En una entrevista localizable en Youtube, la neurocirujana cubana Hilda Molina define a la ideología del socialismo del Siglo XXI como “Odio, poder y dinero”.

Incluso ella precisa, que a este socialismo del siglo XXI también “le llaman populismo”. Dice que hay lugares de Latinoamérica donde los programas educativos oficiales “tienen contenidos subversivos y están enseñando a los niños a odiar y así no se construye una sociedad sana”.

Esta mujer de edad madura, disidente cubana exiliada en Argentina desde 2009, recuerda cuando platicó con Fidel Castro, quien le dijo ……. “mientras llegamos al poder por la vía tonta de la democracia, desde hace años estamos llevando adelante la revolución silente”… (o sea, silenciosa).

Hilda añade en su entrevista la descripción que le compartió Fidel Castro de su estrategia: “penetran la neurona, trabajan la ideología, capturan el alma de la persona y ya está todo hecho… lo estamos haciendo en América Latina”.

Esto parece ser el origen de lo que hoy vemos por toda Latinoamérica: la consolidación de la cultura del odio y el resentimiento.

Es evidente que el carisma de Fidel Castro fue capaz de envolver y seducir a mentes lúcidas e inteligentes, a quienes respetamos y admiramos por su talento. Fidel fue amigo de muchos intelectuales, artistas plásticos y literatos, entre otros líderes de opinión, como lo fue del premio Nobel Gabriel García Márquez. Esto le ayudó a legitimarse como ideólogo socialista.

Las recientes elecciones realizadas este octubre en Bolivia, ganadas nuevamente por Evo Morales, quien está en el poder desde enero del 2006 y las que se llevaron a cabo en Argentina, donde resultó triunfador el peronista Alberto Fernández, quien llega respaldado por la expresidenta socialista Cristina Fernández de Kirchner, quien gobernó Argentina antes del presidente saliente Mauricio Macri, representan el fortalecimiento del proyecto socialista en algunos países de Iberoamérica.

Si a esto añadimos la inestabilidad política y social que ha exhibido la crisis de Chile, país sumido en violentas movilizaciones estudiantiles en contra del presidente de derecha Sebastián Piñera y también las realizadas en Ecuador, como respuesta a las medidas económicas del presidente socialista Lenin Moreno, que duraron diez días, mas el desastre de país en que se ha convertido la Venezuela de Maduro, parece ser que los tiempos venideros son de inestabilidad y conflicto.

Por otra parte, la estrategia del presidente Jair Bolsonaro, de Brasil y hasta podríamos añadir la del presidente Donald Trump, también capitaliza el resentimiento social.

Independientemente de consideraciones ideológicas, lo que vemos en Latinoamérica es un malestar social crónico, que también parece ser global. Sin embargo, es un fenómeno psicosocial manipulado desde todos los ámbitos de la geografía ideológica.

Lo que sí podemos reconocer es que, como dice la doctora Hilda Molina, el trabajo ideológico subversivo que viene desde el socialismo, que en Latinoamérica ha sido orquestado por Fidel Castro y que parece ser que ha sido instrumentado desde el Foro de Sao Paulo, ha sido muy efectivo.

Siguiendo las palabras de Fidel Castro para Hilda Molina, este trabajo inició desde hace muchos años y se desarrolló de forma planificada, apoyado en técnicas conductuales sustentadas en el conocimiento científico. Esto representa un peligro para la sociedad del siglo XXI, que persiguiendo el ideal de justicia social, puede quedar atrapada en el autoritarismo que fue descrito en la novela de George Orwell, titulada 1984.

Por su parte, la manipulación del resentimiento instrumentado desde la derecha, ha sido realizada de modo burdo, improvisado y a la vista.

Tan mala es la intención manipuladora que llega desde el socialismo, como desde la derecha. Reconozcamos que socialismo y neoliberalismo representan una confrontación ideológica que responde al pasado, a la denominada lucha de clases, escenificada durante décadas entre izquierda y derecha.

Lo que es claro, es que el modelo político actual, ya sea de corte socialista o neoliberal, ya dio de sí pues ha sido rebasado y está generando malestar e insatisfacción social. Por lo anterior es momento de crear nuevos modelos de conducción política, más transparentes e incluyentes.

Urgen nuevos liderazgos, conciliadores e inspiradores, que rechacen la estrategia de generar odio y capitalizar el resentimiento social.

Necesitamos líderes no contaminados por las ideologías arcaicas que se sustentan en la confrontación. Es el momento de los líderes propositivos y bien intencionados, con responsabilidad social.

¿Nacerán estos líderes en las redes sociales bajo el modelo denominado “influencers”?

¿Usted cómo lo ve?

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