La industria tequilera vive días cruciales, no sólo por la pandemia. Por estos días, en la Unión Europea (UE) se define el futuro de un producto que se rehúsa a reconocer la Denominación de Origen del Tequila (DOT). Me refiero a la cerveza Desperados, que Heineken produce y comercializa con mucho éxito.

Aquí le he comentado que el Consejo Regulador del Tequila (CRT), que encabeza Miguel Ángel Domínguez Morales, ha hecho hasta lo imposible por retirar del mercado este producto que circula desde hace más de 25 años y que ante los reclamos del gremio tequilero, lo único que ha pasado es que cambie la leyenda de la etiqueta de “sabor a tequila” a “aroma a tequila”.

Este es el recuento de las 39 cartas enviadas a la UE al 6 de octubre del presente año, y que son la evidencia del CRT para defender a esta bebida ancestral. Seis de dichas cartas provienen de asociaciones sectoriales (en el sector de las bebidas espirituosas), 18 de organismos e instituciones internacionales que representan Denominaciones de Origen (DO’s); 10 más de organismos de representación de DO’s mexicanas y cinco de Instituciones Académicas en México.

Lo que también se sabe es que el tequila ya cuenta con cuatro figuras de protección en la Unión Europea: 1) Acuerdo entre México y la UE sobre el reconocimiento mutuo y la protección de las Denominaciones de Origen del sector de bebidas espirituosas (1997). 2) Marca Colectiva “Tequila” registrada ante la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea EUIPO (2008); 3) Protección específica en Aduanas (2013), y 4) Registro de la bebida espirituosa Tequila como Indicación Geográfica (2019).

Para darse una idea de la importancia del mercado, le comparto este dato: el año pasado se exportaron alrededor de 20 millones de litros de tequila a la Unión Europea, que es el segundo mayor mercado para la bebida después de Estados Unidos.

Alemania, España y Francia son los tres países con mayor consumo tequilero en la UE.

Además, en la Unión Europea se comercializan actualmente 50 marcas certificadas de tequila y existen 65 envasadores autorizados, los cuales procesan alrededor de 7.5 millones de litros en la región.

Con estos números y evidencias del CRT, los ojos están más que puestos en las posibles consecuencias de un fallo negativo en materia de Denominaciones de Origen, pues se traduciría en un deterioro a la función del propio consejo y cualquier otro organismo de certificación con respecto a la Evaluación de la Conformidad para el cumplimiento de las condiciones aplicables a la DOT, al permitir de forma irrestricta la utilización del nombre y alusión a la misma, sin tener que acreditar la autenticidad, la inocuidad y la veracidad de la información señalada en las etiquetas.

Pero esto también afectaría eventualmente en igualdad de condiciones a todos los organismos de evaluación de la conformidad de todas las denominaciones europeas, una de las principales razones por las que se sumaron a enviar su carta de apoyo a la Comisión Europea.

La figura de las denominaciones de origen es un motor clave en la economía de más de mil 836 municipios de México e impulsor de beneficios como generador de empleos en zonas rurales, detonador de derrama económica para el mercado doméstico y de exportación, así como del ámbito turístico.

Tan solo el cultivo del agave genera más de 2 millones de jornales anuales en las zonas rurales de la DOT y más de 70 mil familias obtienen su sustento de él. También se tiene el registro de que ingresan a México, resultado de sus exportaciones, más de 2 mil millones de dólares, de manera que la bebida aporta al Estado mexicano más de 6 mil millones de pesos tan solo por el IEPS.

Por encima de todos estos indicadores, está la impunidad de un producto que se niega a retirar de su etiqueta la palabra “tequila”, pero no lo hace porque le puede costar muy caro.

Está por verse en qué termina este incómodo conflicto de propiedad intelectual.

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