Durante la primera administración de Donald Trump (2017-2020), su agenda diaria -que casi nunca comenzaba antes de la hora de comer- era la menor de las anomalías de un estilo personal de mando con el que batallaban cotidianamente sus más cercanos colaboradores.
No es que estuviera ocioso, sino que gobernaba por teléfono. Ocupaba casi toda la mañana, desde muy temprano, en hacer o recibir llamadas, incluso a costa del tiempo que sus antecesores dedicaron diariamente a las reuniones de inteligencia y seguridad nacional.
Él solo tenía dos por semana y casi siempre era quien más hablaba y generalmente sobre temas que no tenían que ver con los asuntos urgentes que le planteaba su staff.
Lo anterior forma parte de un relato desde el corazón de la Casa Blanca que John Bolton, exconsejero de Seguridad Nacional del hoy nuevamente presidente electo de los Estados Unidos, presenta en su muy recomendable libro “La habitación donde sucedió” (editorial ESPASA, 2020), cuya publicación Trump intentó evitar a toda costa.
Hubo anomalías mucho peores, asegura Bolton, acaso uno de los más conservadores entre los conservadores republicanos y quien después del juicio político del que su antiguo jefe salió exonerado de la acusación de incitar a la rebelión con la toma violenta del Capitolio tras su derrota electoral de 2020, lo considera “un peligro para la seguridad nacional” a la que, según afirma, “no entiende más que en términos personales”.
En el capítulo “El caos como forma de vida”, Bolton asegura que fue caótica la política sobre un tema que atañe directamente a México y que es asunto clave para Trump por los grandes dividendos electorales que le ha dejado: el rechazo a la inmigración en general, la de loa mexicanos en particular, la seguridad en la frontera común y la expulsión masiva de “ilegales”.
El exconsejero de Seguridad Nacional relata que en la reunión de gabinete que tuvo lugar el 9 de mayo de 2018 para evaluar la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, Trump dedicó más tiempo a recriminar a quienes fueran su secretaria de Seguridad Interior, Kristjen Nielsen, su abogado en el Consejo de Seguridad, John Eisenberg y su fiscal general, Jeff Sessions, por plantearle tantos peros (reales y de consecuencias mayúsculas para su país) a su orden de cerrar la frontera con México y deportar masivamente a los inmigrantes.
“El 20 de junio (de aquel 2018) las cosas se torcieron más”, continúa Bolton al recordar la orden de Trump de separar a los niños de sus padres migrantes con su política de “tolerancia cero” a la que finalmente dio marcha atrás por la enorme presión política, pero que generó fricciones irreconciliables entre los miembros de su gabinete y metió en un lío las negociaciones para la revisión del tratado de libre comercio.
En los días subsecuentes, el abogado Eisenberg ya tenía preparado un decreto para declarar el estado de emergencia nacional y contener así las eventuales reacciones por el cierre de la frontera, mediante un nuevo plan en el que Seassons y Nielsen proponían echar mano del personal del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) para desplegarlo en las líneas fronterizas del sur y el norte de México.
Trump les reclamaba a gritos: “No es posible que no podamos cerrar la frontera… me eligieron por esto y ahora no me van a elegir”, recuerda Bolton que se lamentaba.
Por lo relatado, la gestión de este asunto fue un desastre, un reflejo de que -según acota el exconsejero de Seguridad Nacional- “era total el caos en la elaboración e implantación de políticas nacionales y no existían indicios de que fueran a remitir”.
Las cosas más o menos se enderezaron para la causa de Trump cuando su yerno y súper asesor, Jared Kushner echó mano de su influencia personal primero con Luis Videgaray (último secretario de Relaciones Exteriores de Enrique Peña Nieto) y después con Marcelo Ebrard (canciller de AMLIO), para acordar -eso sí, con la famosa amenaza de aplicar aranceles- que México sirviera como muro de contención a las caravanas migrantes venidas de centro y Suramérica.
Aranceles, cierre de frontera, deportaciones masivas, bombardeos a cárteles mexicanos en territorio nacional, son amenazas a México que han resurgido con el reciente triunfo electoral de Trump. A ellas, sin duda alguna, se añadirán otras, acaso relacionadas con reformas constitucionales como la judicial, la energética y otras.
Está visto que Trump no consumó muchas de las amenazas que profirió en su primera administración. Acabaron por ser ladridos de un perro que no siempre mordió. Y eso más los enormes daños económicos, laborales y sociales que tales medidas acarrearían y más su caótica forma de gobernar exhibida por Bolton en el libro, deberá ser tomado en cuenta por Claudia Sheinbaum en el diseño de la estrategia para enfrentar las intimidaciones de quien será el cuadragésimo séptimo presidente de Estados Unidos a partir de enero próximo.
Sin embargo, el gobierno de México no debe caer en excesos de confianza, pues tampoco es remoto el riesgo de que Trump radicalice su política y haga valer sus amenazas más ya por sus convicciones políticas e ideológicas que por la prudencia política a la que lo obligó la búsqueda de una reelección que consiguió con retraso de cuatro años y para la que ahora ya está legalmente imposibilitado.
Instantáneas:
1. EL PAN RENUEVA DIRIGENCIA. En medio de la debacle electoral en que quedó sumido tras los recientes comicios presidenciales y federales, la militancia del Partido Acción Nacional va este domingo a las urnas para renovar a su dirigencia y definir así el rumbo a tomar para poder recuperar una presencia política de mayor relevancia e influencia. Están llamados a las urnas 277 mil 665 panistas que deberán elegir al comité ejecutivo nacional que los representará durante los próximo cuatro años. Son dos las opciones: la que se identifica con la continuidad del grupo de su actual líder Marko Cortés y que tiene como candidato a Jorge Romero, a quien acompañan excandidatos a gobernadores perdedores en las pasadas elecciones como Santiago Taboada y otros vinculados al llamado cártel inmobiliario; y la que encabeza Adriana Dávila, acompañada de ex calderonistas que plantean una severa autocrítica al partido y la ruptura con la actual cúpula. Las casillas estarán abiertas de las diez de la mañana a las cinco de la tarde.
2. CONSULTA CIUDADANA. Trabajadores del Poder Judicial Federal y más de treinta organizaciones promueven que la ciudadanía, a través del voto popular, decida si quiere o no una reforma judicial. Parece, de entrada, que la consulta popular debió haberse hecho antes de que se procesara una reforma de esa envergadura. La pregunta a toro pasado sería, en todo caso, si quiere que se anule. En fin, como se sabe y de acuerdo con el artículo 35 de la Constitución, la ciudadanía puede convocar a una consulta con las firmas de al menos dos por ciento de los integrantes de la lista nominal de electores (un millón 957 mil 52) y para que el resultado sea de aplicación obligatoria (vinculante) deberá haber participado al menos 40% de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores (39 millones 501 mil 42). Faltaría que los especialistas precisaran si por ser un tema de contenido electoral (según lo avaló la Suprema Corte de Justicia en la sesión que desestimó impugnaciones a la reforma judicial) tipifique entre los temas que la carta magna determina que no pueden ser sometidos a consulta.
3. CULTURA VS VIOLENCIA. ¿Se acuerda usted del Partenón de Zihuatanejo cuyo dueño fuera Arturo “El Negro” Durazo? Para quienes no lo recuerden y para quienes por su juventud desconozcan esa historia, se trata de una enorme propiedad con edificaciones similares a las existentes en la Grecia clásica, que se mandó construir el jefe de la Policía de la Ciudad de México durante el gobierno de José López Portillo (1976-1982) y que durante décadas estuvo abandonada desde que su dueño fuera sometido a proceso penal por diversos delitos. Pues el Partenón de Durazo, símbolo entre la vox populi de la corrupción gubernamental, es hoy un Centro Cultural que cuenta además con un teatro al aire libre. Su reciente apertura fue opacada por la aparición en Chilpancingo de once cadáveres de personas previamente reportadas como desaparecidas. Es innegable la violencia criminal que afecta a Guerrero, como también lo es que su combate desde los tres niveles de gobierno sea una brega cotidiana y permanente. Por eso es reprobable que obras como el recién inaugurado Partenón de Zihuatanejo -que se suma a la oferta turística de un destino que busca su recuperación y que aumenta la disponibilidad de espacios de esparcimiento para alejar a la juventud de la delincuencia- sean objeto de campañas en redes sociales como la de la canción que interpretaron Jorge Muñiz y la gobernadora Evelyn Salgado, precisamente durante la inauguración del referido recinto cultural.
@RaulRodriguezC