Este 11 de enero se publicó en el Diario Oficial el decreto que regula en materia de Teletrabajo. Es fundamental a partir del contexto que estamos viviendo, establecer claramente las obligaciones especiales a las cuales tienen que adherirse patrones y empleados en esta modalidad. Así que el título de este artículo es provocativo a propósito, ya que nos causó curiosidad leer que los patrones están obligados a: “respetar el derecho a la desconexión de las personas trabajadoras en la modalidad de teletrabajo al término de la jornada laboral”. ¿No es obvio?, ¿se necesitaba decir?
La hipercompetencia que experimentan muchos de los mercados actuales obligan a las organizaciones a subirse a una espiral de innovación que no tiene precedente. Pasamos en pocas décadas de la era de la mejora continua a la era de la búsqueda de la disrupción. La etapa de la ilustración entre los siglos XVIII y XIX sumada a la revolución industrial de esas mismas fechas, marcaron una época llena de profundas transformación sociales, económicas y tecnológicas que son el caldo de cultivo, el campo fértil sobre el cual estamos construyendo la economía del conocimiento con un sesgo muy claro hacia la sustentabilidad y el capitalismo consciente. La dinámica de cambio y el ritmo de la transformación se han acelerado sin precedente, y así como presentan grandes oportunidades, también presentan grandes riesgos.
Los riesgos de la dinámica y el ritmo avasallador de la espiral innovativa es el de desgastar a las personas, o implícitamente premiar únicamente aquellos que están dispuestos a quitar de su vida personal para invertir en la vida laboral. El riesgo del Burn-Out en aras de hacer operativa la disrupción es muy grande.
No olvidemos que las personas son las que hacen posible que las cosas sucedan en las organizaciones, y necesitamos ser conscientes de que la visión debe estar centrada en el florecimiento humano. Por supuesto que este escrito no pretende cuestionar la necesidad de innovar y ser único. Las recompensas pueden ser excepcionales y la verdad es que tenemos muchos modelos ya gastados que se necesita y urge renovar; sólo queremos hacer una reflexión sobre el costo que esto puede implicar, y, sobre todo, sobre quién lo tiene que pagar. Las organizaciones necesitan considerar en sus estrategias y planes el control de daños necesario a los desgastes naturales de ser pioneros.
Algo hay en esta ley que trasciende a ella misma, que es abrir la discusión de los límites saludables entre vida laboral y vida personal. Sin duda, una responsabilidad compartida. De los líderes, implica definiciones realistas de objetivos y asignación de recursos. De los colaboradores, aprender desde la autogestión cómo lograr el bienestar deseado.
Decana Escuela de Negocios Región Centro Sur y Jorge Ordóñez, Director División Negocios en Campus Puebla y profesores de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey