Cuando me llegó la invitación para participar en una cata de tequila de manera virtual, no dudé en confirmar mi participación sólo por el morbo de experimentar esta innovadora manera de paladear la bebida. Creía haber visto de todo, pero el simple hecho de leer o escuchar que se va a catar un tequila a distancia me produjo una especie de ansiedad por saber en qué consistía el método.
Quién mejor que Gabriela Cañedo, sommelier y maestra tequilera, para convocar al experimento. Ya he dado cuenta en este espacio del amplio currículum de esta experta del agave, quien en la etapa de confinamiento maquinó una nueva manera de degustar el tequila.
Una vez que confirmé mi participación, me llegó a mi domicilio, por mensajería, un “tequiset”, es decir una caja de cartón que en su interior alojaba cuatro minibotellas (un tequila blanco Campo Azul, un reposado 30–30, un añejo 7 Leguas y un extra añejo San Matías). También incluía dos tabletas de chocolates Hershey’s (uno amargo y otro con leche), una bolsita de arándanos, una bolsita con canela, un paquete de cacahuates japoneses y una miniatura de botella de chile en polvo, además de una copa de cristal especial para la cata de tequila y, por supuesto, un caballito y un vaso desechable.
Llegó el día y la hora pactada para enlazarnos vía Zoom e iniciar la degustación, junto con otras 23 personas que pagaron por un lugar en esta singular prueba. Gabriela nos dio la bienvenida y una introducción con el repaso del momento que vive la industria tequilera. En seguida, cada uno de los participantes se presentó indicando nombre, ocupación y lugar de residencia.
Así arrancó la cata. La anfitriona nos pidió destapar la botella de tequila blanco que teníamos que degustar en la copa. Por principio de cuentas, aprendimos a detectar aromas o notas utilizando el sentido del olfato.
Posteriormente, supimos cómo apreciar las gotas de tequila dentro de la copa, agitando circularmente el líquido del agave e inmediatamente después dar el primer sorbo de tequila.
Si algo he aprendido es que, en cualquier cata uno no debe quedarse callado en cada etapa de la degustación, porque créame, es una gran ofensa para un sommelier y sus años de experiencia.
Naranja, miel, limón, eucalipto, manzana, maderas, todo lo que su paladar le dicte, no se lo guarde, dígaselo al experto. La cata vía Zoom permite externar la opinión sin pasar desapercibido. Es más, creo que este ejercicio es más enriquecedor por el hecho de que cada uno de los elegidos participa desde su hogar, lo que le da más confianza y más ganas de emitir comentarios de todo tipo. Al final, de eso se trata, de que todos den su punto de vista y aprendan.
En cuanto a la prueba del tequila reposado, fue más fácil de digerir, menos rasposo al paladar y agradable al olfato. Percibimos arándanos y cacahuates, y después nos dispusimos a dar el primer sorbo. Aprendimos que tanto el blanco como el reposado son perfectos aperitivos que se pueden maridar con carnes rojas y pastas.
Otra vez, la participación de los conectados fue maratónica, y ya para las otras dos presentaciones de tequila, la experiencia fue más placentera. Aprendimos también que tomar tequila en el famoso vaso rojo es la peor manera de hacerlo, y al contrario, beberlo en caballito o en copa no le resta calidad al paladar. También aprendimos que el chocolate y el chile en polvo generan una explosión paladar, lo cual hace más agradable degustar el tequila.
En síntesis, la experiencia de la cata a distancia que preparó Universo Tequila, la firma que encabeza Gabriela Cañedo, fue tan buena que rivaliza con la modalidad en persona, aunque espero que no se acostumbren a seguir haciéndola de esta forma. No, por favor.