Alitzel Verspecht, especialista en política asiática, llamó mi atención sobre el hecho de que el 29 de octubre tuvo lugar la quinta sesión plenaria del XIX Comité Central del Partido Comunista Chino. Por razones comprensibles, la atención mundial lleva rato concentrada en la elección presidencial estadounidense y la plenaria china no recibió suficiente cobertura mediática. Una extensa nota de Shannon Tiezzi en The Diplomat informa que, en el evento, los chinos presentaron un adelanto del décimo cuarto plan quinquenal, estableciendo la visión social y económica de China para el período 2021-2025. A diferencia de planes quinquenales anteriores, el nuevo enfoque chino reside en el crecimiento del PIB per cápita, vale decir el enriquecimiento de la población. Se busca también disminuir la brecha de ingresos entre habitantes del campo y las ciudades. Además, el fundamento para el ansiado crecimiento de los ingresos del chino promedio será la modernización tecnológica, con un “respaldo estratégico para el desarrollo de la ciencia y la tecnología.” La innovación tecnológica ocupará “la posición central” en el proceso de desarrollo chino para conseguir “nueva industrialización, informatización, urbanización y modernización agrícola.” El énfasis se pondrá en los semiconductores, el sector de las telecomunicaciones, el big data e inteligencia artificial. Por lo visto, la política científica china, a diferencia de la mexicana, no confiará su desarrollo a la herbolaria prehispánica, limpias espirituales o burritos con trapiches.

En el fondo, una de las revelaciones del nuevo plan quinquenal es la conciencia china de que el conflicto comercial con Estados Unidos continuará y probablemente crecerá, sin importar quien sea presidente. El desacoplamiento económico, la competencia por mercados y el cierre de puertas a productos chinos por Estados Unidos y sus aliados obligará a China a desarrollar capacidades tecnológicas propias. Esto viene a cuento porque los medios de comunicación afines a Donald Trump han dicho que China prefiere la victoria de Joe Biden. De acuerdo con esta interpretación, China pronostica la prolongación de la guerra comercial y tarifaria con Trump, pero cree que esto podría evitarse con Biden. No es así. Ambos candidatos han sido enfáticos en su postura de endurecimiento contra China y este país ha tomado nota de ello.

Analistas del Foreign Policy Research Institute estiman que, si en 2016 China deseaba la victoria de Trump para evitar la llegada al poder de Hillary Clinton (conocida por sus críticas al sistema chino), en la quinta plenaria no evidenciaron sus preferencias. Por una parte, un período adicional de Trump perjudica al gobierno chino en tanto garantiza la intensificación del nocivo conflicto comercial. No obstante, también beneficia a China en la medida que Trump acelera la decadencia estadounidense, reduce su presencia en varias regiones del mundo y, por su insularidad y provincianismo, retira a Estados Unidos de las instituciones internacionales. Del otro lado, Biden no garantiza que se termine el conflicto comercial, pero sí reactivaría las alianzas internacionales de Estados Unidos y su presencia regional, así como su participación en organismos internacionales. ¿Qué le conviene a China? ¿Una decadencia acelerada de Estados Unidos o una gradual para tener tiempo de fortalecerse más antes de asumir liderazgo global? No está del todo claro.

¿Qué le conviene al mundo? Un gobierno estadounidense con capacidad de tender puentes de cooperación con China y enfrentar juntos la pandemia o el cambio climático, la mayor amenaza existencial a la humanidad. Estos países son los mayores contaminantes entre las potencias. Si no cooperan para resolver el problema, toda la Tierra sufrirá las consecuencias. En función del resultado electoral norteamericano, la inquietud se sostiene y el planeta en vilo.


Analista

Google News

TEMAS RELACIONADOS