Yo no sé nada de futbol, pero a veces sé reconocer un gran libro cuando me lo encuentro. La editorial Cal y Arena acaba de publicar el libro De futbol somos: Escenas, crónicas, estampas de México en los Mundiales y los Mundiales en México. Los coordinadores de esta obra colectiva, Alonso Pérez Gay Juárez y Mauricio García García reunieron textos de escritores y escritoras mexicanas (incluidos ellos mismos) en torno a su relación con la selección mexicana de fútbol y el mundial. No obstante, el mérito del libro no se detiene ahí. De fútbol somos es un álbum fotográfico espectacular que debe mucho a la investigación archivística y hemerográfica de Pérez Gay y de García. Es un libro hermoso no solamente por su contenido textual, sino como objeto de recuperación artística de grandes imágenes mundialistas. Por sus páginas desfilan lo mismo fotografías de jugadores individuales que de equipos completos, pasando por panorámicas de los estadios, las jugadas, la afición, y desde luego los goles.

El libro incluye testimonios de escritores como Guillermo Fadanelli, Juan Villoro, Carlos Monsiváis, Rafael Pérez Gay, Francisco Hinojosa, Luis Miguel Aguilar, Luis Muñoz Oliveira y otros tantos. Entre las escritoras hay textos de Marion Reimers, Mónica Maristain y Ana Cristina Santos Pérez. No obstante, para mí el mejor texto de este libro es el de Fernanda Piña. No solamente por lo bien escrito, sino por su capacidad para reconstruir una época y sus sensaciones. Fernanda Piña escribe un texto titulado “Las peripecias del equipo simpatía”, que da cuenta de la trayectoria de la selección nacional de futbol femenil que logró convertir a México en subcampeón durante el mundial de 1971. Mientras que el resto de los escritores aprovechan su texto para hablar de las vivísimas impresiones (y decepciones) que la selección mexicana de futbol fue dejando en sus vidas desde la infancia, el ensayo-crónica de Piña revive una generación de futbolistas a quienes muchos no conocíamos, otros habían olvidado y otros tantos desdeñaron en su propio tiempo.

Piña nunca opina, muestra y demuestra la capacidad de devolvernos el pasado de una buena investigación de historia oral a partir de entrevistas a las jugadoras protagonistas de su relato. Habla de lo que pensaban, lo que sentían, cómo se relacionaban con sus compañeras y con sus oponentes, qué las hacía reír o enojar. Como en las buenas películas deportivas, el relato atraviesa al lector con las inseguridades emocionales de las protagonistas y lo emociona con sus victorias. Reconstruye sus recorridos internacionales, su convivencia antes y después de los entrenamientos, la atmósfera dominante en la Ciudad de México, en el autobús de la selección, en el estadio Azteca. Lo único que faltan son los olores de aquellos años. El reproche más importante que uno puede formularle al texto es su brevedad. Uno se queda con ganas de saber más sobre aquel mundial, acerca de las jugadoras y sus familias, de sus orígenes e intereses y demás minucias novelescas. Es el pretexto perfecto para que Piña se anime a escribir un libro completo sobre el tema.

En esta temporada mundialista, compre, lea y regale De futbol somos. Es un libro inolvidable que le permitirá recrear su niño interior en la complacencia que producen los juegos deportivos. Encontrará ensayos de alta calidad literaria y la pasión de genuinos fanáticos de este juego que son conocedores de su historia. Tienen la capacidad pedagógica de entusiasmar a un individuo completamente ajeno al futbol como yo. Si en este entorno internacional y nacional tan convulso quiere usted animar su emoción mundialista, aquí está la solución. Y si quiere creer en la capacidad mexicana de ganar un mundial, lea el texto de Fernanda Piña.

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