Hará unos dos mil 500 años que Esquilo , el primer gran exponente de la tragedia griega , observó que “la verdad es la primera víctima de una guerra”. El aserto del genial dramaturgo se ha confirmado a lo largo de la historia del hombre. Lo retomó siglos más tarde (1917) el aristócrata y pacifista británico Arthur Ponsonby en su libro “Falsedad en tiempos de la primera Gran Guerra”. Lo corroboró, 25 años después, el célebre premier inglés sir Winston Churchill al sugerir a sus aliados en la segunda Guerra Mundial que la verdad era un bien tan preciado que “debería ser protegido por un guardaespaldas de las mentiras”. Y quedó escandalosamente en evidencia, más recientemente, cuando se supo que Estados Unidos invadió militarmente a Irak para inhabilitar armas de destrucción masiva que nunca existieron.

Si la verdad es la primera víctima de una guerra y ésta “es la continuación de la política por otros medios” –según el clásico Carl Von Clausewitz en su tratado “De la Guerra”– bien podríamos inferir que la verdad es también la primera víctima de un conflicto político .

México enfrenta uno que confronta a dos proyectos de nación: el que pretende reinstaurar un Estado de bienestar y otro que busca mantener un Estado de libre mercado. Ambos, en aras de convencer, han hecho de la verdad una de sus primeras víctimas . O dicho más suavemente: han maniobrado para imponer su verdad sin escuchar la verdad del otro.

¿A quién creerle? ¿A AMLO y a su 4T ? ¿A quiénes desde la oposición política y los grupos fácticos de poder descalifican todo lo que hace su gobierno? ¿Quién miente?

Nadie es el dueño de la verdad absoluta, ni siquiera el Presidente. El propio López Obrador lo reconoció ayer. ¿No es un contrasentido, entonces, que un día antes haya inaugurado en su conferencia mañanera la sección “¿quién es quién en las mentiras de la semana?”.

Claro que AMLO y su gobierno tienen el derecho –al igual que todos los ciudadanos– de fijar libremente su posición respecto a tal o cual asunto, pero establecer una especie de tribunal mediático de la verdad es francamente un despropósito, es hasta fascista, definitivamente antidemocrático .

¿Acaso solo es verdad lo que declara el Presidente? No, si lo dicho no está sustentado en datos verificables y rigurosamente contrastados con la realidad palpable, con su “lado moridor”, como decía José Revueltas cuando hablaba de las pruebas irrefutables que la develan. No, si simplemente nos dice que tiene otros datos, sin abrirlos ni compartirlos. De otro modo, lo dicho por el Presidente es una opinión más, como las tantas que leemos y vemos a diario en los periódicos , la radio , la televisión y las redes sociales .

Y es aquí donde tiene que entrarle el buen periodismo , el del reportaje que se trabaja en el escenario de los hechos, que confronta la realidad, que indaga, documenta, y contrasta fuentes; que desempolva archivos y que escucha a todas las voces, ya que –también en palabras de Esquilo– “oye solo a medias el que oye sólo a una parte”. Un periodismo que, con tales rigores queda legítima y éticamente habilitado para desenmascarar los excesos del poder , y blindado de juicios sumarios a los que se pretende someterlo cuando se aproxima a la verdad, de la cual, por cierto, tampoco es dueño absoluto.

Instantáneas:

1. ULISES EL GENOCIDA.

Tras el choque entre facciones del PRI ocurrido el martes pasado, el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz , uno de los que lideran la toma de la sede del tricolor, negó primero que hubiera habido tal enfrentamiento y luego declaró que era un “un asunto de política, no de golpeadores y porros”. Además de que la realidad lo desmiente, ¿cómo puede creérsele al responsable de aplastar a sangre y fuego la protesta social que sacudió a Oaxaca en 2006 y 2007? La Comisión de la Verdad de Oaxaca ( COV ), encabezada por el padre Alejandro Solalinde, concluyó en marzo de 2006 un acucioso informe de 957 páginas, responsabiliza a Ruiz de uso excesivo de la fuerza contra un movimiento social pacífico y de las ejecuciones extrajudiciales de 30 personas cometidas por grupos paramilitares llamados “caravanas de la muerte”. Por eso la COV recomendó proceder contra él por delitos de lesa humanidad, la Suprema Corte dictaminó que cometió graves violaciones de los derechos humanos y el Departamento de Estado norteamericano lo acusó de haber utilizado mercenarios para reprimir a los maestros de Oaxaca. Con tales antecedentes ¿puede usted creerle? Yo tampoco.

2. ACLARACIÓN.

A propósito de lo publicado aquí en la entrega pasada, se acusa recibo de la réplica hecha por Jorge Kim quien aclara que no fue director jurídico de Pemex con Emilio Lozoya , sino con José Antonio González Anaya ; que a Lozoya ni lo conoce; que solo fue consultor de la empresa “Mammoth”; y que esta es la mayor y mejor calificada en el mundo para ofrecer las grúas requeridas para mover los enormes equipos que requiere una petroquímica.

3. ABUCHEO.

Así como AMLO celebró en el Palacio Nacional el tercer año de su victoria en las urnas y en su discurso garantizó respeto ilimitado a sus adversarios, sin censura ni represión, además de presumir que en una encuesta nacional realizada por su gobierno ocho de cada diez mexicanos están de acuerdo con el cambio que representa y que si hoy se realizara la consulta de revocación de mandato , siete de cada diez votarían por que continúe los tres años que restan a su gestión; la militancia de Morena celebró en un acto realizado en el Auditorio Nacional . Nada bien le fue al dirigente nacional de ese partido, Mario Delgado , quien al pronunciar su discurso fue abucheado por algunos de los asistentes.

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