Raudel Ávila

El presidente Manuel Ávila Camacho y la relación con Estados Unidos

El presidente Manuel Ávila Camacho y la relación con Estados Unidos
11/05/2022 |02:00
Redacción El Universal
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El nuevo libro de la profesora Soledad Loaez a, A la sombra de la superpotencia: Tres presidentes mexicanos en la Guerra Fría, 1945-1958, está destinado a figurar entre las mejores investigaciones que se han publicado sobre el sistema político mexicano. Merecidamente elogiado por reseñistas como Jesús Silva-Herzog Márquez y Rafael Rojas, el texto aporta significativas contribuciones teóricas e historiográficas. La obra desmiente documentalmente el mexicanísimo mito de la presidencia omnipotente. También ofrece una innovadora mirada sobre la figura de los presidentes abordados, en particular la de Manuel Ávila Camacho. Ávila Camacho fue tradicionalmente considerado por izquierdas y derechas como un personaje gris, conservador, improductivo y si acaso, el timonel del giro Termidoriano en la revolución mexicana para contener el avance ideológico del cardenismo. Loaeza demuestra que dicha versión es falsa.

La autora emprendió una exhaustiva reconstrucción histórica de la política exterior de Ávila Camacho sustentada en archivos mexicanos y estadounidenses. En medio de las turbulencias de la Segunda Guerra Mundial y los albores de la Guerra Fría, Ávila Camacho tejió una alianza muy provechosa para México con los gobiernos del presidente Franklin Delano Roosevelt y Harry S. Truman durante varios eventos críticos de la historia mundial. Por medio de sus diligentes secretarios de relaciones exteriores Ezequiel Padilla y Francisco Castillo Nájera, Ávila Camacho no solamente se alineó contundentemente junto a las potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial, sino que obtuvo con ello incontables beneficios para México. Ávila Camacho incrementó las exportaciones de productos mexicanos a Estados Unidos, logró transferencias tecnológicas, estableció mecanismos de cooperación entre las fuerzas armadas mexicanas y norteamericanas, posicionó a México como el puente de comunicación entre Estados Unidos y las repúblicas latinoamericanas, aumentó sustancialmente los espacios de liderazgo mexicano en foros internacionales multilaterales.

En paralelo al rediseño de la política exterior mexicana, Ávila Camacho trató de proyectar una imagen de país moderno y reformista en lo interno para consolidar el respeto de sus contrapartes estadounidenses. Instrumentó una reforma electoral en concierto con el principal partido de oposición (PAN) para facilitar su participación. Creó el IMSS, la institución decisiva en la política social mexicana del siglo XX, sacó a los militares del poder para abrirle todos los espacios a políticos de procedencia civil, y participó en la fundación de un partido político (el PRI en sustitución del PRM) para insertar a México en la coalición internacional de las democracias liberales. Habrá quien acuse injustamente que Ávila Camacho no tiene otro mérito que aprovechar las oportunidades de la coyuntura internacional. Sería un error. La presente administración nos ha demostrado que no todos los presidentes mexicanos tienen la visión y capacidad para leer el entorno internacional, aprovechar las oportunidades derivadas de la cercanía con Estados Unidos y beneficiar a los mexicanos mediante una asociación comercial más intensa.

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En algún tomo de sus memorias, Jaime Torres Bodet refiere que después de sus acuerdos con el Presidente Ávila Camacho, éste último le pedía recomendaciones de lectura. “¿Con cuál libro puedo entender a Montesquieu?” preguntaba el presidente. Lo que sorprendía a Torres Bodet no era la humildad de la pregunta, sino el hecho de que el presidente de México escuchaba y atendía recomendaciones, pues luego comentaba sus lecturas en la siguiente reunión. “Pocas cosas tan raras como un hombre que escucha, pero más raro aún si es poderoso” insinuaba sorprendido Torres Bodet. El libro de Loaeza pinta un fresco del sexenio de Ávila Camacho, el llamado “presidente caballero”, y evidencia que incluso en un país con las privaciones materiales de México, la Presidencia de la República puede estar representada por una figura política sensata, conciliadora, constructiva y civilizada.