Evitar a toda costa su extradición a México –sobre todo durante este gobierno- es uno de los objetivos estratégicos de Genaro García Luna en la negociación emprendida con la justicia estadounidense para colaborar como testigo protegido a cambio de reducir la pena que le impondría si se llega a demostrar que recibió millones de dólares por proteger al cártel de Joaquín Guzmán Loera.
El gobierno de AMLO ha considerado factible presentar la solicitud de extradición y el tema seguramente será tratado durante la visita que en los próximos días hará a nuestro país el fiscal general estadounidense, William Barr.
En el proceso para solicitar la extradición de García Luna jugará un papel central el fiscal general mexicano, Alejandro Gertz Manero quien a lo largo del tiempo se convirtió en uno de sus más acérrimos enemigos. Su enemistad se remonta a los días en que Gertz fungió como secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México en el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas (1997-1999) y García Luna empezó a escalar posiciones en la recién creada Policía Federal Preventiva (PFP).
Gertz fue nombrado en 2000 por Vicente Fox secretario federal de Seguridad Pública y desde ahí impulsó una demanda contra García Luna –ya en ese momento coordinador de Inteligencia de la PFP– por el desvío de al menos 151 millones de pesos en la compra de once aeronaves para la corporación.
A la demanda se le dio carpetazo siendo procurador general el militar en retiro Rafael Macedo de la Concha, quien respaldó al demandado García Luna para que reestructurara a la Policía Judicial Federal y creara la Agencia Federal de Investigación (AFI), aun a costa de confrontarse con uno de sus hombres de mayor confianza, José Luis Santiago Vasconcelos, a la sazón subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada.
Hombre de rencores y envidias, según la ficha de la inteligencia militar que también le compartí aquí en entregas pasadas, García Luna no toleraba los buenos resultados que Santiago Vasconcelos, en estrecha coordinación con el general Roberto Aguilera Olivera, jefe del Centro de Inteligencia Antinarcóticos del Estado Mayor de la Sedena, empezaba a dar en la captura de grandes capos de la droga.
Fue así que García Luna hizo de Santiago Vasconcelos otro de sus acérrimos enemigos.
Éste jamás ocultó su aspiración de ascender a procurador general y después a ser ministro de la Corte. La mancuerna Medina Mora-García Luna se la truncó. El primero fue designado procurador por Felipe Calderón y el segundo secretario de Seguridad Pública. A Santiago Vasconcelos se le inventó, acaso como premio de consolación, una secretaría técnica en la Segob.
La noche del 3 de noviembre de 2008, Santiago Vasconcelos –quien tenía programada una visita de trabajo a Colombia– recibió en su oficina la instrucción de incorporarse a la comitiva que viajaría a San Luis Potosí con el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Iría en lugar de García Luna quien, de última hora, canceló.
El Lear Jet que los trasladaba de regreso a la Ciudad de México al día siguiente se estrelló. Mouriño, Santiago Vasconcelos y otras trece personas perecieron. La investigación aeronáutica concluyó que el accidente fue consecuencia de errores humanos, lo que no acalló del todo las persistentes sospechas de atentado.
El 20 de noviembre de 2018, durante el juicio de Joaquín Guzmán Loera en Nueva York, Jesús “El Rey” Zambada –hermano de Ismael “El Mayo” Zambada, socio de “El Chapo”– declaró que el cártel de Sinaloa ordenó desde 2005 el asesinato de Santiago Vasconcelos, a quien García Luna jamás dejó de acusar de protegerlo.
“El Rey” Zambada, paradójicamente, es el mismo testigo protegido de la justicia estadounidense que acusó a García Luna de recibir sobornos de “El Chapo” y su organización criminal.