Raudel Ávila

El oficio político

El oficio político
09/02/2022 |03:04
Redacción El Universal
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Rogelio Hernández

es un profesor-investigador de El Colegio de México que ha dedicado toda su vida al estudio de la elite política mexicana. Sus publicaciones constituyen un referente ineludible para comprender el funcionamiento del sistema político nacional. Desde su libro pionero Amistades, compromisos y lealtades (una historia de los gobernadores mexiquenses), hasta su biografía de Carlos Madrazo , pasando por El centro dividido, su magnífico estudio sobre los gobernadores de la transición democrática, el doctor Hernández se ha distinguido por una mirada innovadora de los grupos dirigentes de este país. Su libro más reciente se llama “El oficio político: La elite gobernante en México (1946-2020)” aparecido a fines del año pasado.

En esta nueva obra, Hernández empieza por trazar la procedencia, orígenes y trayectoria de los personajes que han ocupado los más altos cargos de la política nacional. El autor ilustra estadísticamente la educación académica pero también la formación política, su paso burocrático por el servicio público y cuando las hubo, carreras legislativas, partidistas y/o electorales. No obstante, el estudio no se queda en un simple inventario de currículums, sino en una explicación detallada de cómo se formaba lo que Gaetano Mosca llamó “la clase política.” Simplificando en exceso, durante el largo período de gobiernos federales priistas, el presidente era seleccionado por su antecesor en función de su desempeño en el gabinete presidencial. ¿Porqué? La lógica dictaba, como decía un veterano político mexicano que “el más imbécil de los secretarios de estado al ocupar una responsabilidad nacional, tiene una visión más completa del país que el más inteligente de los gobernadores, cuyo alcance no deja de ser exclusivamente local.” No solamente los presidentes y sus gabinetes venían de una trayectoria política nacional, sino que por lo general los gobernadores primero estudiaban su carrera en la Ciudad de México y después se formaban en alguna posición del gobierno federal y /o en alguna de las cámaras federales antes de regresar a sus entidades. Es decir, socializaban y aprendían de sus colegas y maestros de talla nacional e incluso internacional.

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La transición democrática rompió este patrón. Conforme la competencia electoral aumentó en los estados y la oposición empezó a ganar espacios en la política local, el perfil de los gobernantes se volvió literalmente más provinciano. Estudiaron, trabajaron y ganaron elecciones en provincia. Dicho perfil es el mismo de las figuras que se volvieron competitivas para llegar a la presidencia de la república. No es extraño entonces, explica Hernández, que del año 2000 en adelante, en lugar de figuras nacionales, hayan llegado a la presidencia de la república candidatos sin experiencia federal que antes fueron gobernadores “exitosos”. Esto a su vez produjo gabinetes integrados por figuras integralmente locales y enteramente desprovistas de experiencia en su área de responsabilidad federal. A falta de un auténtico servicio civil de carrera, en los gabinetes de Fox, Peña Nieto o en el actual, se produjo un exceso de funcionarios guanajuatenses, mexiquenses o tabasqueños, la mayoría inexpertos (¿incompetentes?) y desconocidos. Por lo mismo, sus carreras resultaron efímeras y nadie volvió a saber de ellos una vez concluido su respectivo sexenio.

La obra de Hernández evidencia los mecanismos de formación que generan oficio político. A pesar de la demagogia prevaleciente en nuestros días, gobernar sí exige ciencia, arte, talento y experiencia. Construido a partir de entrevistas con ex secretarios de estado, dirigentes partidistas y exgobernadores, el libro demuestra que la política es una profesión de tiempo completo y no es comparable con la vida académica, la actividad empresarial, el periodismo, el activismo social ni mucho menos con la popularidad en las encuestas. No deje de leerlo.