruir vidas y sembrar la semilla de la duda en la sociedad.

Hoy, nuevamente, somos testigos de un hecho que subraya la urgencia de enfrentar la desinformación. La reciente detención de Ismael “el Mayo” Zambada, junto con Joaquín Guzmán López, desencadenó una ola de especulaciones.

A pesar de la relevancia del acontecimiento, hasta el momento, las autoridades estadounidenses no han proporcionado detalles suficientes a sus contrapartes mexicanas. Este vacío informativo fue rápidamente llenado por rumores y teorías conspirativas, que generaron un clima de incertidumbre y desconfianza.

Sabemos que este tipo de situaciones son terreno fértil para la infodemia, que se difunde rápidamente y dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna. Esta falta de información clara ya afectó incluso a las autoridades locales, como al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, quien se vio obligado a desmentir públicamente las acusaciones infundadas que circularon en torno a su persona.

Ahora bien, las presuntas declaraciones recientes de Zambada, más que inscribirse en una ruta informativa, forman parte de una estrategia legal, para argumentar que su captura violó el debido proceso, al haber sido secuestrado y llevado a un país extranjero, lo que implicaría la aplicación extraterritorial de la ley, con lo que se buscaría cuestionar la legalidad del proceso judicial en su contra.

Este caso recuerda el secuestro del médico jalisciense Humberto Álvarez Machain, en 1990, cuya captura en México por agentes de la DEA fue considerada una violación al derecho internacional, lo que llevó a su posterior liberación en Estados Unidos en 1992.

En nuestro país trabajamos para que esto no volviera a suceder. Para ello, se impulsó la creación de la Ley de Seguridad Nacional, vigente desde diciembre de 2020, la cual establece que los agentes extranjeros que cometan delitos o infrinjan las disposiciones legales no gozarán de inmunidad.

Sin embargo, la Constitución de EU y las decisiones del Tribunal Supremo establecen que las leyes de la Unión Americana no siempre se aplican de la misma manera fuera del territorio nacional, por lo que las operaciones de sus agentes federales en el extranjero son complejas y están reguladas por acuerdos bilaterales y tratados internacionales. Es decir, pueden operar fuera de su país bajo ciertas condiciones, con la cooperación y el consentimiento de aquel. Además, estas actividades deben ajustarse a las leyes locales y a las políticas del Gobierno estadounidense.

Ejemplo de ello es el caso de la prisión de Guantánamo, en donde solo 12 personas han sido formalmente acusadas y dos condenadas, entre los cientos de detenidos (muchos, capturados en sus países de origen por agentes estadounidenses). Incluso un número importante fue liberado sin cargos luego de años de detención.

En lo personal, conozco a Rubén Rocha Moya desde hace años, a finales de la década de 1990, cuando fue candidato a la gubernatura de Sinaloa por la izquierda. También fuimos compañeros en el Senado, y he sido testigo de su compromiso con las causas sociales. Es un hombre congruente e íntegro, que lo demuestra en el ejercicio diario de su quehacer como persona y servidor público.

Expreso mi total respaldo y solidaridad al gobernador Rocha Moya y a su familia. Su integridad y compromiso con el pueblo de Sinaloa son incuestionables, y no debemos permitir que la desinformación ni la infamia lo desvíen de su misión. La verdad debe prevalecer siempre, y en esta batalla sabemos muy bien que estamos del lado correcto de la historia.

X y Facebook: @RicardoMonrealA

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