Después de escuchar a AMLO decir ayer que trabaja en la creación de un índice alternativo al PIB que no solo medirá el crecimiento económico a secas, sino también la desigualdad social, el bienestar, el desarrollo e incluso la felicidad, quedó la impresión preliminar de que para él no importa que estemos jodidos si estamos contentos.
Pero analizando su planteamiento con más calma, lo que puso en la mesa fue un debate ya viejo en el ámbito internacional y al que México llega tarde. Data de 1947, cuando se definió en el complejo hotelero de Bretton Woods (New Hampshire, Estados Unidos) el hoy agonizante orden económico internacional y que se retomó con fuerza después de la crisis económica mundial de 2008-2009.
El fondo de ese debate se puede vislumbrar con estas preguntas: ¿se trata nada más de acumular riqueza o de encontrar la forma que esa riqueza se distribuya de manera más equitativa en busca del bienestar y la felicidad humanas?
En términos simples pensemos en dos personajes: don dinero y don pueblo. ¿Quién se come un único pollo disponible? Coincidirá conmigo, siendo realistas, que será don dinero. En la medición del PIB, sin embargo, cada quien se habrá comido medio pollo.
Un dato duro en línea con lo anterior: el ingreso per cápita anual según el PIB 2019 fue de 123 mil 567 pesos, esto es, tres mil 371 pesos diarios; pero el ingreso per cápita diario en Tapachula, Chiapas fue de 10.88 pesos mientras que, en San Pedro Garza García, Nuevo León, fue de dos mil 809 pesos.
Otros: Nuevo León exportó manufacturas de alta gama que representan 47% de lo que México vendió en el mundo, mientras que Chiapas solo exportó productos agroindustriales equivalentes a 0.02% de ese total. Por lo demás, no es lo mismo, en términos de valor, exportar turbinas para avión (N.L.) que mango Ataúlfo (Chiapas).
Por otra parte, la medición de la felicidad no es una ocurrencia sacada de la manga. En Gran Bretaña se mide y tiene en el nivel de ingreso un componente fundamental. Si en México 57 millones de sus 126 millones habitantes viven en pobreza, es de suponerse que casi la mitad de su población es mediana o totalmente infeliz. Transferirle un ingreso regular, como pretenden los programas sociales de la 4T, mejorará, por lo tanto, su nivel de felicidad.
Supongo que todo esto no quiere decir que procurar y medir el crecimiento económico deban dejar de ser objetivo y de las políticas públicas. Más bien quiere decir que el PIB mide el crecimiento económico, pero no lo refleja en términos de desarrollo para el bienestar. Conciliar esas dos partes implicará pasar de un modelo de industrialización orientado a las exportaciones a otro orientado al desarrollo sostenible.
Este debate no surge de una ocurrencia descabellada. En él están desde hace tiempo prestigiados economistas de diverso signo ideológico. Es el caso de personajes de anteriores gobiernos y el actual como Carlos Urzúa, Santiago Levy, Jesús Reyes Heroles, Eduardo Sojo, Graciela Márquez, Gerardo Esquivel y Jonathan Heat.
Por otro lado, en términos políticos, AMLO construye con él la narrativa con que justificará su fallida promesa de un crecimiento económico de 4%, bajo la consigna de que no hubo tal, pero sí mayor bienestar.
Y no es coincidencia que casi al mismo tiempo en que AMLO formuló este planteamiento, haya hecho público su ensayo sobre la nueva política económica en tiempos de coronavirus (cuya autoría se atribuye en parte a Carlos Gastón Torres Rojas, joven economista que funge como secretario técnico del gabinete); y el líder de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, haya propuesto facultar al INEGI para que mida la riqueza de los particulares.
Instantáneas:
1. RESPUESTA. EL UNIVERSAL publica en su edición de hoy una carta aclaratoria del Corporativo Kosmos a propósito de la nota firmada por quien esto escribe en la que se le señala como una empresa sancionada a la que la 4T le asignó contratos por casi mil 500 millones de pesos para la distribución este año de alimentos a cárceles federales, hospitales del IMSS y del ISSSTE y la Guardia Nacional. No niega, por cierto, los contratos obtenidos este año y referidos en el reportaje, ni las sanciones de que fue objeto por el motín que tuvo lugar en el penal de las Islas Marías por la mala calidad de los alimentos que entregó, ni la intoxicación de reos que, por la misma razón, se registró en el penal de Puente Grande, Jalisco.
2. SUICIDIO. De la muerte de su hijo Álvaro, el expresidente Luis Echeverría Álvarez no ha sido enterado por su numerosa familia en atención a su avanzada edad de 98 años y no obstante que guarda la cuarentena por el coronavirus en una casa vecina a la que fue escenario del presunto suicidio en el fraccionamiento Los Laureles de Cuernavaca. La Fiscalía de Morelos confirma que Álvaro Echeverría Zuno, de 71 años y tercer hijo del exprimer mandatario, se quitó la vida el martes pasado en el jardín de su casa de un tiro a la cabeza. Junto al cuerpo se encontró el arma, de su propiedad, y una carta póstuma dirigida a su familia cuyo contenido no se ha podido conocer. Algunas fuentes cercanas a la familia Echeverría Zuno sugieren que el agrónomo y exfuncionario público atravesaba por una fuerte depresión, lo que contrasta con el carácter que siempre mostró en vida. Álvaro Echeverría Zuno dedicó sus últimos años al ejercicio de la medicina tradicional de la India, país al que se fue durante varios años para aprenderla.
3. MAMUTS. No me refiero, por cierto, a viejos políticos priistas, tampoco a uno que otro soberbio personaje de las oposiciones ni a ciertos ideólogos y operadores políticos de la 4T, sino a los restos óseos de entre sesenta y setenta mamuts descubiertos en la base aérea de Santa Lucía, donde se construye el nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México. Para el doctor Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador de Antropología del INAH nunca se había hecho un descubrimiento tan grande en la historia de los hallazgos arqueológicos de esa extinta especie en México. El área de Zumpango —dice en una interpretación preliminar— era una zona de entrada de mamuts a la cuenca de México, cuyos lagos (Xaltocan, Zumpango, Texcoco, Chalco y Xochimilco) eran un nicho ecológico para esa especie.
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