Las redes sociales volvieron a ser tema en el debate público nacional e internacional de los últimos días. Hillary Clinton declaró el lunes en Nueva York que “Mark Zuckerberg debe pagar un precio por lo que le está haciendo a la democracia.” Clinton manifestó sus dudas sobre la posibilidad de que existan elecciones libres y justas en vista de la determinación de Facebook de no confirmar la veracidad de la publicidad política desplegada en su portal. Después de una proyección pública del documental The great hack (penosamente traducido al español como “nada es privado”) de Netflix, la excandidata presidencial dijo “Facebook es la principal fuente de noticias para más de la mitad del pueblo americano, y la única fuente de noticias a la que la mayoría presta atención. Si FB anuncia que no tiene responsabilidad por la difusión de mensajes falsos… ¿cómo se supone que obtengamos información sobre cualquier cosa, no digamos sobre candidatos a un puesto de elección popular?”

En México, los ataques en Twitter a los periodistas que cubren las conferencias mañaneras dieron lugar a renovados cuestionamientos en torno a las legiones de bots utilizados como instrumento de hostigamiento político e incluso de censura. La ingenuidad inicial en torno a las redes sociales como dispositivos de la libertad se debilita sensiblemente. Consecuentemente, es preciso desarrollar una discusión más amplia y sofisticada sobre las nuevas tecnologías y la política. Para ello, este año apareció un libro francamente notable: Ciberleviatán de José María Lassalle .

Lassalle fue Secretario de Cultura y posteriormente Secretario de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital del gobierno de España. No obstante, es también un académico sobresaliente, editorialista brillante y escritor talentoso. Ciberleviatán es una obra que viene a llenar un vacío en la vida intelectual de habla hispana. Estamos acostumbrados a que los grandes debates lleguen de la mano de autores angloparlantes y francófonos. Particularmente en los temas relacionados con tecnología, los intelectuales de nuestra lengua tienden a ir a la zaga de sus colegas de otras latitudes. Ciberleviatán rompe la tendencia y se inscribe en la primera línea de los mejores libros de política internacional de la actualidad.

En esta obra, Lassalle aborda entre otras cosas, la revolución del big data, el desplazamiento de la vida corporal por una nueva vida digital en las redes sociales, el inmenso poder sin regulación de los algoritmos de unas cuantas transnacionales, la desaparición del empleo como consecuencia de la robotización. No obstante, la más inquietante de sus reflexiones tiene que ver con la configuración de una nueva estructura estatal, el “ciberleviatán” cuyo poder de vigilancia e inducción de opiniones sobre los ciudadanos alcanzará posibilidades muy superiores a los totalitarismos del siglo XX. El ciberleviatán no es una invención de la ciencia ficción, sino una realidad cotidiana para los chinos, continuamente supervisados en todos sus movimientos por los mecanismos tecnológicos al servicio del estado. Es también un peligro para las democracias occidentales, como demuestra la intercepción de mensajes privados de ciudadanos estadounidenses por su propio gobierno. Ciberleviatán es una nueva modalidad de dictadura que no necesita reprimir porque puede inducir nuestras preferencias políticas y de consumo con algoritmos similares a los de grandes plataformas como Netflix o Amazon.

El Ciberleviatán es una amenaza de peso completo para la libertad política y nos falta conciencia sobre el asunto. Hay libros imprescindibles para entender mejor nuestro tiempo y remodelar nuestro marco conceptual de la vida pública. Ciberleviatán es uno de ellos. No deje de leerlo.

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