En el pueblo de El Arenal, Jalisco, prácticamente donde inicia la frontera de la Denominación de Origen del tequila, hay una especie de museo o casa de la cultura de nombre La Calavera, en lo que era una antigua hacienda que data de más de 300 años. Su morador, un historiador y guía de turistas, Darío Chavira, me abrió sus puertas y me mostró todos los rincones de esta enigmática casona.

Este conjunto de edificios de adobe es un testimonio de las instalaciones tequileras semi industriales de finales del siglo XX. En La Calavera se criaba ganado y además se administraba el cultivo de productos agrícolas de la región, pero también se producía y almacenaba tequila.

Hoy, La Calavera se ha convertido en una especie de centro de interpretación del Paisaje Agavero con espacios y actividades que permiten al turista entender y adentrarse en la cultura del tequilero contemporáneo. Esta hacienda desde 1735 perteneció a Don Pedro Sánchez de Tagle, el mítico Marqués de Altamira, y fue pasando a su descendencia tomando un auge importante durante la segunda mitad del siglo XIX.

Desde 1830, en La Calavera se producía tequila con la tradicional molienda de agave con la piedra redonda conocida como tahona. Hoy, en El Arenal existen 15 fábricas, 12 de ellas certificadas por el Consejo Regulador del Tequila (CRT), y entre las 12 elaboran 169 marcas en sus dos categorías: 100% agave y tequila, pero también en sus variedades blanco, reposado y extra añejos, mientras que algunas producen tequila abocado.

Al final del recorrido por La Calavera vino el postre: un lugar dedicado a todas las marcas que se producen en El Arenal, al que se denominó Tequiloteca. Ese espacio y todo el museo lo patrocinan dos marcas: Tequila Cascahuin y Tequila Gran Padre.

Este último es producido por el empresario agavero Guillermo Flores Quintero, quien produce su tequila y otras marcas más que maquila como Tequila Torero, del empresario tapatío Buba Hernández. Pues bien, no quiero pecar de exagerado, pero Gran Padre reposado es un deleite al paladar, e incluso al olfato es muy agradable.

Guillermo me comenta que fueron sus hijos quienes, desde Estados Unidos, decidieron brindarle un homenaje a su incansable progenitor con un tequila que posee una fórmula ancestral elaborado por el maestro tequilero Melchor Hernández. Con una antigua “columna de horno española”, se destila hasta seis veces este y otros tequilas que se elaboran artesanalmente ahí.

Gran Padre se exporta a Colombia, Estados Unidos, China y Panamá a un ritmo de 15 mil cajas anuales, entre tequilas blancos, reposados y añejos. Esta marca representa la riqueza cultural de El Arenal, y conocerlo y probarlo me ayudó a entender más la esencia del tequilero de cepa, pero también que esta frontera tequilera tiene un potencial turístico incalculable.

Seguramente usted llegó a ver un video viral en redes sociales, de los famosos “cantaritos”, que no son más que enormes tarros de barro donde se aprecia a una persona preparando la mezcla con refresco de toronja, sal, hielos, agua mineral y tequila, pero hay un detalle. El tequila tiene que ser de una de las 169 marcas que se producen en El Arenal y que forman parte de la Tequiloteca de La Calavera.

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