En junio de este año, la balanza comercial de México llegó a un superávit de 2,561 millones de dólares que, comparado con el del mismo mes del año anterior —de 899 millones de dólares—, superó con creces las previsiones del mercado. Fue el mayor superávit comercial registrado, ya que las exportaciones aumentaron 1.6%, respecto al año anterior, y las importaciones cayeron 7.8%. Considerando la primera mitad del año, el país registró un superávit comercial de 3,145 millones de dólares.
Contra el año 2018, las exportaciones no petroleras avanzaron 2.8%, impulsadas por mayores ventas de manufactura (2.9%), en particular, maquinaria y equipo para industrias (13%), alimentos, alcohol y bebidas (11.7%), productos automotrices (4.4%) y productos de acero (1.1%). Además, las ventas de productos agrícolas aumentaron 4.9 %, a saber: camarones congelados (137.8%), melón, sandía y papaya (73%), uvas y pasas (72.7%), verduras frescas (24.7%) y pimientos (19.6%). En contraste, las ventas de minería cayeron 7.3 %, y las exportaciones de petróleo disminuyeron 20.4%.
¿A dónde voy con todo esto? Hace un año comenzó la guerra de tarifas del presidente Trump en contra de múltiples actores de la economía global, muy particularmente contra China. Parte del reflejo de las tarifas y penalidades impuestas a las importaciones del gigante asiático son los efectos positivos que observamos en nuestras exportaciones. México es el duodécimo mayor exportador del mundo. Algunos datos: en 2017, Estados Unidos recibió 79% de las exportaciones de México; el comercio con la Unión Americana y Canadá se ha triplicado desde la firma del TLCAN en 1994; más de 90% del comercio nacional está bajo 12 acuerdos de libre comercio, y tenemos convenios con 46 países: más que cualquier otra nación.
Además, México fabrica y exporta la misma cantidad de bienes que el resto de los países de América Latina combinados, y el comercio exterior representa un porcentaje mayor para la economía de México, que para la de cualquier otra nación grande. Asimismo, la principal exportación nacional son los productos manufacturados; pero también se exporta plata, frutas, verduras, café y algodón. Es el octavo productor mundial de petróleo, con casi 3 millones de barriles por día: esto es menos que Canadá, Irán o Irak, pero más que otros grandes exportadores, como Kuwait, Brasil o Nigeria. Nuestro Producto Interno Bruto depende en casi 40% de las exportaciones.
El miércoles de la semana pasada, el índice Dow Jones Industrial Average cayó 800 puntos, el mayor descenso en un solo día de 2019. Algunos analistas atribuyeron la caída a las crecientes preocupaciones de que Estados Unidos pueda seguir a China y Alemania en una desaceleración económica creada, en parte, por las políticas comerciales norteamericanas.
Otros, sugieren que el indicador que preocupa es la curva de rendimiento del mercado de bonos estadounidenses. Ahora estamos en lo que se llama una inversión de la curva de rendimiento, lo que significa que las tasas de interés a largo plazo, en particular aquellas a 10 años, son mas bajas que las de a corto plazo, lo cual es inusual y sugiere que los mercados financieros no son optimistas sobre los futuros 10 años en la economía. Según una ecuación estimada por la Reserva Federal de Nueva York, la curva de rendimiento invertida actual aumenta a 0.3 la probabilidad de una recesión en los próximos 12 meses.
Considerando todo esto, es evidente que México depende grandemente de sus exportaciones, particularmente a Estados Unidos, y que la guerra comercial iniciada por el presidente Trump puede afectar de manera positiva o negativa a nuestro país. Como se ha visto, puede incrementar nuestras exportaciones, al castigar las de otros países, pero también presiona el tipo de cambio del peso cuando se generan expectativas de recesión global. Si China devalúa su moneda y con eso logra absorber el costo de las tarifas que le imponen, podría presionar el costo de los productos mexicanos; las tarifas que el gobierno estadounidense impone a sus importaciones eventualmente van a lastimar a sus consumidores y éstos pueden dejar de comprar nuestros productos.
Vivimos en un mundo completamente globalizado e interdependiente. En los últimos 25 años, México se ha convertido en un participante importante de la economía global, particularmente en Norteamérica, y ésta es una realidad compleja que no podemos ni negar ni cambiar. La tarea del gobierno mexicano es sentar las bases para tener instituciones confiables y una administración capaz y honesta, para hacer una buena evaluación de nuestra condición económica y geopolítica, que permita aprovechar las oportunidades y enfrentar las amenazas que este contexto nos presenta.
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