Digamos las cosas de manera sencilla y clara: El INE debe morir y desaparecer.
Les comparto algunas razones:
1. Porque el INE se encuentra “secuestrado” por los dueños (partidos políticos); protege intereses oscuros, opacos; no es democrático y no representa de ninguna manera los intereses de la sociedad. Es más bien una figura muy lejana de las personas, incluso más que las figuras de los políticos.
2. Porque los partidos políticos —los dueños—, que controlan al INE no son verdaderos vehículos de representación ciudadana. Son una clase de burócratas que viven de nuestros impuestos, se auto-asignan más de $7,000,000,000 (siete mil millones de pesos) por año y solo buscan proteger sus intereses.
3. Porque los consejeros del INE elegidos por estos mismos dueños, encarnan un sistema donde la democracia se maneja a través de negociaciones políticas y no como voluntad expresa de la sociedad.
4. Porque la legislación que da vida al INE lo ha vuelto una pesada máquina burocrática que lo obliga a entrometerse en ámbitos que no le corresponden: robarse los tiempos de los medios de comunicación; aprobar cada uno de los spots y campañas electorales; validar procesos en la vida INTERNA de los partidos. Todo lo anterior es “legal”, debido a la equivocada reforma del 2007, pero de ninguna manera es justo, ni es correcto.
5. Porque con el peso de esta legislación absurda creada por los rencores postelectorales del 2006, el INE se ha convertido en el mayor censor del país. Puede callar a los ciudadanos, callar a los candidatos, callar al Presidente y silenciar a los medios de comunicación. Esta censura se ejerce “aplicando la ley”. Y ahora, el INE no solo calla a cualquiera, sino que también lo puede desterrar de la vida política, eliminando candidaturas a su conveniencia.
6. Porque para lograr todo esto, el INE desperdicia $20,000,000,000 (veinte mil millones de pesos) al año, cifra que aumenta con gran rapidez año con año y que nosotros, los mexicanos, pagamos con impuestos. En pocas palabras el INE y sus consejeros viven bien a costa del bienestar y progreso de la población más necesitada.
7. Porque, ocupado con los enredos políticos entre sus dueños, los partidos políticos, no ha presentado ni una sola iniciativa de innovación para modernizar o sistematizar el arcaico y costosísimo sistema de votación presencial con tarjetas y papel (digno del siglo XIX). Al INE no le interesa la mayor y más intensa participación ciudadana vía consulta y voto electrónico, por la sencilla razón de que no le conviene a sus dueños.
8. Porque el INE se ha vuelto incapaz de actuar bajo principios de justicia y de garantizar la imparcialidad en cualquier proceso electoral.
9. En resumen, porque el INE se ha vuelto un ente hiper-politizado, obsoleto, carísimo, arbitrario y sesgado. No representa a la sociedad y ha dejado de ser democrático.
Por estas razones, estoy convencido de que el INE debe morir y debe desaparecer.
Y entonces… ¿qué debe surgir de las cenizas del viejo INE?
1. Un nuevo instituto que refleje un nuevo arreglo social para garantizar la verdadera democracia en México y lo vuelva funcional, legítimo, tecnológicamente adecuado al siglo XXI y, sobre todo, creíble.
2. Un nuevo instituto regido por leyes sencillas, claras, transparentes y aplicables al México del 2021.
3. Un nuevo instituto que esté sujeto a contrapesos de la sociedad.
4. Un nuevo instituto con un perfil estrictamente ciudadano.
5. Un nuevo instituto que sea completamente independiente y libre de los dueños (partidos políticos). Es decir, que garantice los derechos de los ciudadanos y no los intereses oscuros de los partidos.
6. Un nuevo instituto con un marco legal que lo obligue a enfocarse en asuntos estrictamente electorales.
7. Un nuevo instituto con un presupuesto adecuado a las graves carencias de la sociedad.
Si queremos construir un país democrático y próspero, debemos comenzar ya, juntos, y lo debemos hacer con estos siete puntos.