Con la misma estrategia que normalmente usa Donald Trump contra sus adversarios, Kamala Harris hizo que su contendiente mordiera el anzuelo en varias ocasiones durante el debate presidencial y lo colocó a la defensiva.

Las preguntas que hicieron los moderadores de ABC incluyeron temas como economía, aborto, migración, democracia, política exterior, conflictos bélicos, cuidado de la salud y cambio climático. Casi desde el principio, Harris hizo la observación de que Trump estaría diciendo mentiras y que se enfocaría en ataques sobre migración.

Y justamente, la cantidad de mentiras que midieron los medios fue 38 de Trump y una inexactitud de Harris. Si pudimos observar los lenguajes corporales, Harris se veía desafiante, segura y muy elocuente en sus respuestas, en cambio Trump se veía desencajado, enfadado, casi agachado y resaltaba la diferencia de edades.

Trump quiso atacarla en su persona, pero ella fue muy efectiva en no permitir que la enganchara, incluso la llamó marxista lo mismo que a su padre. Casi al final también se refirió a ella como peligrosa y mala persona. No presentó planes de gobierno concisos, ni tampoco intenciones de mostrarse como unificador de la sociedad estadounidense. De hecho, en una forma de proyección se refirió a Harris, y supongo que a Biden también porque lo dijo en plural, que son los que más han dividido a la sociedad.

Harris fue muy clara en su forma de expresarse, habló de sus propuestas y planes, evidenció el carácter bully de Trump para convencer y, cuando éste la quiso acusar con alguna falsedad, gracias a la técnica de la pantalla dividida, mostró expresiones de incredulidad ante lo que decía su opositor. Pero fueron sus ataques los que hicieron a Trump morder el anzuelo, por ejemplo cuando ella le dijo que los líderes del mundo se burlaban de él, Trump se refirió al presidente de Hungría como una gran persona, cuando se refirió a la manifestación de ultraderecha en Charlottesville, como “gente buena en los dos lados”, dijo que los que habían analizado a conciencia lo sucedido eran sus amigos de Fox News y, cuando ella mencionó los rallies de Trump como extraños y aburridos, pareció salir de sus casillas.

Los pensamientos del expresidente estaban tan confusos y revueltos que saltaba de un tema a otro sin ser efectivo en responder preguntas, que seguramente era su estrategia para poder atacar sin ajustarse al formato. En los temas de aborto fue de un lado a otro diciendo enormes mentiras vulgares, mientras que en el tema de migración, que es lo que a él le interesa, se enganchó en un dicho sobre si los migrantes se comen a las mascotas de los estadounidenses. Con respecto al asalto al capitolio, consideró que era una manifestación pacífica y defendió la “gran mentira” de que le hicieron fraude electoral. Además alardeó que podría terminar con las guerras en tiempo récord por su capacidad de negociación, lo que significó una extraordinaria oportunidad para que Harris lo llamara admirador de dictadores. Ella además, no perdió la oportunidad de mencionar que él está enfrentando cargos criminales, en uno de los cuales ya fue declarado culpable. Y, como es de esperarse, Trump mordió el anzuelo e intentó defenderse.

El enojo lo desorientó de tal manera que se refería a ella como si estuviera hablando con Biden, para lo cual Harris, en un momento, le respondió que no se le olvidara que estaba hablando con ella. Al final, las imágenes mostraron a una candidata con mucha seguridad en su presentación, mientras que, en el otro lado se veía a un hombre resentido, enojado, divagante y tal vez hasta fuera de lugar, al alcance del anzuelo de Kamala Harris.

Académica de la Universidad Iberoamericana y conductora del podcast Hablemos de EU

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