Las imágenes son cada vez más frecuentes y la escena se repite casi idéntica. Caravanas de migrantes centroamericanos tratando de cruzar la frontera sur para ingresar a México y llegar hasta Estados Unidos. La Guardia Nacional, originalmente concebida para combatir la delincuencia organizada, se ha visto obligada a la contención de las mareas migratorias procedentes de Honduras, El Salvador y Guatemala. Tiene toda la razón el gobierno, por fortuna no se ha producido un choque violento entre las caravanas y la Guardia Nacional que derive en tragedia. Por desgracia, nadie puede garantizar que así sea siempre.

Dentro de la amplísima coalición que integra el núcleo gobernante no hay consenso en torno a las políticas adecuadas para hacerle frente a la situación. La mayoría de los simpatizantes de la 4T guarda silencio sobre el tema. Algunos pocos han decidido pronunciarse. Es el caso del diputado Porfirio Muñoz Ledo , quien escribió en su cuenta de Twitter “Nuestro gobierno tiene la obligación de permitir el paso de los migrantes por el territorio nacional; así lo marca el Artículo 11 de la Constitución y el Acuerdo Migratorio de Marrakech del cual México fue activo promotor y que establece la migración "ordenada, segura y regular."

Urge anticiparnos y prevenir brotes de racismo y xenofobia . Estos flujos migratorios en la frontera sur mexicana continuarán masivamente durante varios años. En los medios, habría que comenzar por distinguir entre migrantes económicos y refugiados. Hecho esto, una subdivisión entre refugiados huyendo de violencia y otros escapando de catástrofes naturales que, debido a la inacción frente al cambio climático, serán cada vez más recurrentes. Como dice Sami Nair , especialista francés de estos asuntos en su libro Refugiados: Frente a la catástrofe humanitaria una solución real: “No es posible, por varias razones, abrir las fronteras frente a esa demanda, pero la gestión policiaca actual tampoco es adecuada para enfrentar ese desafío porque se limitar a actuar sobre los efectos y no sobre las causas. El aumento de la inmigración ilegal , las dificultades de integración vinculadas a la reagrupación familiar y la proliferación de las mafias de trata de seres humanos atestiguan la complejidad del fenómeno migratorio. En segundo lugar, se necesitarán años para resolver la actual crisis de los refugiados, si se resuelve, pues no se puede descartar el derrumbe definitivo de algunos Estados actuales…”

El enfoque de cooperación internacional es el correcto. No obstante, la indisposición de la administración Trump para ver el problema como algo más que un asunto de fronteras seguras, dificulta el progreso. Del otro lado, México tiene por interlocutores a gobiernos centroamericanos con capacidades institucionales deficientes, cuando no inexistentes, para la gestión de esta crisis. Convendría entonces intensificar la participación de organismos internacionales.

Es preciso evitar el “consenso de la indiferencia” y alertar sobre los múltiples requerimientos de acompañamiento para estas caravanas . Desde atención médica para enfermedades respiratorias, diarreas, servicios ginecológicos y cuidado infantil, hasta mudas de ropa y aditamentos de higiene personal inmediata. Todos estos seres humanos huyendo de las carencias en sus países y buscando una vida mejor, también necesitan atención psicológica y protección frente a las redes de tráfico infantil o las agresiones sexuales a las mujeres. ¿Tenemos la infraestructura suficiente para atenderlos? Quizá sea más apremiante una discusión nacional acerca del futuro de nuestro sistema migratorio, rebasado por estas caravanas, que sobre una reforma electoral, el avión presidencial o una regresiva propuesta penal. Es solo una idea.

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