Si las dirigencias del PRI, el PAN y el PRD fueran auténticamente democráticas, como tanto gustan de fanfarronear, habrían renunciado ya tras la apabullante derrota electoral del domingo pasado.

Pero dimitir, como obligan la dignidad y la vergüenza tras la debacle de esos partidos, es claro que no está en las miras de sus líderes Alejandro “Alito” Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano.

Si ni siquiera han dado la cara, mucho menos puede esperarse explicación alguna sobre la más estrepitosa derrota jamás sufrida por esos partidos, y además la más humillante porque les fue infligida con todo y sus respectivas fuerzas coaligadas.

La cínica conducta de estos políticos de medio pelo solo viene a confirmar lo que ya se advertía: una campaña para salvaguardar sus intereses personales y los cotos partidistas que los respaldan, así como el financiamiento público a que tienen derecho. Nunca para promover una clara y real aspiración opositora benéfica para México.

Abandonaron a Xóchitl Gálvez, de por sí una pésima e incompetente candidata, pero Moreno y Cortés amarraron su senaduría pluri, no así Zambrano, quien igual la pretende, aunque batalla, mediante el uso de todas las triquiñuelas posibles, para evitar primero que lo que queda de su partido no pierda el registro, luego de no lograr ni el tres por ciento de la votación nacional.

Los tres están convencidos de que también se gana perdiendo, lo que confirma que el país les vale un carajo y creen poder seguir jugando a “las manitas calientes” (Diego Fernández de Cevallos dixit) en espera de una enésima derrota, sin detenerse a repasar su desmoronamiento partidista y la retahíla de traiciones y pésimos resultados durante sus respectivos liderazgos.

Van los datos:

En las elecciones presidenciales del domingo pasado, la aplanadora de Morena y aliados aplastó de tal manera a la alianza opositora PAN-PRI-PRD que ésta perdió en todos los estados del país, excepción hecha de Aguascalientes, mientras que en las legislativas federales la desdibujó del Congreso.

Si lo vemos por partido, en la elección presidencial de 2018 el PAN obtuvo 9.9 millones de votos frente a los 9.1 millones logrados este año; el PRI consiguió 7.6 millones de votos frente a los 5.4 millones obtenidos el domingo pasado; y el PRD tuvo 1.6 millones de votos frente al millón de este año, lo que significa que el priismo perdió 2.2 millones de votos, el panismo 865 mil y el perredismo 524 mil, aproximadamente.

Por otra parte (y aunque falta todavía dirimir el debate de la sobre representación y definir los números finales en la integración del Congreso de la Unión), la presencia tricolor en la cámara de Diputados disminuirá de 17.73 a 11.25% y en el Senado de 15.8 a 11%; también la del blanquiazul si tomamos en cuenta que perdió hasta en los estados que gobierna (Guanajuato, Querétaro, Chihuahua y Yucatán); y la del PRD que pasó de 5.2 a 2.3% en ambas cámaras legislativas.

De esta manera, en la elección de la Cámara de Diputados, comparando los resultados de 2018 con los del domingo pasado, el PRI tuvo una caída de 2.6 millones de sufragios y el PRD de 2.9 millones. El PAN creció, pero con raquíticos 700 mil votos.

Finalmente, PAN, PRI y PRD bajo el liderazgo de “Alito”, Markito y Chuchito perdieron en conjunto durante sus períodos de liderazgo 25 gubernaturas, ya incluidas en ese mapa electoral las de las elecciones del domingo pasado.

Cuando Marko Cortés asumió la presidencia del PAN en 2018, ese partido tenía once gubernaturas: Baja California, Baja California Sur, Puebla, Chihuahua, Durango, Nayarit, Aguascalientes, Tamaulipas, Guanajuato, Querétaro y Yucatán. Hoy, seis años después, solo tiene cuatro: Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes y Chihuahua.

En 2019, cuando “Alito” Moreno asumió la dirigencia nacional del PRI, ese partido tenía doce gubernaturas: Sonora, Sinaloa, Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí, Colima, Hidalgo, Tlaxcala, Guerrero, Oaxaca, Campeche y el Estado de México. Hoy, cinco años después solo tiene dos: Coahuila y Durango.

Y en 2020, cuando Jesús Zambrano fue nombrado líder del PRD, ese partido gobernaba en dos estados: Michoacán y Quintana Roo. Hoy, cuatro años después, no tiene ninguno.

Ese sendero de derrotas que ya se veía venir fue cerrado para abrir otro con la antinatural alianza que articularon organizaciones civiles proempresariales con Claudio X. González Guajardo como principal promotor, formalizada en Va por México el 22 de diciembre de 2020, que estuvo a punto de fracturarse ese mismo año cuando el PAN acusó al PRI de respaldar la iniciativa morenista para alargar hasta 2028 la presencia de militares en la seguridad pública del país, y que finalmente se recompuso en el frente Fuerza y Corazón por México solo para ser arrollado en la elección presidencial pasada y no poder impedir la mayoría calificada de Morena y aliados en el Congreso.

La debacle del PRI

El 20 de junio de 2016, hace ocho años, Manlio Fabio Beltrones tuvo la dignidad de renunciar a la presidencia del PRI después de perder siete de doce gubernaturas en las elecciones del 5 de junio de hace ocho años. Moreno Cárdenas ha perdido diez durante su gestión, pero está claro que no sabe de dignidad para renunciar ante tan bochornosos resultados.

Jamás entendió el mensaje enviado por la militancia tricolor después de las derrotas de 2016, a la que dos años después se sumaría la de la Presidencia de la República (2018) y que ahora se reitera con los resultados de 2024: recuperar ideario y principios, y cerrar la enorme distancia que abrió la dirigencia con sus bases.

Lejos de eso, y en medio de acusaciones de corrupción y de un enriquecimiento obsceno, el tal “Alito” operó para su beneficio y el de su grupo, y obligó a la salida de militantes de peso como la expresidenta del tricolor Claudia Ruiz Massieu, el exsecretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, el exgobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, la excandidata al gobierno de esta entidad Alejandra del Moral, Jorge Carlos Ramírez Marín, Nubia Mayorga y los también exgobernadores Quirino Ordaz, Alejandro Murat, Omar Fayad, Carlos Miguel Aysa, Claudia Pavlovich y Eruviel Ávila.

“Alito” llegó a la dirigencia del PRI en 2016 casi como imposición en un proceso disfrazado de democrático y ahora, con su pendenciera oratoria dice que no pondrá su renuncia en la mesa, que esperará se cumplan los tiempos marcados por el partido (entre otros que su gestión termina en agosto), que buscará alargar su permanencia al frente del partido (que para eso tiene controlado al Consejo Político tricolor) y mueve sus piezas para dejar al frente de él, en el último de los casos a su incondicional Pablo Angulo Briceño.

A ese paso Moreno Cárdenas (ya lo decíamos aquí en la entrega pasada) será el enterrador del PRI o lo dejará en el triste papel de partido testimonial, bisagra o satélite, como en su momento lo fueron el PARM, el PPS o el Partido Demócrata Mexicano. Muy malo para el país, cuando requiere de una oposición fuerte, competitiva, con principios y alternativas atractivas.

Error del PAN aliarse con el PRI

Ya en 2018, para contener la avalancha que se venía venir desde Morena con López Obrador, el PAN pactó una alianza con los remanentes perredistas de la llamada Nueva Izquierda. Aunque ésta ya se había recorrido mucho a la derecha en el llamado Pacto por México del último presidente priista Enrique Peña Nieto, no faltaron las voces que advirtieron que se trataba de un maridaje antinatural. ¿Cómo iban en alianza la derecha y la izquierda? Pero el candidato presidencial blanquiazul, Ricardo Anaya, en control total del partido, impulsó su concreción.

Tras la victoria de AMLO y la sacudida que eso significó para toda la oposición, el blanquiazul le entró a su proceso interno de renovación de dirigencia. Mediante un proceso amañado, donde no pocos de los aspirantes denunciaron maniobras y abusos de Cortés, candidato respaldad por el grupo de Anaya, este se alzó con el triunfo el 12 de noviembre de 2018.

Por su documentada ineficiencia ha visto de entonces a la fecha como el país se pinta de guinda, proceso que les planteó la conveniencia de sumar al PRI en una eventual coalición electoral que finalmente pegó el engrudo del proempresarial Carlos X. González Guajardo, a pesar de la advertencia de que era un error mezclar al agua con el aceite.

Acción Nacional no obtuvo con ello beneficio alguno y acabó pagando el rechazo ciudadano al PRI por su desprestigio, al que Marko abonó, por cierto, al publicar él mismo un documento que evidenciaba como él y el gobernador de Coahuila, el priista Manolo Jiménez pactaron el reparto entre los suyos de secretarías, notarías y direcciones de planteles educativos una vez que se ganara la elección.

No son pocos los panistas que ya le exigen la renuncia por sus desastrosos resultados electoral, pero nada dice Cortés, solo da la cara para reforzar su ilusa narrativa de fraude electoral, cuando los conteos distritales del INE, que son los oficiales, confirman que Claudia Sheinbaum ganó con 35 millones 924 mil 519 votos (59.7% de los 60 millones 115 mil 184 de los emitidos), frente a 16 millones 502 mil 697 (27.4%) de Xóchitl Gálvez.

En este contexto el PAN también se perfila para renovar dirigencia y hasta ahora se impone, pese a la debacle electoral, el grupo dominante, que es el de Marko Cortés y Ricardo Anaya que impulsan la candidatura de Jorge Romero Herrera, coordinador de la fracción panista en la Cámara de Diputados. Pero otros aspirantes no renuncian a esa posibilidad. Tal es el caso de Marú Campos, la gobernadora de Chihuahua, y del senador Damián Zepeda, que ya definió con toda claridad lo que está en puerta y en juego: “el PAN se reinventa o muere”.

El PRD y su registro

De acuerdo con el cómputo distrital del INE, el PRD obtuvo una votación nacional de un millón 121 mil 20 votos, 1.86% del total de los sufragios emitidos. La ley exige a los partidos políticos una votación de al menos tres por ciento del total para conservar el registro. Como se observa claramente, el partido del sol azteca parece no haber obtenido ese mínimo de sufragios y la eventual pérdida del registro confirmaría su próxima extinción.

En salvar el registro está ahora concentrada la atención del dirigente del PRD, Jesús Zambrano quien llegó al liderazgo partidista el 29 de agosto de 2020 y luego obtuvo una ampliación de mandato para conducirlo hasta las elecciones del pasado 2 de junio.

El período, como se ve, ya se cumplió, pero una nueva dirigencia se elegirá hasta que se confirme que conserva el registro, posibilidad que cada día parece diluirse.

Como se sabe, el INE aprobó la apertura y recuento de 70 por ciento de las actas electorales a petición del PAN y el PRI. El PRD solicitó, por su parte, el restante 30%. Zambrano considera que si se reabre el cien por ciento de las actas se encontrarán errores humanos que les permitiría añadir los votos necesarios para salvar su registro. El INE, sin embargo, ya lo rechazó.

Tal parece ser, en un primer vistazo, el panorama inmediato: un PRD en agonía, un PRI en camino de entrar a la suya de seguir en manos de “Alito”, cuya expulsión del partido parece ser la única vía para iniciar el salvamento, un PAN parado frente a la impostergable necesidad de reinventarse (lo que necesariamente pasa por la ruptura de su alianza con el PRI), un MC aún muy lejano de ofrecer una verdadera alternativa y la necesidad, por lo visto, de fundar una nueva fuerza política que aglutine a una oposición con proyecto, principios y cuadros sensibles y capaces.

Instantáneas:

1. CARA A CARA. Mañana se verán las caras por primera vez después de las elecciones del domingo pasado Claudia Sheinbaum y AMLO, al menos en lo oficialmente reconocido. Ella en su calidad de candidata ganadora de la Presidencia de la República y él en la de presidente en funciones. La posibilidad de aprobar las iniciativas de reforma al Poder Judicial y la de extinción de órganos autónomos durante el último mes del actual gobierno, pero ya en el nuevo Congreso electo con la mayoría calificada para hacerlo, desató una tormenta en los nerviosos mercados que golpeó al peso y a la bolsa de valores. Sheinbaum salió a enviar mensajes de mesura y dijo que al iniciar su mandato abriría el diálogo en esos temas, mientras que AMLO insistió en llevarlas a cabo cuanto antes “porque la justicia es más importante que los mercados”. Esto, a no dudarlo, los ha de tener confrontados. Ojalá Sheinbaum -quien es la que se queda para lidiar con una eventual e indeseable corrida financiera al inicio de su gobierno, convenza a López Obrador de meterle prudencia al asunto, dejar que las cosas se asienten y abrir el espacio para que los pretendidos cambios sean sometidos a una debate y a acuerdos mucho más amplios.

2. GUADIANA, así como el río que nace en unas lagunas del centro de la península ibérica para desembocar en la costa atlántica de la provincia de Huelva, pero también como el español término que refiere lo que aparece y desaparece intempestivamente, se llama el restaurante de los rumbos de San Ángel en el que el martes pasado por la noche, un discreto grupo cuchichiaba en la esquina de la terraza, sentado junto a una chimenea encendida pese a estos calorones. Hablaban, claro está, de la elección presidencial y de sus resultados. Configuraban por lo visto una estrategia para impugnar la elección. Parecía moderar Guadalupe Acosta Naranjo, exdirigente nacional del PRD y ahora cabeza de ese conjunto de organizaciones de la sociedad denominado Frente Cívico Nacional. Intermitentemente se separaba de la mesa, hablando por el celular, probablemente para hacer consultas, el senador del grupo plural Emilio Álvarez Icaza. Otros dos contertulios, no identificados por quien esto escribe, planteaban escenarios. Al grupo se sumó más tarde el también senador llegado con Morena, pero ahora de regreso a sus orígenes panistas, Germán Martínez. Sí, el mismo que dos días después, al evaluar el resultado electoral en una conversación radiofónica, se quejó o envidió a quienes tras las elecciones dicen que se irán del país, cosa que el ni puede hacer (se quejó) con “el pinchurriento” sueldo de 123 mil pesos mensuales que gana un diputado, aunque el es senador, que ganan un poco más.

3. EVALUACIÓN. Quien estará en Acapulco la semana que inicia es el presidente López Obrador para encabezar, junto con la gobernadora Evelyn Salgado la reunión donde se evaluarán las tareas de reconstrucción del puerto y de Coyuca de Benítez tras la devastación dejada por el huracán Otis. Las gestiones de apoyo de AMLO, según el mismo lo dijo en la mañanera del jueves pasado, llegaron hasta San Francisco, donde su principal interés en la Cumbre Asia Pacífico fue reunirse con el presidente de China y el primer ministro de Corea. Con ellos concretó la compra de 250 mil estufas y refrigeradores que ya se entregaron a los damnificados.

@RaulRodriguezC

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