Reyes Rodríguez Mondragón

La disrupción digital en las elecciones, la justicia y la democracia

10/10/2023 |04:44
Reyes Rodríguez
Autor de OpiniónVer perfil

A poco más de 30 años de la creación de la World Wide Web (el internet público), la revolución digital ha generado conexiones que, hasta hace poco, nos hubieran parecido relatos de ciencia ficción. En las últimas décadas, esta revolución ha transformado irrevocablemente la interacción humana. Hoy en día, es imposible no considerar a la sociedad digital como una parte integral de nuestra convivencia cotidiana. Así, se ha ido forjando nuestra identidad digital, que presenta una faceta particular conocida como “ciudadanía digital”, concepto que se refiere al espacio en el cual “[…] grupos de ciudadanos utilizan la internet y las tecnologías de la información y la comunicación para apropiarse de la realidad, ejercer sus derechos o participar en movimientos sociales” (1).

Los desafíos que enfrentan los sistemas democráticos debido a la digitalización de la vida pública están determinados por el uso que se hace de estas herramientas, así como por los límites y las reglas que acordemos para su utilización. Al igual que con el resto de las tecnologías de la información y comunicación (TIC), la realidad digital actual se asemeja a una moneda con dos caras, una optimista y una pesimista. La cara optimista del futuro sostiene que esta revolución ha democratizado aún más las plazas públicas, permitiendo a las personas ejercer y defender sus derechos, potencializando los objetivos inclusivos de una democracia (2). La cara pesimista pone en evidencia que el uso de las tecnologías de la información está acompañado de la microsegmentación, la resonancia de mensajes de intolerancia, del anonimato y de la violencia virtual, así como de la replicación viral de información falsa (3).

Esta situación exige reconocer el valor del Estado de derecho para implementar políticas efectivas, a través de marcos institucionales robustos que permitan preservar el entorno digital, sin perder de vista la responsabilidad que recae en cada integrante de la sociedad, ya sea como individuo o corporación. Sin embargo, durante este proceso, la convergencia de los avances tecnológicos, la democracia y la integridad de los procesos electorales pone de manifiesto el papel crucial de los tribunales. Las instituciones judiciales deben ser particularmente sensibles al hecho de que las distorsiones informativas plantean serios desafíos para la calidad del discurso público y, de manera más amplia, para la solidez de los procedimientos electorales.

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En este contexto, se debatieron los temas centrales durante la última Reunión interamericana de Autoridades Electorales, organizada por la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Ottawa, Canadá (4). Ahí, el foco se puso sobre el retroceso democrático global, así como la creciente influencia de la inteligencia artificial (IA) y otras tecnologías digitales en la dinámica de nuestras sociedades.

1. La inteligencia artificial, la desinformación y su disrupción en la integridad electoral

Este fenómeno de los riesgos derivados de la revolución digital es una tendencia global que sigue entrelazándose con las trayectorias democráticas en el mundo. Los países de la región americana no han sido inmunes a este fenómeno, y México

tampoco es una excepción. Como muchos otros países, el nuestro se caracteriza por reunir a una sociedad plural y compleja.

Uno de nuestros grandes logros ha sido afianzar el sistema democrático, fomentando la confianza en que el voto es el gran igualador que permite tomar decisiones incluso cuando coexisten visiones tan diversas. No obstante, este logro puede verse socavado si existen espacios para la manipulación del voto que resultan invisibles o desconocidos. Aquí reside la fragilidad del sistema democrático: cualquier percepción de manipulación o inhibición del voto (5) mina la integridad de las elecciones y, por ende, la credibilidad del sistema. Esta vulnerabilidad democrática persiste tanto en democracias jóvenes como en aquellas más consolidadas.

Además, en pleno 2023, nos enfrentamos a fenómenos que han reconfigurado el panorama político. Ejemplos de esto son la polarización afectiva (6), el crimen organizado y la intolerancia. Estos contextos están redefiniendo algunas nociones tradicionales de las democracias contemporáneas y presentan nuevos obstáculos, como la influencia de la IA en las elecciones, la propagación de noticias falsas, la conflictividad en los procesos electorales y el declive de la confianza en los medios de comunicación tradicionales.

La influencia de la IA en las elecciones

Un desafío crucial en la era digital, con claras repercusiones en la libre difusión de las ideas, es la influencia que puede tener la inteligencia artificial. Sin duda, esta herramienta tiene el potencial de mejorar varios aspectos de los procesos electorales, fomentar la participación de los votantes y personalizar los mensajes políticos. Se habla, por ejemplo, de su uso para desarrollar análisis predictivos sobre

resultados electorales (7) o para detectar y prevenir el fraude electoral mediante el análisis de patrones de votación y la identificación de anomalías que puedan revelar actividad fraudulenta (8). Así, los sistemas de la IA tienen el potencial de enriquecer y fortalecer los procesos democráticos.

No obstante, esa herramienta también puede ser utilizada para difundir desinformación, manipular el comportamiento de los votantes o amplificar narrativas divisivas. La inteligencia artificial tiene un doble filo electoral, puesto que tiene el potencial tanto para dañar como para enriquecer los procesos democráticos. Se ha utilizado, por ejemplo, en la contienda estadounidense rumbo a 2024 para crear anuncios políticos engañosos y generar imágenes falsas, como se evidenció en la campaña del candidato Ron Desantis, en la que se reportó la difusión de imágenes manipuladas de Donald Trump y Anthony Fauci (9) para confundir al electorado.

Un reto menos evidente es que, en su diseño, las herramientas de inteligencia artificial presentan sesgos y posibles modelos discriminatorios, ya que durante su fase de aprendizaje es muy probable que ciertos grupos de la sociedad no hayan sido considerados, dejando de lado sus intereses, conocimientos y motivaciones (10). Esto es resultado de la desigualdad social que también se observa en el acceso a las TIC. Sin embargo, la IA puede perpetuar estas desigualdades, e incluso, culminar con invisibilizar aún más a personas que pertenecen a grupos en situación de vulnerabilidad.

Las noticias falsas en redes sociales

En las plataformas digitales, como Facebook y la red social “X”, las denominadas fake news o noticias falsas han alcanzado una relevancia sin precedentes. La propagación de información errónea en el ecosistema digital desafía los derechos fundamentales, merman la confianza en los medios de comunicación, distorsiona la racionalidad comunicativa y deteriora la integridad del espacio público.

En este contexto, una investigación empírica reciente ha identificado una correlación entre la exposición a las noticias falsas y el respaldo a los partidos de corte populista (11). El estudio analizó cómo las noticias falsas en Facebook influyeron en el apoyo que recibieron los partidos populistas durante las elecciones italianas del año 2018. Los hallazgos respaldan la idea de que la exposición de la ciudadanía a información no verificada puede favorecer principalmente a ciertas fuerzas políticas.

Por otro lado, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha subrayado cómo la desinformación y la propaganda política afectan directamente a la democracia (12). Estos fenómenos no solo socavan la confianza pública, sino que también obstaculizan el derecho de las personas a acceder a la información veraz, exacerbando la hostilidad y la polarización social.

En la era digital, las noticias falsas se han convertido en un fenómeno preocupante y no hay duda de que su atractivo es su capacidad para capturar la atención a través de titulares llamativos y diseños creados específicamente para volverse virales. Esto se debe a que la monetización en las plataformas digitales depende de la cantidad de personas que accedan a los contenidos, lo cual genera un incentivo pernicioso para competir por la atención de las personas usuarias sin tener en cuenta las posibles consecuencias sociales.

Además, junto con la información descontextualizada, errónea o manipulada, se añaden datos no verificados e incluso las imágenes denigrantes, que por lo general se distribuyen libre y anónimamente. Como resultado, se vuelve casi imposible responsabilizar a alguien por la creación, difusión y propagación de la desinformación.

Disrupciones en la integridad electoral: redes sociales y declive en la confianza en los medios de comunicación tradicionales

En la era digital, las campañas políticas han presenciado que la polarización y el conflicto social se amplifican. Las plataformas o redes sociales, sin duda, han desempeñado un papel crucial al proporcionar espacios para que las personas expresen sus opiniones y se involucren con diversos contenidos. Aunque estas redes también han creado un ambiente en el que los debates políticos, y de cualquier índole, se convierten rápidamente en discusiones acaloradas, con ataques personales que se propagan masivamente para que grupos de personas se desacrediten mutuamente. Estos problemas son cada vez más frecuentes y se agravan cuando existe una autorreferencia masiva. Es decir, el problema se intensifica al darse cuenta de que “las redes sociales dirigen a burbujas de filtro o cámaras de resonancia, y segregan a la ciudadanía en grupos, que leen las mismas noticias, se comunican solamente entre ellas, y, por lo tanto, piensan de manera similar con efectos perjudiciales en cómo gobiernan las democracias” (13).

Además, existe una estrecha relación entre la creciente desconfianza tanto al periodismo como a los medios de comunicación formales y los desafíos de la era digital. Esta situación se atribuye a distintos factores, muchos de los cuales ya han sido mencionados, como la difusión de noticias falsas. Esta propagación ha llevado a que los hechos, valorados de forma objetiva y analizados en el ámbito de la vida pública a través del periodismo de investigación formal, sean percibidos cada vez como menos relevantes. Este fenómeno es conocido como truth decay o la percepción de la parcialidad de los medios de comunicación y su vinculación a intereses políticos o corporativos (14).

2. ¿Por qué les importa a los tribunales electorales combatir la desinformación?

Ante esta compleja realidad generada por la disrupción digital, las autoridades electorales se enfrentan al desafío de encontrar la mejor estrategia para combatir los fenómenos de desinformación, manipulación y afectación de las interacciones sociales con impacto negativo. Buscan mantener su papel de guardianes de la convivencia pacífica en una sociedad plural y democrática.

Todos estos fenómenos influyen en la salud del ecosistema democrático, ya que restringen la capacidad de la ciudadanía para formarse una opinión objetiva, deliberar o tomar decisiones informadas. De hecho, en este contexto de información no verificada, redes sociales autorreferenciales y la popularización de la inteligencia artificial, se propaga con facilidad un peligroso virus: el de la desinformación con un enfoque político.

Ante ello, surge un dilema esencial para las democracias: ¿cómo equilibrar el derecho de las personas a expresarse con el derecho a recibir información verdadera? La tensión entre ambos constituye uno de los desafíos más significativos que enfrentan las democracias liberales en la actualidad. Abordar esta cuestión se ha convertido en una tarea central para salvaguardar los principios democráticos de libertad de expresión y el derecho a acceder a contenidos veraces.

En un sistema democrático es imperativo entender que, aunque la libertad de expresión es fundamental en las sociedades democráticas, su ejercicio no debe vulnerar la dignidad, la privacidad ni la intimidad de las personas. Este derecho, a pesar de ser una precondición del procedimiento democrático, debe ejercerse de

manera responsable. Así que el desafío que se nos presenta radica en fomentar un debate en el que la información veraz y la libertad de expresión coexistan armónicamente.

Existe un obstáculo adicional en esta problemática: que las autoridades electorales puedan carecer de la preparación técnica necesaria para neutralizar los efectos perniciosos de la desinformación. Esto impediría tener herramientas para disuadir a las fuerzas políticas de utilizar estos fenómenos en su beneficio. Además, desde el ámbito jurídico, toda sentencia debe juzgar con máxima cautela este tipo de casos, con el objetivo de combatir los efectos perniciosos de la desinformación sin fomentar la supresión o restricción a la libertad de expresión (15).

El caso mexicano

En el caso de la Sala Superior del Tribunal Electoral, se ha establecido desde hace unos años que, por su relevancia, las publicaciones en las redes sociales se consideran como espontáneas ya que fueron realizadas por personas de manera autónoma y están amparadas por la libertad de expresión (16). A pesar de ello, el Tribunal Electoral también ha señalado que estas plataformas son frecuentemente empleadas para influir o manipular la imagen de las candidatas y candidatos políticos (17).

A la par, se han identificado tácticas nocivas, como el uso de social bots o de esquemas automatizados para generar propaganda que sale de perfiles falsos con pseudónimos, difundiendo noticias inexactas o encuestas sesgadas de forma masiva. Aunque estas prácticas no siempre son ilegales en el contexto electoral, la Sala Superior ha enfatizado que las autoridades, actores y partidos políticos deben actuar para prevenir la desinformación y las malas prácticas. Los mensajes con tales

características no son vistos como genuinamente espontáneos, sino más bien, como intentos deliberados de manipulación.

Aunque la difusión de noticias falsas no es un fenómeno nuevo y ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad, el alcance masivo de las herramientas de comunicación modernas ha potenciado enormemente el daño que generan a las democracias. Estas noticias influyen en las decisiones del electorado y, bajo el peor escenario, pueden modificar el rumbo de un país a partir de realidades falsas.

Ante este panorama, el Tribunal Electoral se ha comprometido a impulsar esquemas para minimizar los efectos nocivos de este tipo de fenómenos, especialmente en el contexto de una competencia electoral que debe ser equitativa. Para abordar esta situación, se han lanzado iniciativas desde el Tribunal Electoral para fortalecer la información y contenido que emana de nuestras sentencias al difundir mediante boletines de prensa, infografías y mensajes vía canales oficiales de plataformas digitales, como Telegram y WhatsApp, los criterios jurídicos más relevantes. Además, hemos emprendido esfuerzos por publicitar en un solo espacio la información jurídica definida por el Tribunal Electoral a través del sitio Justicia Electoral Digital (JEd), que tiene como objetivo facilitar el conocimiento y el acceso a la justicia electoral para toda la ciudadanía.

El Tribunal ha optado por un enfoque proactivo, con el objetivo de inmunizar nuestra democracia contra el virus de la desinformación de justicia electoral. En última instancia, el propósito fundamental de nuestra labor es preservar la integridad de las elecciones, asegurando que estas emerjan de la elección libre que cada individuo realiza, basada en un debate público enriquecido por información relevante y hechos verificables.

3. Soluciones y el futuro de las democracias en la era digital

Es evidente que el avance digital plantea desafíos significativos para el presente y el futuro de la democracia. Sin embargo, no se trata de un sistema sin herramientas para abordar los problemas relacionados con la búsqueda de una convivencia pacífica en una sociedad plural.

Por tanto, es esencial priorizar la alfabetización digital. Un aspecto que, aunque parezca sencillo, es indispensable para mejorar la convivencia social en medio de la disruptiva revolución digital de hoy. La necesidad de educar al electorado sobre cómo discernir información veraz se convierte en una pieza fundamental para combatir los fenómenos que se han expuesto. De hecho, se puede afirmar que la falta de alfabetización mediática es una de las principales razones por las cuales las fake news tienen un impacto corrosivo en los procesos electorales (18). Por eso es urgente empoderar a las personas para que sean consumidoras críticas de información, reducir su vulnerabilidad a las noticias falsas e impulsar que la ciudadanía esté más informada y reflexiva.

Hoy es esencial recordar que las tecnologías no son sustancialmente democráticas o antidemocráticas; su repercusión e influencia dependen de cómo se utilicen y regulen. Al tomar medidas proactivas, podemos trabajar simultáneamente hacia un futuro posible, en el cual el proceso democrático no se vea comprometido por la desinformación y la manipulación.

Durante la ya aludida Reunión Interamericana de Autoridades Electorales, se destacó que estas herramientas pueden ampliar nuestra comprensión sobre temas electorales y que su aplicación efectiva requiere una combinación adecuada de incentivos, recursos y regulaciones. En otras palabras, el reto radica en que desde las autoridades electorales identifiquemos el balance idóneo para que, ya lanzada la moneda al aire, los efectos de las TIC caigan en el lado positivo.

*Referencias

[1] Alva de la Selva, A. R. (2020). “Escenarios y desafíos de la ciudadanía digital en México” en Revista mexicana de cienca polítitica social [online]. Vol. 65, núm. 238, pág. 82.  Epub 05-Feb-2021.

[2] Cárdenas, E. R. y Molano, V. M. (2021). “Un estudio sobre la posibilidad de aplicar la inteligencia artificial en las decisiones judiciales”, Revista Direito GV, Brasil, vol. 17, pág. e2101.

[3] Han, B. C. (2022). Infocracia: La digitalización y la crisis de la democracia. Taurus.

[4] OEA (2023). “Autoridades electorales del continente se reúnen en Ottawa” en Comunicados de Prensa de la Organización de Estados Americanos.

[5] Uno de los efectos perniciosos de la revolución digital es la intervención de agentes interesados en prevenir que ciertos grupos de votantes acudan a las casillas durante la jornada electoral, de manera que difunden información falsa o mensajes dirigidos a ciertos grupos de votantes con el objetivo de inhibir su posible participación en la votación.

Kofi Annan Foundation Initiative, (enero 2020), Protecting electoral integrity in the Digital Age: the report of the Kofi Annan Comission on Elections and Democracy in the Digital Age, pág. 84.

[6] Miller, L., (noviembre 2020). “Para entender la polarización,” en Letras Libres, págs. 6-8.

[7] Véase: Alianza Negra de Carolina del Norte (NCBA). El impacto de la IA en las elecciones Parte 2: Explorando sus aplicaciones en los procesos electorales. 29 de junio de 2023. Accesible en:

[8] Greg Council, (2018). Artificial Intelligence Combats Voter Fraud | Signature Verification, Parascript, 7 de diciembre de 2018. Accesible en:

[9] Véase: Bond, S. (2023). “DeSantis campaign shares apparent AI-generated fake images of Trump and Fauci” en NPR, 8 de junio de 2023. Accesible en:

[10] Véase la Carta Ética para el uso de la Inteligencia Artificial de los sistemas de Judiciales y su ambiente. Disponible en:

[11] Cantarella, M., Fraccaroli, N. y Volpe, R. (2019). Does Fake News Affect Voting Behaviour? PSN: Political Behavior (Topic). .

[12] OEA, (2017). “Declaración Conjunta Sobre Libertad De Expresión Y "Noticias Falsas" ("Fake News"), Desinformación Y Propaganda” en Organización de Estados Americanos.

[13] Kofi Annan Foundation, 2020, Op. cit. pág. 34

[14] Rich, M. D. (2018). Truth decay: An initial exploration of the diminishing role of facts and analysis in American public life. Rand Corporation.

[15] Bedi, S. (2021). “The myth of the chilling effect”, en Harvard Journal of Law & Technology, vol. 35, núm. 1, págs. 268-307.

[16] Jurisprudencia 19/2016 con rubro: “Libertad de expresión en redes sociales. Enfoque que debe adoptarse al analizar medidas que pueden impactarlas”.

[17] Véase la sentencia recaída al expediente SUP-JE-278/2022 Y SUP-JE-279/2022 acumulados.

[18] Mason, L. E., Krutka, D., & Stoddard, J. (2018). Media Literacy, Democracy, and the Challenge of Fake News. Journal of Media Literacy Education, 10(2), 1-10.

Magistrado presidente del TEPJF

@TEPJF_informa

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