La bala disparada para matar a Trump hace ocho días acabó por matar a Biden o, más bien, fue el tiro de gracia a su carrera política.

Joe Biden, el cuadragésimo sexto presidente de los Estados Unidos, ha anunciado este domingo que declina a buscar la reelección en la Casa Blanca y ha dado su apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris para que lo sustituya en la candidatura.

Pero esa decisión deberá tomarla la Convención Nacional Demócrata cuando se reúna el próximo 19 de agosto en Chicago.

La decisión de Biden fue empujada esta misma mañana al converse los resultados de una encuesta que colocaba a Harris por encima de Biden en un frente a frente con el expresidente Trump.

Hay voces crecientes, sin embargo, de que la única que podría darle la batalla al republicano sería Michelle Obama, la ex primera dama estadounidense.

Aparentes dificultades cognitivas ya dañaban la imagen de Biden desde el debate del pasado 29 de junio, en el que Trump prácticamente lo hizo pedazos y consolidó una clara, aunque leve ventaja electoral.

Pero el atentado contra Trump del 14 de julio, catapultó sus aspiraciones al victimizarlo y mostrarlo como un héroe de la democracia.

¿Kamala o Michelle? Cualquiera es mejor que Trump para los intereses de México y del mundo. La vicepresidenta estadounidense es quien ha encabezado las negociaciones migratorias con México y no se ve que la esposa del expresidente Barak Obama respalde una política de deportaciones masivas y castigos comerciales como la que amenaza imponer Trump.

No es la intención de este comentario restarle seriedad ni gravedad al atentado sufrido por Donald Trump en un mitin de Butler, Pensilvania. Son condenables todos los hechos de violencia, más los que tienen la intención y la cumplen, de cercenar una vida. Peor si son magnicidas, es decir, que asesinan a personajes que han tenido y quieren volver a tener tal poder que su muerte violenta a pedido, afecta para mal la estabilidad de pueblos enteros.

Donald Trump la libró por unos centímetros. La bala que pretendía reventarle la cabeza solamente tocó e hirió su oreja izquierda. El tirador fue un joven de 20 años ensimismado y bruscamente intimidado por sus compinches, según versiones periodísticas, fue abatido por la policía.

El FBI investiga un intento de asesinato y ha adelantado la difícilmente creíble versión de que fue un tirador solitario (tan inverosímil como la del magnicidio de Colosio).

Y, como siempre, las interpretaciones confrontadas sobre los móviles: por un lado, los adoradores de Trump con el argumento de que la Casa Blanca (y por consecuencia el presidente Biden) quieren eliminarlo a toda costa y, por el otro lado los haters (que anglicismo más odioso), los odiadores de Trump, pues, que dicen que fue un autoatentado para potenciar su candidatura presidencial.

Estados Unidos está sumergido en una grave polarización política, mucho más grave de la que alcanza a verse en nuestro país. La violencia política podría agravarse. Ya van dos llamadas: la de la insurrección en el Capitolio atizada por Trump alegando fraude electoral el 6 de enero de 2021 y el atentado contra su vida del sábado pasado ¿Qué sigue?

El atentado contra Trump lo victimiza, lo fortalece, lo hace un héroe, multiplica por mucho sus posibilidades de triunfo. La imagen de ese triunfo bien podrá ser la del propio Trump encapsulado por sus guardaespaldas, con el puño derecho desafiante y cubriendo con la otra manola herida sangrante en su oreja izquierda.

Es la oreja herida de Trump el sinónimo memorable de su cantada victoria, así como es la del genio holandés Vincent VanGogh, lo más recordado de su cotizadísima obra por por su autorretrato sin la oreja izquierda que él mismo se había mutilado tras una seria desavenencia con Paul Gauguin, otro artista plástico tan luminoso como él.

Del eventual triunfo de Trump las consecuencias para México serán muy complicadas, por decir lo menos. Más muro, aranceles, deportaciones masivas de inmigrantes y el eventual uso de la fuerza militar para combatir a los cárteles del narcotráfico, según se lo recomienda el senador J. D. Vance, desde ya compañero de fórmula de Trump para ocupar la vicepresidencia.

@RaulRodriguezC


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