La semana pasada el presidente de México formuló una serie de propuestas de mediación para alcanzar la paz en el conflicto en Ucrania. Al margen de las críticas, a mi juicio legítimas, sobre la necesidad de primero pacificar las áreas de la república mexicana donde se sufre violencia cotidianamente, existen temas donde México podría participar con el fin de contribuir a la paz. Ian Bremmer, presidente y fundador de la consultora Eurasia acaba de publicar The Power of Crisis, un libro acerca de tres amenazas globales que se ciernen sobre la humanidad en el siglo XXI. Las amenazas son las próximas pandemias, el calentamiento global y la inteligencia artificial. Las tres tienen el potencial de desestabilizar el sistema internacional y ocasionar guerras devastadoras. De acuerdo con Bremmer, en el caso de las pandemias podría desatarse una cierta psicosis en torno a la producción y acaparamiento de vacunas, así como un incidente de violencia masiva resultado de la vigilancia y supervisión de enfermos por parte de estados policíacos. En referencia al calentamiento global, sabemos que pueden estallar guerras por el control de los recursos hídricos e intensificarse las tragedias de desplazados y refugiados por inundaciones, sequías, etcétera. Finalmente, las implicaciones a futuro del desarrollo de arsenales militares con inteligencia artificial resultan tan impredecibles y potencialmente destructivas que Bremmer llama a mantener cierta cautela. No obstante, lo valioso de la perspectiva de Bremmer no es un tono apocalíptico, sino por el contrario, altamente propositivo. El consultor que ganó notoriedad mundial por su concepto del G Cero, invita a los países a cooperar para fortalecer el mecanismo de producción de vacunas COVAX. Pide a las elites mundiales coordinarse para anticipar las catástrofes humanitarias que ya pueden predecirse con motivo del calentamiento global y que tenemos la certeza de que ocurrirán en los próximos diez años para actuar en favor de los refugiados antes de que sufran desplazamiento forzado. Finalmente, Bremmer sugiere la creación de una institución multilateral nueva, la Organización Mundial de Datos para proteger la privacidad de la infinidad de datos que produce la tecnología y evitar la proliferación de intrusiones digitales en la vida de las personas. Esa Organización también cumpliría funciones de apoyo a los países para prevenir ciberguerras, delincuencia digital, ciberterrorismo, etcétera.
Desde luego, Bremmer reconoce que la respuesta a todos estos problemas pasa principalmente por la cooperación entre China y Estados Unidos, sin la ingenuidad de suponer que van a renunciar a su rivalidad. Simplemente que se trata de asuntos de tal trascendencia y tan imposibles de manejar por un solo estado que es indispensable la cooperación o atenerse a vivir sumidos en una sucesión de tragedias humanitarias. Sería precisa la designación de interlocutores permanentes de alto nivel entre los estados para tratar todas estas amenazas, concluye Bremmer. El punto es que, si México realmente desea involucrarse en la construcción de un mundo más estable y armonioso para el siglo XXI podría empezar a trabajar en estos temas.
En lugar de condenar a la ONU, el gobierno mexicano podría participar en el robustecimiento de COVAX antes de que estalle la próxima pandemia. Podría empezar a invertir en la construcción de refugios para las zonas de México y Centroamérica que van a quedar devastadas por el cambio climático. Podría ser pionero en un esfuerzo para regular la protección de datos a escala internacional. Lamentablemente está ocupado promoviendo como mediador de paz en Ucrania a Narendra Modi, señalado por tolerar la islamofobia en los disturbios de Gujarat donde murieron más de mil personas. Modi es, eso sí, uno de los gobernantes con mayor aprobación popular en las encuestas de su país. Es el problema de confundir un político popular con un estadista.
Analista