Daniel Patrick Moynihan fue un gran político estadounidense del partido demócrata en la segunda mitad del siglo XX. Consejero áulico y formal de presidentes norteamericanos de ambos partidos, embajador de su país ante la India y posteriormente ante la ONU, es más recordado por sus casi 30 años como senador. Fue uno de esos legisladores con la capacidad cotidiana de negociar, convivir, hacer amistad y alcanzar acuerdos con gente del partido contrario. Considerado por uno de sus biógrafos “el Burke americano”, en realidad fue un espécimen político de esa rarísima variedad casi desconocida en nuestra época: un liberal de izquierdas. En la actualidad, en la clase política hay varios liberales, pero casi todos son de derechas. También hay muchos izquierdistas, pero absolutamente ninguno es liberal. Moynihan era una de esas cabezas privilegiadas que logran conciliar lo mejor de distintas tradiciones políticas. De ahí su famosa declaración de que “la verdad fundamental del conservadurismo es que la cultura, no la política, determina el éxito de una sociedad. Con todo, la verdad fundamental del liberalismo es que la política puede cambiar una cultura y salvarla de sí misma.” Toda su vida, Moynihan defendió el programa social del New Deal del presidente Franklin Delano Roosevelt. Lo consideraba la tradición más progresista de la política estadounidense y la única capacitada para eliminar la pobreza, empezando por la infantil, prioridad personalísima del senador por su origen irlandés.

Moynihan, académico de ciencia política, profesor en Harvard, MIT y otras universidades, escribió 19 libros. Uno de ellos se titula Secrecy: The American Experience donde expone la historia del concepto y la práctica de la información confidencial en la historia de Estados Unidos. Libro fascinante y breve, rastrea los orígenes de la legislación sobre asuntos confidenciales desde la guerra civil norteamericana hasta el final de la guerra fría. Una de las conclusiones más interesantes de la obra es que el concepto de confidencialidad y la práctica de información clasificada han hecho más daño que bien a la causa de la seguridad nacional. En tanto que se presta muy fácilmente al abuso, la burocracia relacionada con temas de inteligencia emplea la justificación de seguridad nacional para el desperdicio de recursos en el mejor de los casos; y en el peor de los casos, para la corrupción, la acumulación indebida de poder, violación de derechos humanos, espionaje a particulares y otras lindezas semejantes. Con todo, lo más grave según Moynihan, es que la información clasificada impide la discusión pública de ciertos temas y en particular, la posibilidad de contrastar perspectivas diversas. De modo que la información confidencial ahoga el pluralismo y genera cajas de resonancia donde solamente se oyen las mismas opiniones del establishment. Esa confidencialidad que impidió la discusión y la presentación de opiniones variadas, ocasionó según Moynihan grandes fracasos de los servicios de inteligencia norteamericanos como la invasión de Bahía Cochinos, la guerra de Vietnam y el escándalo Irán-Contra. Por eso, Moynihan exigió que la ley estableciera condiciones muy específicas para clasificar documentos confidenciales, pues de acuerdo con él, el derecho a la información y su contraparte, la libre discusión de esa información con perspectivas distintas, fueron la base del éxito y la grandeza estadounidense. De ahí que, lo más importante a decir de Moynihan, es que la garantía del derecho a la información no dependa arbitrariamente del gobierno en turno, sino de la vigilancia del poder legislativo desde las comisiones especializadas del Senado.

Pienso en esto al considerar la desaparición del INAI ya decretada por Morena y sus aliados. El oficialismo argumentó que desaparece la institución, pero no el derecho a la información. En opinión de ellos, el derecho estará garantizado, no se ría, por el mismo gobierno que decidirá cuál información es confidencial y cuál no. Después del degradante espectáculo que dieron los legisladores oficialistas con la ratificación de la titular de la CNDH, ¿usted le confiaría su derecho a la información a un gobierno que ni siquiera cree en el simbolismo de nombrar una titular de derechos humanos bien calificada? Segundo, si el ocultamiento de información fue el pilar de los abusos de los servicios de inteligencia y la elite militar en un país teóricamente desarrollado como Estados Unidos ¿qué espera usted que suceda en México? Si el destino del INAI es la desaparición, convendría estudiar la profesionalización de una comisión legislativa de acceso a la información verdaderamente seria para que no dependamos del ejecutivo, sino de la vigilancia del Congreso. Anticipo su respuesta, con estos legisladores ¿qué diferencia supondría poner el acceso a la información en manos del Congreso? Me viene a la cabeza otra cosa que decía Daniel Patrick Moynihan para oponerse resueltamente a la intervención militar o financiera de Estados Unidos en América Latina. “Cuando llega un gobierno de izquierda a los países latinoamericanos, lo procedente no es una intervención política o militar de Estados Unidos. Lo procedente es una manifestación de condolencias, pues siempre arruinan económicamente sus naciones y además, como son antiliberales, los despojan de derechos y libertades. Empezando por el derecho a la información.” Le digo que Moynihan era un visionario…

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