Ya he contado aquí el consejo que me dio en una comida el profesor Mario Ojeda, pionero en el estudio de las relaciones internacionales de México y autor del libro clásico Alcances y límites de la política exterior de México. Ojeda, ex presidente de El Colegio de México, ex embajador de México ante la UNESCO y asesor del presidente Salinas en la negociación del TLCAN original solía decirme que a México solo debería importarle estudiar la política exterior de tres países: Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, en ese orden. “Ya no deberíamos mandar tantos estudiantes al posgrado a Europa continental, no sirve para nada. Su peso geopolítico y la calidad académica de sus universidades disminuye cada año. A México le interesa mandar estudiantes a Estados Unidos, por razones obvias. A Canadá e Inglaterra para estudiar la relación especial de esos países con Estados Unidos y cómo podríamos imitarla.”

Hace dos años publiqué en estas mismas páginas una reflexión a propósito del artículo de Thomas Homer Dixon en The Globe and Mail, donde refiere cómo Canadá se estaba preparando para un posible segundo gobierno de Donald Trump. Los esfuerzos canadienses se concentraban en dos actividades principales: A) Organizar un grupo especial de cabildeo integrado por las cámaras empresariales canadienses para que viaje continuamente a Estados Unidos a persuadir a sus colegas estadounidenses de la importancia del libre comercio con sus vecinos. B) Integrar una comisión parlamentaria de todos los partidos políticos canadienses para evaluación de riesgos en la relación bilateral y posibles soluciones a conflictos con Trump. Como escribí la semana pasada, lamentablemente en México no podemos apoyarnos en la diplomacia parlamentaria porque la mayoría de nuestros legisladores no hablan inglés ni sabe nada de política estadounidense, así que no pueden hacer mucho en ese terreno. Pero se supone que los capitanes de la industria en nuestras cámaras empresariales son figuras cosmopolitas que no tienen problema en establecer relaciones con sus colegas del otro lado de la frontera. Ya deberían estar preparando su trabajo de cabildeo allá, incluso la posibilidad de coordinarse en algunos temas con los canadienses. Hay un tercer grupo que podría establecer un esfuerzo de cabildeo: los intelectuales, artistas, académicos y editorialistas. Es cierto, los intelectuales que apoyan a Morena en su mayoría tampoco hablan inglés. Pero tal vez, solo por esta ocasión, la 4T podría poner de lado el sectarismo y hacer una convocatoria abierta a todas las fuerzas políticas para que aquellas figuras de los círculos intelectuales con conexiones en Estados Unidos viajen a concientizar de los beneficios que México le aporta a aquel país. Esto debería reflejarse en las exposiciones de sus museos, salas de cine, editoriales en periódicos, conferencias en universidades, etcétera. Un trabajo que debería hacerse en forma permanente, con o sin Trump.

Creo que no se han dimensionado a plenitud los riesgos que puede enfrentar nuestro país: deportaciones, intervenciones y presiones para temas de seguridad y daños profundos a la economía. Un artículo del New York Times hace unos días dice que lo más poderoso de la clase política y empresarial canadiense ya está en Washington y sus alrededores tratando de gestionar citas con el nuevo equipo de gobierno de Trump, los patrocinadores de su campaña, así como con los nuevos legisladores recién electos del partido republicano para interactuar personalmente desde ahora. No sabemos qué está haciendo México, salvo algunas declaraciones inconexas de distintos funcionarios. Ante la ausencia de creatividad intelectual en la escena política mexicana, cuando menos podríamos voltear a ver qué están haciendo los canadienses.

@avila_raudel

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