Posiblemente, el libro más importante que se publicó en España el año pasado fue la nueva edición de las memorias del teniente coronel Manuel Tagüeña: Testimonio de dos guerras. Es una de las obras autobiográficas más exhaustivas y a la vez ecuánimes escritas por un auténtico protagonista de la guerra civil española, quien intervino decisivamente a favor de las fuerzas republicanas en la célebre batalla del Ebro. Matemático y físico de formación, Tagüeña terminó por convertirse en un experto en cuestiones militares para defender la República de las garras del fascismo español e internacional. Tagüeña se distinguió por su heroísmo y una sobriedad personal y literaria muy ibérica, que rechaza la pedantería y la falsa modestia. Varón recio, sin el sentimentalismo victimista de las izquierdas contemporáneas, “No-nonsense” dirían los ingleses.

Tagüeña refiere minuciosamente los orígenes de la Segunda República Española, sus gobiernos, su militancia personal en el comunismo y su posterior decepción por las sanguinarias atrocidades estalinistas y su inflexible dogmatismo. Tagüeña describe los despliegues militares y las privaciones padecidas por él y sus tropas frente a la lucha desigual contra los franquistas que tenían apoyo del nazismo alemán y el fascismo italiano. El retrato de la insuperable valentía de los hombres a las órdenes de Tagüeña, pobremente armados pero enfrentando los tanques italianos, conmueve por su tristeza seca y respetuosa del duelo debido a los caídos en combate. Mientras el bando golpista tenía de su lado el abierto apoyo internacional de las potencias fascistas, las potencias occidentales permanecían cruzadas de brazos y no respaldaron al gobierno español. Tagüeña, al narrar sus andanzas posteriores en la Segunda Guerra Mundial demuestra que la inactividad de Occidente en la guerra civil española resultó costosísima. Abandonar a España significó permitir el avance del fascismo que luego enfrentaría a las democracias en sus propios territorios, ya no en el espacio periférico español.

En Ucrania parece que Occidente aprendió la lección, a tal punto que el valeroso pueblo ucraniano ha recibido un apoyo continuo en suministro de arsenales. La pregunta es cuánto tiempo durarán los apoyos. A diferencia de Rusia donde la democracia no existe ni ha existido nunca, los gobernantes occidentales sí deben rendir cuentas a su opinión pública nacional. Por ahora, los ciudadanos occidentales han dado la bienvenida al apoyo de sus gobiernos a Ucrania, pero ¿hasta cuándo resistirán la inflación consecuencia de las sanciones económicas a Rusia, o los problemas por abastecimiento de gas en sustitución del ruso? En Estados Unidos , los votantes de la elección intermedia podrían ser sensibles al uso de recursos de los contribuyentes, ¿estarán dispuestos a financiar indefinidamente el armamento de un ejército extranjero y si el conflicto escala, a involucrar directamente tropas estadounidenses? Las declaraciones del presidente Biden sobre la permanencia en el poder de Putin no por polémicas dejan de ser ciertas. Mientras el autócrata ruso siga en el poder, Ucrania no tendrá certeza de nada. Si cae en poder de Putin, éste emprenderá nuevas agresiones contra otros países. De la disposición a respaldar indefinidamente a Ucrania depende la seguridad de las potencias occidentales. El libro de Tagüeña demuestra que Occidente puede diferir irresponsablemente las guerras con los tiranos, pero éstos llegarán a sus fronteras. Una cosa más. Tagüeña terminó sus días exiliado en México. Su familia y sus hijas jamás se han cansado de traerle beneficios al país que las acogió. El momento más glorioso en la historia de la política exterior mexicana se produjo cuando México abrió sus puertas a los exiliados de la guerra civil española. ¿Cómo es posible que en lugar de hacer lo propio con Ucrania, la “izquierda” establezca grupos de amistad con Rusia?

Analista.
Twitter: @avila_raudel

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