Mauricio Samuel Weinberg López
es un ciudadano israelí que ha hecho en nuestro país diversos negocios: desde el embotellamiento de agua y la comercialización de tarjetas telefónicas de prepago, hasta la venta de implementos de computación y de servicios de seguridad privada, particularmente la aplicación de exámenes poligráficos.
De acuerdo con un archivo de inteligencia militar, el empresario con permiso de residencia en México fungió hace veinte años como representante de la israelita Teletron Ltd., involucrada en 1998 en un escándalo de espionaje político en Campeche, por haber instalado equipo de intercepción telefónica a funcionarios del gobierno que encabezaba José Salomón Azar García . El 4 de marzo de aquel año, la entonces senadora Layda Sansores ingresó con manifestantes a un inmueble donde encontraron un centro clandestino de escucha telefónica del que obtuvo grabaciones y documentación clasificada que se aportó como evidencia del delito. Del exgobernador Azar García, los servicios de inteligencia del Ejército tenían indicios de que autorizaba el descenso en su territorio de aviones sudamericanos con droga.
Las investigaciones que siguieron develaron que la también israelita Gull, Aviation Consulting and Engineering fue la que llevó a Tel Aviv a dos representantes del gobierno de Campeche para la adquisición del equipo. En esas fechas, Weinberg López era asimismo presidente corporativo de Gull de México, S.A. de C.V.
Otro informe confidencial fechado en 2008, consigna que Gull de México, en alianza con Productos Dorell y UPM Raflatac, obtuvo un contrato de 347 millones de dólares para producir 35 millones de chips electrónicos para el Registro Público Vehicular ( Repuve ), ente subordinado al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de la Secretaría de Seguridad Pública Federal que encabezaba Genaro García Luna.
Ahí habría empezado una relación que creció con el tiempo y los negocios. Weinberg, siempre de bajo perfil, no mostraba indicios de ser poseedor de una gran fortuna, hasta que, en 2010, dos años antes de que García Luna dejara la titularidad de la SSPF, empezó a comprar propiedades en Miami, algunas de las cuales fueron residencia del otrora todopoderoso funcionario de Felipe Calderón, hasta que fue detenido por las autoridades estadounidenses el 11 de diciembre pasado.
La relación y el hecho sugieren que Weinberg López bien podría ser o haber sido el principal prestanombres de García Luna. Sin embargo —reconoce el informe confidencial que le refiero—, la desaparición en 2012 de la SSPF y con ella la de muchos de sus archivos, impiden la confirmación documental del aserto y del presunto vínculo de otra empresa ligada al empresario israelí, Consulting Intelligence & Technology Private Security México (ICIT), que habría obtenido millonarios contratos por asignación directa de García Luna.
Lo que sí está documentado es que ICIT fue registrada con el permiso DGSP/220-11/1886 durante la gestión que daba a García Luna el control de todas las empresas de seguridad privada del país y que le fue renovado con vigencia hasta el 19 de febrero de 2017 en el gobierno de Enrique Peña Nieto.
ICIT, por cierto, es la misma razón social de una de las empresas que Weinberg y García Luna compartieron en Florida hasta la detención de este último.
Instantáneas:
1. COVID.
En la reunión de anoche, el Consejo de Salubridad General reconoció al Covid 19 como una enfermedad grave. Jurídicamente esto desencadena un mecanismo institucional de atención gubernamental cuya estrategia fue reconocida como correcta.
2. ESTÍMULOS.
El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, se adelantó ayer a los planes de contingencia económica que se esperan del gobierno federal, y anunció un paquete que incluye estímulos fiscales de hasta 50% a contribuyentes y empresas, y de 100% en el de prestación de servicios de hospedaje; y un acuerdo con las tiendas de autoservicio para mantener el continuo abasto de alimentos y artículos de primera necesidad. El apoyo está estimado en 180 millones de pesos.
3. INTERESES.
Armando Subirats dejó de ser ayer director de Operaciones del AICM después de casi seis años al frente de ese complejísimo encargo. Pudieron más que su experiencia, los intereses que trajeron consigo el director del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, Gerardo Ferrando Bravo, y el titular de la SCT, Javier Jiménez Espriú. “Pobre AICM, tan abandonado, tan saturado y tan manoseado por la incompetencia burocrática”, me dijo anoche cuando hablé con él para confirmar la noticia.
rrodriguezangular@hotmail.com