Ahora que en muchos países se ha vacunado a la mayoría de la población adulta, se discute intensamente la posible necesidad de una tercera vacuna contra el Covid y también de la vacuna para los niños. Para tomar una decisión acertada se requiere analizar los datos de la experiencia que ha habido en países como Israel, que además de haber alcanzado un alto grado de vacunación, concentra todos los datos de los vacunados en un sistema digital único, lo que permite hacer estudios comparativos.

Resulta que en Israel se hizo una comparación de 780 mil personas que habían recibido dos dosis de vacuna (Pfizer/BioNtec) y otras 780 mil con tres dosis. Es decir, a este último grupo se le aplicó la vacuna llamada “booster”, cuya función es reforzar la reacción inmune al virus SARS-CoV-2 después de seis meses de la segunda dosis. La pregunta, para los investigadores que realizaron este trabajo, era si la reacción inmune va decayendo con el tiempo, a pesar de que la persona hubiera recibido ya dos vacunas. El análisis de los datos fue publicado en la revista médica The Lancet a fines de octubre pasado.

Los resultados son claros y se expresan como casos por cada cien mil personas, la forma clásica de presentar datos referentes al Covid. En el grupo con dos vacunas, 220 personas de cada cien mil tuvieron que ser hospitalizadas y 32 de cada cien mil murieron. En el grupo con tres vacunas, solo 14 personas de cada cien mil fueron hospitalizadas y solo 6 de cada cien mil murieron. Es decir, con la vacuna adicional (booster) el riesgo de hospitalización baja por un factor de 15.7 mientras que el de muerte es 5.3 veces menor.

Tenemos que comparar estos números con los que tenemos de México para darnos una idea del riesgo que representa el Covid, aún después de estar vacunados. En México han muerto 621 mil personas, de la semana 17 de 2020 a la semana 40 de 2021, por encima de lo esperado, de acuerdo a la mortalidad pre-Covid, es decir, de 2019 o de 2018. Por eso, en México el riesgo anual de morir por Covid es de 336 decesos por cada cien mil habitantes. Es el riesgo que asumimos simplemente por salir a la calle.

El riesgo de morir en un accidente de tránsito en México, es de 12 personas fallecidas, anualmente, por cada cien mil habitantes. Es decir, el riesgo de morir por Covid ha sido hasta ahora casi 28 veces mayor que el riesgo del tráfico (aunque ese riesgo va bajando a medida que la población es vacunada).

Contando con las tres vacunas, el riesgo de morir por Covid es la mitad que el riesgo de morir en el tráfico, de acuerdo a los datos de Israel. Con solo las dos vacunas, el riesgo es 2.7 veces mayor que morir en el tráfico mexicano. Así que así podemos visualizar el riesgo que nos ha traído la epidemia: sin vacunas, el riesgo es casi 30 veces mayor que el riesgo del tráfico. Con dos vacunas es 2.7 veces el riesgo del tráfico y con tres vacunas es la mitad del riesgo del tráfico (o casi 60 veces menor que el riesgo de morir por Covid sin vacuna).

Me imagino que cualquier persona se sentiría más tranquila de poder salir a la calle y asumir el 150% del riesgo del tráfico (es decir, el tráfico en sí, más 50% por el Covid) teniendo las tres vacunas, que tener que asumir un riesgo total de 370% del riesgo del tráfico (el tráfico más 270% adicionales por el Covid), con las dos vacunas.

Respecto a la vacuna infantil habría que agregar que los niños son magníficos diseminadores de enfermedades. En el caso de enfermedades respiratorias, las escuelas y jardines de niños son centros de acopio y redistribución de virus. Por eso ya se les está vacunando, en muchos países a partir de los 5 años. Aunque los niños tienen un bajo riesgo individual, lo que se hace aquí es proteger a las familias, a los padres y abuelos, de recibir el virus a través de los niños.

La reticencia a ofrecer la tercera vacuna en México, además de la vacuna para niños, proviene de que apenas la mitad de la población ha recibido dos dosis de la vacuna, y ya estamos hablando de la tercera. Para un gobierno que desde el principio proclamó que la epidemia era un problema menor, que se iba a terminar en 2020, resulta todo esto un hueso muy duro de roer. No se han aparatado los recursos fiscales necesarios para una campaña de vacunación, que aparentemente, va a resultar permanente.

No hay manera de declarar aún “misión cumplida”.

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