El 24 de junio murió Marc Fumaroli, intelectual de peso completo, doctor por la Sorbona, profesor de El Colegio de Francia, miembro de la Academia Francesa. Su obra más conocida es El Estado cultural, polémico ensayo sobre la política de subvención artística donde se opone simultáneamente al estatismo a ultranza y a la indiferencia estatal por las artes. La desaparición de Fumaroli no tuvo eco en la prensa mexicana, pero recordar su libro es pertinente para informar la discusión sobre la urgencia de un rescate del sector cultural mexicano, hoy en crisis por la pandemia.

Según el diario El País, en México “en 2018, últimos datos oficiales, las empresas culturales generaron algo más de 702.000 millones de pesos y casi 1,5 millones de puestos de trabajo”. En un ejercicio de política comparada, el editorialista Gil Gamés publicó una exhaustiva serie de artículos sobre los rescates financieros del sector cultural emprendidos por seis gobiernos: Francia, Canadá, España, Estados Unidos, Uruguay, Reino Unido. Cada gobierno le imprimió su propia orientación al rescate, pero la cuantía de los montos evidenció su carácter prioritario.

El énfasis de Estados Unidos, Uruguay o España reside en la conservación de empleos y la no cancelación de proyectos artísticos o editoriales. Francia impulsa afanosamente nuevos proyectos que reanimen a la comunidad intelectual como mecanismo económico de superación de la crisis. La prioridad del gobierno canadiense se ubicó en la conservación y restauración del patrimonio arquitectónico e histórico. En el Reino Unido, el interés mayor fue garantizar la continuidad y ampliación de su rica oferta teatral y sinfónica. Otros países como Alemania invierten en infraestructura para modernizar los sistemas de ventilación de sus museos y galerías a fin de evitar contagios. Singapur aprovechó la cuarentena para patrocinar la capacitación digital de su comunidad artística. Quieren que exhiban y vendan sus obras en internet, pero también que celebren vía remota todos sus festivales artísticos.

Después de la extinción del fideicomiso del FONCA, en México lo más sorprendente no es el silencio del gobierno sobre la agonía del sector cultural, sino la muy reveladora incapacidad de los partidos de oposición para proponer una alternativa desde los gobiernos locales o en el poder legislativo. En éste como en otros temas que preocupan a los mexicanos, ni el PRI ni el PAN, ni el PRD ni MC atienden el asunto. Hay una Comisión de Cultura y Cinematografía en la Cámara de Diputados. Ahí debería estarse discutiendo el retiro de computadoras por carencias presupuestales al Instituto Mexicano de la Cinematografía o el plan de rescate cultural diseñado por la UNAM.

Si hay una comunidad olvidada por el oficialismo, a pesar de que se le sumó masivamente durante la campaña de 2018, es la artística. Los partidos de oposición prefieren ignorar al sector, en lugar de preguntarse cómo asumir la representación de sus demandas y ganar votos. Miopía política insólita, pues pasan por alto la oportunidad de capitalizar dos temas: la preservación del empleo y del patrimonio cultural mexicano. Cinco días después de la muerte de Fumaroli, la prestigiada librería A través del Espejo en la colonia Roma cerró sus puertas definitivamente. Era una de las mejores de la capital y tenía el catálogo más completo de política internacional. A través del Espejo es representativa de muchas empresas familiares mexicanas afectadas y/o quebradas por la pandemia. Remataron su mercancía a precios irrisorios. Un amigo reflexionaba “esto me recuerda cuando decían que la mejor política industrial es la no política industrial. ¿Será que hoy los políticos de todos los partidos piensan que la mejor política cultural es la no política cultural?”

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