Tal parece que cuando Vicente Fox se obsesionó con descarrilar a cualquier costo a AMLO de la carrera presidencial de 2005-2006 y operó su desafuero para procesarlo por desacato judicial y le dijo de todo un día sí y otro también hasta ganarse el famoso “¡ya cállate chachalaca!”, jamás se percató que se había convertido, desde la Presidencia, en el principal promotor político y mediático de quien insistentemente advertía que era un “peligro para México”.

López Obrador tan lo supo y aprovechó, que lo ha reconocido y hasta agradecido públicamente. Por eso cuesta trabajo entender que él se haya convertido ahora en el principal promotor político y mediático de Xóchitl Gálvez Ruiz.

Lo hizo desde el momento en que le cerró las puertas del Palacio Nacional e impidió que hiciera en la “mañanera” la réplica ordenada por un juez, luego de que AMLO declarara que Gálvez Ruiz pretendía cancelar los programas sociales de la 4T, lo que la hoy aspirante a la candidatura presidencial del Frente Amplio por México consideró una calumnia pues lo que en realidad había dicho -según explicó- era que los referidos programas deberían ser momentáneos, no permanentes.

La negativa presidencial de que la réplica se hiciera en el formato solicitado de la “mañanera” (precisamente para no darle foro electoral en ese espacio), regaló a Xóchitl el pretexto perfecto para muchas más de sus “jaladoras” puestas en escena y catapultó sus posibilidades desde su más o menos reconocida aspiración a la jefatura de gobierno de la CDMX hasta la pretenciosa por la presidencia de la república. Y de ahí para el real. López Obrador no ha dejado de hablar de Xóchitl durante toda la semana que termina.

Pero esa promoción político-mediática de Gálvez Ruiz -que no es creíble que AMLO haga intencionadamente-, cae como anillo al dedo a los grupos del poder económico y político nacionales y extranjeros que, a través de la propaganda, convierten en verdaderos próceres a figuras vacías política e ideológicamente que acaban siendo sus títeres.

En ese contexto podría leerse la decisión acordada de que José Ángel Gurría no se inscribiera como aspirante a la candidatura presidencial aliancista, pero aceptara la responsabilidad de armar el proyecto de gobierno que el Frente ofrecerá a la ciudadanía.

Gurría es un neoliberal icónico, a grado tal que sus críticos lo han motejado como “el ángel de la dependencia”. Lo dejó más que claro a su paso por la política nacional y durante su larga estadía de quince años al frente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), club de los ricos al que nos inscribió Carlos Salinas de Gortari en 1994 para “amarrar” al país al proyecto neoliberal global, tras concretarse el Tratado de Libre Comercio para América del Norte.

Fracasado no solamente en México sino en el mundo el dogma neoliberal de dejar en manos del mercado la concentración de la riqueza en la cúspide de la pirámide social para que desde ahí se derramara hasta la base, lo que nunca ocurrió, se advierte con la reaparición de Gurría la pretendida restauración de ese proyecto de nación, el verdadero volver al pasado.

El asunto no solo ha metido ruido en las secretarias generales de los partidos aliancistas (Cecilia Patrón Laviada, del PAN; Carolina Viggiano, del PRI; y Adriana Díaz Contreras, del PRD), a las que se les había prometido la elaboración del proyecto de nación; sino en la campaña de Gálvez Ruiz cuyo perfil contestario no permite imaginarla aceptando públicamente la imposición de un plan de gobierno, no porque ella no sea neoliberal, que lo es, sino más bien por razones de vanidad mediática y política.

Se puede inferir sin embargo que, en términos de gobernabilidad, Xóchitl sería irrelevante. Gurría, como su probable secretario de Hacienda, de ganar la elección, sería el responsable de confeccionar y llevar a la práctica el proyecto económico-ideológico que el Frente Amplio por México propondrá como alternativa al de Morena y la 4T. Más claro ni el agua, ahí está el peine. Gurría es el peine.

Este esquema, como puede apreciarse, es parecido al que operó en el año 2000.

Vicente Fox fue un candidato popular, en principio hasta rechazado por amplios sectores del PAN. De botas vaqueras, dicharachero y provocador, listo para sacar del poder a las tepocatas y las víboras prietas y protagonista de innumerables puestas en escena que después su vocero tenía que aclarar o explicar con el famoso “lo que el Presidente quiso decir”.

En Hacienda, su secretario Francisco Gil Díaz era el que “partía el queso”, pues en él había cristalizado el pacto que permitió la llegada de Fox, pues garantizaba la continuidad de los tecnócratas neoliberales llegados al poder de la mano de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Algo similar a lo ocurrido doce años después con el regresado al poder “nuevo PRI” de Peña Nieto y su ministro de Hacienda, Luis Videgaray.

Lo que veremos en el transcurso de los próximos días y meses con Gálvez Ruiz, porque así fue definido y acordado por quienes la impulsan, serán las peores prácticas de la propaganda mediática que exaltarán su presunta condición triplemente marginal: india, mujer y pobre, educada en las más difíciles condiciones, con suficientes recursos económicos sí, pero producto de su esfuerzo y sin perder su contacto simplón, vulgarizado y a veces hasta alburero con las clases populares.

Esas prácticas propagandísticas han sido definidas por el filósofo y escritor italiano Umberto Eco como una manipulación de los símbolos. Esta manipulación semiótica o semiológica -según el también filósofo Fernando Buen Abad (“Guerrilla Semiótica” ) “se adueña, ataca, desnaturaliza y mercantiliza las ´pulsiones´ humanas más básicas (sus impulsos o tendencias instintivas, pues) con el objeto de dar por verdad categórica los eslóganes que fabrican a pedido, según la velocidad que requieran contra la voluntad popular”.

Agrega Buen Abad: “… a fuerza de repetir las ráfagas de sus máquinas de guerra ideológica, la manipulación simbólica nos queda tatuada, de una generación a otra, mientras secuestran instituciones, academias y organizaciones donde se hacen acompañar por trotamundos demagogos financiados por la enajenación rentable”.

Normalmente la manipulación simbólica -y sigo con el autor- exhala argumentos clasistas, racistas, xenófobos y autoritarios, aunque disfrazados de exactamente lo contrario. Se trata entonces de mecanismos tras los cuales están verdaderos laboratorios de guerra sicológica, a los que de acuerdo con Umberto Eco hay que oponer la “guerrilla semiótica”, explicada por Buen Abad como una “audacia de la inteligencia para desmoronar los castillos ideológicos de la clase dominante”.

De esos laboratorios provienen los hoy tan de moda asesores mediáticos y de imagen entre quienes están tras la búsqueda del poder, no solo los aliancistas sino también los de la 4T.

La manzana de Adán

No es, por cierto, la manzana que Eva, tentada por la serpiente, tomó del árbol del conocimiento del bien y el mal, comió de ella y convenció a Adán de que también lo hiciera pese a la expresa prohibición divina en un paraíso del que acabaron expulsados, según la tradición judeocristiana.

Esta manzana tiene nombre y corresponde al de uno de esos tan socorridos asesores de imagen y comunicación política a los que nos referíamos líneas arriba. Se trata del español Abraham Mendieta quien, soberbio, se asume como la menta maestra de la campaña de Adán Augusto López.

Hace dos domingos en este espacio (“El secuestro de Adán Augusto” ), se advertía que dos de los más cercanos colaboradores del exsecretario de Gobernación (Arturo Ávila Anaya y Andrea Chávez) lo mantienen prácticamente encapsulado.

Fuentes del cuarto de guerra de la campaña de esa “corcholata” morenista que encabeza César Ache y que llaman sus integrantes “Plan B”, hoy nos dicen que tras de ellos el verdadero titiritero es el asesor español Mendieta.

Quienes nos comentan esta situación son cercanos por años de Adán Augusto y se quejan de que en los quince días que llevan sus recorridos y asambleas informativas, Mendieta y su grupo han dado grave muestras de inoperatividad, haciendo a un lado a quienes tienen el conocimiento y la experiencia en estas lides.

Creen que, de seguir así, el proyecto naufragará, pero confían en que todavía hay oportunidad de salvarlo, sobre todo porque Adán Augusto ya empezó a notar que le hacen daño, lo que deja ver en el tono displicente con que se empieza a dirigir a Mendieta y su grupo.

Pero si algo tienen los mentados “estrategas” es que saben convencer a sus contratantes e igual están de un lado que del otro. Ahí tiene usted el caso del también español Antonio Sola, asesor en la campaña panista de Felipe Calderón y autor de la célebre frase “AMLO, un peligro para México”; o el cubano Vladimir de la Torre, oráculo del líder priista “Alito” Moreno Cárdenas, por solo citar un par de casos.

El ANGEL de Ebrard

Mientras que Morena y el propio AMLO insisten en la unidad entre sus cuatro “corcholatas”, el que empezó a hablar de rupturas la semana pasada fue Marcelo Ebrard.

Luego de dos semanas de recorrido por el país, el exsecretario de Relaciones Exteriores reveló cuál sería la única razón por la que rompería con Morena: una chicanada con el levantamiento de la encuesta que, según dijo, debe ser transparente, guiarse por la equidad y libre de cualquier adulteración de su sentido.

La historia suele repetirse y no se olvide que, de alguna manera, Ebrard trae el ADN de su mentor Manuel Camacho Solís. Este -recordará usted- rompió con el PRI y con Salinas de Gortari en 1993-1994 cuando el entonces presidente se decantó por Luis Donaldo Colosio y no por él como candidato presidencial. Lo demás es historia conocida que nadie desea se repita.

Ebrard, por lo pronto, será mañana la primera de las “corcholatas” en hace una propuesta específica de política pública para un problema específico, especialmente grave y de primordial interés para la ciudadanía, el de la inseguridad.

Ofrecerá lo que llama “el México más seguro de la historia” con el Plan ANGEL que detallará mañana a las once de la mañana en el auditorio BlackBerry ubicado en la calle de Tlaxcala 160 de la colonia Hipódromo Condesa de la ciudad de México.

Según Ebrard es resultado de experiencias exitosas en la materia conocidas y estudiadas durante los cinco años que viajó por el mundo como canciller de la república. Asegura en un video que difundió el viernes pasado en sus redes sociales que ya sabe de dónde va a sacar los recursos para financiarlo y que no va a costar ni un centavo adicional del presupuesto. A ver de qué se trata.

De a muertito

Y mientras Xóchitl Gálvez Ruiz sigue en boca de todos, Adán Augusto permanece encapsulado por sus cercanos, Ebrard deja saber sus primeros amagos de ruptura y la distancia se cierra entre los participantes de la interna de Morena, Claudia Sheinbaum sigue nadando de a muertito.

Sus recorridos por el país están colmados de concentraciones masivas y su discurso no se mueve ni un ápice de la defensa de AMLO y la 4T.

Llamó la atención al cierre de esta semana la encuesta de la empresa Opinión-Pública dada a conocer en Reporte Índigo ya que marca un empate técnico entre Sheinbaum con 32.33% de las preferencias y Adán Augusto con 31.97%. Muy cerca de ambos se colocó Marcelo Ebrard con 27.1% de la intención del voto.

Se trata de una encuesta robot aplicada por Opinión-Pública entre el 2 y el 3 de julio pasados en entrevista a mil ciudadanos y con un margen de error de +-3.1%.

En a esquina del frente aliancista, hoy vence el plazo para el registro de aspirantes a la candidatura presidencial. Hoy lo hará el exjefe de gobierno de la CDMX, el perredista Miguel Ángel Mancera. Ya lo hicieron durante los últimos dos días el también perredista exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles y los priistas Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid.

Fractura en MC rumbo a 2024

Los pesos pesados de Movimiento Ciudadano dejaron ver esta semana que al interior de esa formación política hay posiciones encontradas respecto a apoyar la candidatura presidencial del Frente Amplio por México. Primero el coordinador emecista en el Senado, Clemente Castañeda declaró que, en lo personal, estaría de acuerdo en respaldar la candidatura de Xóchitl Ruiz, a lo que el mandamás y fundador de ese partido, Dante Delgado reiteró que “con el PRI ni a la esquina”.

Luego, al descartar aspiraciones a ser candidato presidencial, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro dijo no entender la ruta tomada por Movimiento Ciudadano de aislarse de la alianza opositora, lo que solo ayuda -según dijo- a la consolidación del actual régimen político.

Contra el planteamiento reaccionó el gobernador de Nuevo León, Samuel García quien contestó que el PRI y el PAN son “enemigos podridos”, lo que suscribiría después el propio Dante Delgado al reiterar su rechazo a lo que llamó la “vieja política”.

Movimiento Ciudadano dará a conocer el nombre de su candidato presidencial el próximo 5 de diciembre y dicen los que saben que el único externo que aceptarían sería Marcelo Ebrard si perdiera la encuesta morenista y rompiera con ese partido.

Lázaro levántate

Por el tema de la equidad de género el marcador en Morena para las gubernaturas que se disputarán en 2024 será de 4-4, sin contar la CDMX donde todo parece indicar (si Claudia Sheinbaum y Clara Brugada lo permiten), que el candidato será hombre. Las opciones son Omar García Harfuch, quien garantiza competitividad y podría tener el respaldo de Sheinbaum, aunque no necesariamente el de AMLO; Mario Delgado, quien anda diciendo a todo el que quiera oírlo que él es el bueno (aunque tendría que estirar unos días más la fecha del inicio oficial del proceso electoral capitalino para concluir con el de las “corcholatas” y ¡sorpresa!, Lázaro Cárdenas Batel.

@RaulRodriguezCraulrodriguezcortes.com.mx

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