En el tejido democrático, donde cada hilo es esencial para mantener el equilibrio y la integridad del sistema, las cortes constitucionales ocupan una posición trascendental para garantizar el Estado de Derecho.

Sin embargo, las crisis políticas a menudo se reflejan en presiones hacia el sistema judicial, dónde las juezas y jueces enfrentan numerosos desafíos que van desde campañas mediáticas que buscan influir en sus decisiones, injurias y hasta intentos de manipulación política que buscan desvirtuar de manera generalizada su proceder, aún cuando éste sea conforme a derecho.

A éste fenómeno, sucede otro sumamente peligroso: “El embalaje a la corte”

Éste concepto, acuñado durante un intento fallido del presidente Franklin D. Roosevelt en 1937 para nombrar hasta seis jueces adicionales a la Corte Suprema -la cual había invalidado varias de sus leyes del New Deal- es actual y plantea serias interrogantes sobre la independencia judicial y el funcionamiento de las instituciones democráticas en la región.

David Kosař, Jefe del Instituto de Estudios Judiciales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Masaryk, ha desarrollado este concepto identificando 3 estrategias para “Embalar a la Corte”:

Por un lado, la estrategia de expansión, desde la que se propone aumentar el tamaño del tribunal; la estrategia de vaciamiento, que resulta en una disminución en el número de jueces en funciones; y finalmente, la estrategia de intercambio, que tiene como objetivo reemplazar a los jueces en funciones, todo por la vía de la reforma judicial.

Dicho fenómeno debe motivar la reflexión de los diferentes sectores sociales, a fin de dimensionar una posible erosión al poder judicial, provocada desde el sistema político.

Lisa Hilbink, académica especializada en derecho y política latinoamericana, ha sostenido que "la judicialización de la política y la politización de la justicia son fenómenos interrelacionados que pueden socavar la legitimidad del sistema judicial y minar su capacidad para garantizar el Estado de Derecho".

Por su parte Tom Ginsburg, profesor de derecho en la Universidad de Chicago, refiere que "la independencia judicial es un pilar crucial de cualquier democracia funcional, ya que garantiza que el poder judicial pueda actuar como un contrapeso efectivo frente a los abusos del poder político".

Lo anterior denota que el "Embalaje a la Corte" no solo representa una amenaza para la composición de los tribunales o la independencia de los jueces, sino también para la calidad de la democracia en México, porque ciertamente, como bien sustenta Daniel Brinks, profesor de ciencia política en la Universidad de Texas en Austin, "la calidad de la democracia está estrechamente ligada a la autonomía e imparcialidad del poder judicial".

Pero, ¿a qué atribuir éste fenómeno?

La escasa cultura constitucional por parte de las y los ciudadanos, la ausencia de debate público informado sobre las reformas judiciales, la proliferación de noticias falsas en torno a la importancia de un poder judicial independiente y la ausente participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones sobre cuestiones relacionadas con la reconfiguración de los poderes constituidos del Estado, son tan sólo algunos factores que lo explican.

Así, el desafío del "Embalaje a la Corte" nos exíge actuar en favor de la justicia; Solo mediante el fortalecimiento de las instituciones democráticas y la protección de la independencia judicial podremos garantizar un futuro equitativo y democrático para nuestro país.

La defensa de la independencia judicial es la línea que separa la democracia de la arbitrariedad. No lo perdamos de vista.

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