Resultó que Claudia Sheinbaum no solo consideró la recomendación que le hizo AMLO, sino que se la compró (¿o acató?), al designar a Zoé Robledo para que continúe durante su gobierno como director del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Tal fue el nombramiento que hizo hoy en solitario la virtual presidenta electa. En solitario porque fue el único que hizo este jueves, pero también porque Robledo no estuvo en la conferencia de prensa donde lo anunció.
Ausencias así se antojan políticamente incorrectas, pero quizás la 4T quiera con esto mandar el mensaje de que el nombrado, en este caso Robledo, no está como para desatender tareas por andar en la “grilla” y que, como han insistido hasta el cansancio, AMLO y Sheinbaum comparten un mismo proyecto que les permite tomar soluciones concertadas sin que haya subordinación de una al otro o de uno a la otra. En fin.
Zoé Robledo encabeza al IMSS desde el 22 mayo de 2019, después de haber estado en la subsecretaría de Gobernación al inicio del gobierno de AMLO.
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Cuando se pensaba que dejaría el cargo para buscar la gubernatura de Chiapas (estado que su padre Eduardo Robledo Rincón, tras polémicas elecciones, gobernó poco más de sesenta días hasta que dimitió “para facilitar la paz” en medio de la infructuosa persecución al EZLN emprendida por el gobierno de Ernesto Zedillo los primeros meses de 1995), Robledo declinó a petición de López Obrador para consolidar el programa IMSS Bienestar.
Acaso esta designación marque el precedente de que Sheinbaum tomará en consideración otras recomendaciones de continuidad que le hizo AMLO: la de Alejandro Svarch al frente de la Cofepris y de Ruy López Ridaura como subsecretario de Previsión y Promoción de la Salud.
El 29 de abril del año pasado, el Congreso aprobó en fast track la desaparición del Insabi y la transferencia de sus servicios al IMSS-Bienestar. Oído así y sin más explicaciones que las aportadas por la oposición, resulta imposible que el Seguro Social -con sus mil 819 unidades y clínicas para sus 74.9 millones de derechohabientes (57% de la población)- pueda atender, sin colapsar, a 66.4 millones sin seguridad social.
La clave aquí está en una soslayada diferenciación: una cosa es el IMSS tripartita (ordinario) y otra el IMSS-Bienestar. Aquel es financiado por cuotas obrero-patronales y aportaciones federales y éste, creado el 31 de agosto del año pasado para dar atención médica a la población sin seguridad social, es un organismo público descentralizado con patrimonio propio.
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Por ley, los recursos del IMSS ordinario no pueden ser utilizados en el sistema IMSS-Bienestar, nos recuerda Marcos Bucio, secretario general del Seguro Social, consultado al respecto. Aquel no compromete a este.
IMSS-Bienestar es la continuación del IMSS-Coplamar iniciado en el gobierno de José López Portillo y continuado, con otros nombres, por subsecuentes gobiernos. Sus programas, ya con trece estados adheridos a su Plan de Salud, atienden en sus clínicas y hospitales a 26.4 millones de mexicanos sin seguridad social.
Poner al cien por ciento la operación al IMSS-Bienestar es la tarea encomendada a Zoé Robledo por la virtual presidenta electa.
@RaulRodriguezC