A la familia, amistades y seres queridos de la maestra Ifigenia Martínez.

Sor Juana Inés de la Cruz, en su lucha por el acceso al conocimiento y por la educación de las mujeres, nos recordó que “el que no sabe, no habla”. Por eso hoy, al recordar a la maestra Ifigenia Martínez, debemos reconocer su valiosa contribución al legado de la justicia y la equidad. Su vida es un testimonio de congruencia, esfuerzo y entrega por las causas más nobles de la izquierda en México.

El 5 de octubre de 2024 nos dejó Ifigenia Martha Martínez y Hernández, presidenta de la Cámara de Diputados. Su partida nos llena de profundo dolor, pero también renueva nuestro compromiso para continuar su legado, recordar su obra y entender la dimensión de su vida como ejemplo para todas las generaciones.

Bautizada como “la corregidora del México contemporáneo”, por Porfirio Muñoz Ledo, la maestra Ifigenia rompió barreras desde su juventud. Nacida en una familia de pensamientos progresistas, fue la primera mexicana que obtuvo la Maestría en Economía en Harvard y la primera mujer que dirigió la entonces Escuela Nacional de Economía (hoy Facultad).

Fue también la primera senadora de oposición electa por el otrora Distrito Federal, así como la primera mujer que recibió la Medalla Sor Juana Inés de la Cruz, que otorga la Cámara de Diputados, por su contribución a la lucha por los derechos humanos y la igualdad de género.

Es imposible hablar de ella sin mencionar su firme postura a favor de las causas populares y su dedicación incansable a la enseñanza. Como docente de decenas de generaciones de economistas, dejó una huella profunda en la academia y en la vida de quienes tuvimos la fortuna de aprender de la maestra en todos los aspectos.

Su lucha por la equidad económica y social la llevó a ser una de las primeras en realizar estudios serios sobre la desigualdad en México. Gracias a su trabajo, se diseñaron políticas públicas para mitigar esta problemática, siempre desde una perspectiva humanista y contraria al neoliberalismo.

La maestra será recordada también por su participación en el movimiento estudiantil de 1968. No sólo apoyó al estudiantado desde la trinchera intelectual, sino que igualmente se solidarizó en el terreno. Fue arrestada junto a las y los jóvenes detenidos en Ciudad Universitaria y trasladada a una celda. Este acto simboliza su valentía y el compromiso que siempre tuvo con la justicia y la democracia.

La maestra Ifigenia fue, además, un referente para el movimiento feminista. Su sola presencia en cargos de relevancia política ya era una declaración por sí misma. Pionera en un mundo dominado por hombres, su ejemplo ha inspirado a innumerables mujeres a seguir sus pasos y alzar la voz en defensa de sus derechos. Su legado es incalculable y su ausencia será muy difícil de llenar.

Uno de los momentos más simbólicos de su trayectoria fue cuando, apenas el pasado 1 de octubre, entregó la banda a la primera presidenta de México. En esa escena se reflejó todo aquello por lo que la maestra había luchado durante décadas: la ruptura de techos de cristal y la emancipación femenina. Fue un acto lleno de significado, tanto para las mujeres en la política como para todas aquellas que sueñan con un México donde las oportunidades sean iguales para todas y todos.

Recuerdo con cariño las últimas charlas que tuve con ella. Pese a su estado de salud, la vi contenta, plena y consciente del papel histórico que estaba por desempeñar. Le emocionaba presidir la sesión en la que el licenciado Andrés Manuel López Obrador, a quien tanto admiraba, y la doctora Claudia Sheinbaum, a quien consideraba su amiga y protegida, se darían el relevo en la Presidencia de México. Fue un día de orgullo para ella y para quienes tuvimos la dicha y la fortuna de verla en su máxima expresión de liderazgo.

Coincidimos en varias legislaturas y siempre me asombraron su disciplina, perseverancia y compromiso. Sin importar la hora o su estado físico, nunca faltaba a una sesión, a una reunión de comisión o al cumplimiento de sus deberes legislativos. Era un ejemplo de responsabilidad y congruencia, una mujer que vivió según sus principios y que nunca dejó de luchar por ellos.

Nuestra nación ha perdido a una gran mujer. Más allá del ámbito de lo personal, su muerte representa una pérdida para todo el pueblo de México. Ella era la máxima autoridad del Congreso de la Unión y su partida deja un hueco en la Cámara de Diputados, pero también en el corazón del Poder Legislativo y en la historia reciente de la política mexicana.

Hoy despedimos con tristeza a la maestra, a la política, a la líder, a la luchadora social, a una mujer que nos enseñó que el crecimiento económico debe ir siempre acompañado de desarrollo social, y que la lucha por la justicia no tiene fecha de caducidad. Su ejemplo seguirá guiando cada paso de las mujeres y los hombres que, como ella, creemos en la posibilidad de un país más justo y equitativo.

Descanse en paz, maestra Ifigenia Martínez. Y a toda su familia, mi abrazo y solidaridad en este difícil momento. Que su legado y amor les acompañe siempre y les brinde consuelo.

X y Facebook: @RicardoMonrealA

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