Tras una contundente derrota infringida el pasado 3 de noviembre por millones de ciudadanos estadounidenses, Donald Trump dejará la Casa Blanca tras 4 años perdidos de un gobierno que no tuvo ningún logro destacable y ninguna promesa importante cumplida.

Fallaron sus mejores estrategias y fracasó en su chantaje de impugnar la elección; ni la campaña que realizó al lado de López Obrador en los jardines de la Casa Blanca para ganar el voto latino; ni las impugnaciones fallidas que formuló en los Colegios Electorales le dieron el triunfo, hoy es uno de los pocos presidentes derrotados en la historia de EU que perdió la reelección.

Debemos ver con mucho cuidado la relación política que ejercerá Joe Biden para México, el escenario es complicado ya que López Obrador jugó todas sus cartas abiertamente con Donald Trump, la derrota de su aliado fue tan amarga que no reconoció el triunfo del demócrata sino hasta 6 semanas después cuando oficialmente los colegios electorales le reconocieron el triunfo, y no tuvo otra alternativa más que reconocerlo a través de una carta poco diplomática, y con un toque de altanería, donde lo felicitó pero le advirtió sobre el “principio de no intervención” ­–cómo si existiera una amenaza latente– y lo involucró de inmediato en el problema de las caravanas migrantes recordándole al demócrata la promesa de resolver esas estampidas humanas que cruzan el continente para llegar a EU.

Al parecer López Obrador cada día busca más confrontación con Biden sin ningún motivo ni razón, salvo el fracaso de su proyecto político con Donald Trump, no obstante el Presidente electo jamás ha ofendido ni amenazado a México, como lo hizo Trump.

Al siguiente día de la carta, López Obrador reafirmó su advertencia de no intervención y señaló: “no somos títeres” además amenazó con revisar la continuidad del programa que permite a los migrantes esperar en México la respuesta a su solicitud de refugio en EU diciéndole: “no nos imponen gobiernos extranjeros” cuando precisamente fue el gobierno extranjero de Trump quien le impuso esa política migratoria de tercer país receptor.

Nada gana López Obrador con confrontar a Biden, está siguiendo el mismo camino equivocado de Chávez, Maduro y demás dictadores, no vaya a suceder lo mismo que con Trump al principio, cuando escribió un libro acusándolo de racista y fascista jurando que jamás permitiría una ofensa a nuestro país, y después como presidente se hizo su mejor aliado, justificó todas sus amenazas y lo apoyó abiertamente en su reelección.

Este gobierno inicia la relación bilateral con el pie izquierdo, Biden ha sido prudente y medido, pero su primer mensaje ha sido, no responder la carta altanera de López Obrador. Aunque el canciller no tiene experiencia ni conocimiento diplomático, debería aconsejar al presidente por sentido común, que la diplomacia se ejerce con inteligencia y estrategia y no con ignorancia y ocurrencias, la forma es fondo y México no puede comportarse como si fuera Macuspana.

Estados Unidos ya comenzó a pedirle cuentas a México; ya cuestionó la impunidad del general extraditado, ya protestó por la ley contra la DEA y no tarda en pedir cuentas por la liberación de los capos, la fallida estrategia de seguridad, y muchas barbaridades más.

Para terminar el Presidente se vuelve a equivocar al designar a un político sin experiencia diplomática al frente de la Embajada en Washington, en estos momentos que ha mostrado su descontento con el presidente electo, debería designar a un diplomático experimentado en temas multilaterales, alguien con capacidad conciliadora que sepa tratar y negociar con el imperio del norte que sabe cobrarle muy bien las cuentas a sus detractores.

Analista Internacional.

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